sábado, 30 de noviembre de 2024

Novedades discográficas: piano y violonchelo, sobre todo

 


LISZT: los 2 Conciertos. Totentanz – Yoav Levanon/Orquesta Sinfónica de Lucerna/ Michael Sanderling (Warner)

Otro pianista (¡y van!...) que merece atención. Nacido en Israel en 2004, ha sido un niño prodigio. En estos “peligrosos” (muy expuestos a la exhibición virtuosista) Conciertos demuestra contención en la tentación de exhibirse y un sentido musical muy apreciable. Además, por descontado, de un mecanismo suficiente para estas obras. Eficaz dirección de Michael, hijo de Kurt Sanderling. Donde más me han convencido es probablemente en la Danza de la muerte.

 

EDGAR MOREAU: “Rococó” (Erato)

El programa, aparte cinco piezas en transcripción, consta de las Variaciones sobre un tema rococó de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica de Lucerna dirigida por Michael Sanderling -sobresaliente versión- y la Sonata de Chopin, no tan bien, en parte por la labor del pianista David Kadouch (Niza, 1985), que no es, evidentemente, Argerich (con Rostropovich). El joven cellista francés (París, 1994) lo hace todo más que bien, sobre todo por un envolvente sonido muy bien recogido por la toma.  

 

“WINTER GARDENS” – Lucienne Reanudin Vary, trompeta (Warner)

La instrumentista francesa (n. 1999) es espléndida, pero el repertorio escogido en este algo breve CD (58’) es demasiado heterogéneo y a menudo poco interesante por las transcripciones no siempre idóneas: de anónimos a Falla (tres de las Siete canciones populares españolas) pasando por el "Largo" del Invierno de Vivaldi, la "Badinerie" de la Suite orquestal nº 2 y un aria de La Pasión según San Mateo de Bach, a un aria de Rossini o una Danza eslava de Dvorák. El  acompañamiento orquestal es sobre todo eso, mero acompañamiento para que no moleste a la solista, y además a menudo empalagoso (la Orquesta de Cámara de París dirigida por Sascha Goetzel).

 

BRAHMS: las 2 Sonatas para cello. Sonata para violín 1 – Alisa Weilerstein/Ion Barnatan (Pentatone)

Uno de los dos mayores descubrimientos violonchelísticos de los últimos años (el otro sería, en mi opinión, Kian Soltani; aunque, por descontado, hay varios más) sigue, por suerte, grabando y no se olvidan de ella (ocurre en otros casos) después de haber producido asombro. Ahora le ha tocado a las dos geniales Sonatas de Brahms, completando el generoso disco con una adaptación de la Sonata para violín nº 1, que por cierto queda la mar de bien. Con el concurso de un pianista tan admirable como Ian Barnatan, frecuente colaborador de la cellista, se redondean las versiones más destacadas de la discografía desde las estratosféricas de Du Pré/Barenboim y las casi tan portentosas de Rostropovich/Rudolf Serkin (para mi gusto, en estas el pianista norteamericano está un poco por debajo del chelista ruso).

 

STRAUSS: Don Quijote – Jian Wang, Amihai Grosz/Orquesta Nacional de Lyon/Nikolaj Szeps-Znaider (+IBERT: Le chevalier errant) (Channel)

El magnífico violinista danés (n. 1975) de padres polacos (antes conocido por la segunda parte de su actual apellido) parece que ¡lástima! casi no toca ya. Pero dirige, y por lo que le he escuchado, lo hace bastante bien y tiene cosas que decir. Así en este Don Quijote de Strauss, con el espléndido chelista chino (n. 1968) y el gran viola Amihai Grosz (Jerusalén, 1979), integrante del Cuarteto de su ciudad natal y ahora principal viola de la Filarmónica de Berlín. Una interpretación más que notable del difícil y genial poema sinfónico straussiano. Buena y oportuna idea rescatar del olvido la suite de la “epopeya coreográfica” El caballero errante (1935) de Jacques Ibert, una partitura de algo más de media hora de duración. La Orquesta de Lyon suena en muy buena forma.

 

BEETHOVEN: Sonata 29 “Hammerklavier”. An die ferne Geliebte (transcr. Liszt) – Nobuyuki Tsujii (DG)

No entiendo del por qué de este disco. Este pianista (y compositor, Tokio 1988) ciego posee un mecanismo impecable que le hace poder cómodamente con la terriblemente exigente Fuga final de la Sonata 29. Pero su interpretación, con un sonido nada beethoveniano y apenas poderoso, es muy plana, casi indiferente; ni en el primer movimiento ni en la citada Fuga final hay la menor tensión (¡). En cuanto al “relleno” del disco, una también insípida lectura del miniciclo de lieder A la amada lejana (o ausente) transcrito por Liszt. ¿No podría este instrumentista haber escogido un repertorio menos comprometido desde el punto de vista estrictamente musical?

3 comentarios:

  1. Supongo que, en alguna medida, hemos de estar agradecidos a este pianista porque, en lugar de grabar una vez más (y serían…) la Claro de Luna, la Patética y la Appasionata, ha preferido intentar directamente la Hammerklavier, que, después de todo, se graba menos de forma independiente, por razones obvias. De paso, nos demostraría en esta grabación (al menos según tu opinión) que, dentro de los pianistas de hoy, él no tiene gran cosa que ofrecer en el Beethoven de última época, o al menos en esta sonata. Y eso sigue siendo información valiosa…
    De todas formas, hay algo en las interpretaciones recientes de las sonatas de Beethoven que me llama la atención. Hace siete temporadas, se ofreció una serie completa de sonatas de Beethoven en Pamplona, en la que intervinieron jóvenes pianistas españoles. Los programas mezclaban las composiciones del autor de Bonn con estudios de Ligeti y obras de autores contemporáneos españoles, algunas de ellas encargos. Y en todos los casos, observé lo mismo: las interpretaciones de las sonatas de Beethoven de primera época siempre eran inferiores a las de los períodos intermedio y sobre todo final. Incluso estuvieron en general peor tocadas, con más errores de ejecución. ¿Exceso de confianza? ¿Falta de trabajo en comparación con obras supuestamente más complejas? ¿Menor afinidad con el Beethoven más “clasicista”? Y cuando escucho versiones recientes de otros pianistas jóvenes, me suele ocurrir lo mismo.

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  2. Entiendo que Tsuji ha querido grabar la sonata Hammerklavier, porque fue con ella con la que ganó la final de Concurso Van Cliburn en 2009, que le catapultó a la fama. El mérito de este pianista es que a pesar de ser ciego de nacimiento es capaz de dominar éstas y otras piezas. Recordemos que no hay un sistema parecido a braille en música, por lo que tiene que aprenderse las piezas escuchándolas compás a compás.

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