sábado, 10 de marzo de 2012

Otro gran paso de Pablo Heras-Casado: su debut con la Filarmónica de Berlín

Ya he conseguido una filmación del concierto con el que el joven y sobresaliente director granadino Pablo Heras-Casado debutaba con la Filarmónica de Berlín el 22 de noviembre de 2011. Dirigió dos estupendas obras del siglo XX, muy diferentes, y una obertura y una sinfonía de Mendelssohn: programa diverso para juzgar bastante bien sus capacidades. El conjunto del concierto me ha parecido estupendo; tengo sólo unas ciertas reservas con respecto a la“Escocesa”, una de las sinfonías románticas más bellas y más difíciles de interpretar (a la que, para mi gusto, en disco muy pocos directores le han hecho justicia: Klemperer, Muti o Colin Davis).

En las Quatre Dédicaces de Luciano Berio, una obra poco conocida y sin embargo admirablemente escrita y orquestada, Heras muestra gran afinidad –como muchos colegas de su generación– con los lenguajes vanguardistas. Creo que logra mucho más que limitarse a leer la partitura con pericia y competencia.

Lo mismo puede decirse de la Cuarta Sinfonía, para piano y orquesta, de Szymanowski, interpretación creativa, imaginativa y tímbricamente fascinante tanto por parte del director como del espléndido Marc-André Hamelin.

Heras logró una recreación de la bellísima Obertura Las Hébridas de primera magnitud, haciendo plena justicia a su entrañable melodiosidad tanto como a sus turbulencias. Sin embargo, en la “Escocesa” éstas fueron mejor atendidas que su excelso lirismo en el primer movimiento, si bien esto no ocurrió en el “Adagio”, que fue realmente maravilloso, el punto culminante de la interpretación. La batuta fue –como en todo el concierto– clarísima, si bien en los pasajes más poderosos esta nitidez se vio algo empañada por una plantilla orquestal en mi opinión algo excesivamente nutrida. Por fortuna, la coda, “Maestoso”, no fue en absoluto grandilocuente, algo que arruina no pocas versiones, incluso algunas que –sobre el papel– podrían ser de campanillas.

Además de la reconocida calidad –suprema– de la orquesta, hay que alabar en ella cómo se entrega y se implica incluso en conciertos con directores jóvenes o poco conocidos.

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