lunes, 12 de enero de 2015

Andreas Schager: ¿esperanza de un gran tenor wagneriano?

 

El sábado 10 visitó el Auditorio Nacional, de la mano de Ibermúsica, la Orquesta Sinfónica de Bamberg dirigida por su titular, Jonathan Nott. Para mí lo más interesante del concierto fue escuchar en vivo al intérprete de Siegmund en el Acto I de La Walkiria, el tenor austríaco Andreas Schager (de unos cuarenta años, calculo), al que había escuchado en una grabación (pirata, de mala calidad) en el Acto II de Tristán y me había dejado muy impresionado. Unos meses antes, en julio de 2013, había recibido críticas ditirámbicas por su Siegfried del Götterdämmerung en los Proms de Londres dirigido por Barenboim, siendo saludado como una magnífica promesa.

Pues bien, de entrada hay que decir que Siegmund, de escritura muy baritonal, no es quizá el papel que de momento le vaya mejor, pues su voz es restallante, sobre todo en la mitad superior de la tesitura, con un squillo asombroso, como hace mucho yo no escuchaba a ningún otro tenor que cantase Wagner (o sea, al menos desde Peter Seiffert). La voz de Schager es bella y potente y su materia prima de gran calidad; su técnica parece sobresaliente y canta con una entrega y vehemencia tremendas, arriesgándose mucho (no dudo que, haciéndolo así, suelte alguna vez un que otro gallo. Anteayer no hubo ninguno). Es decir, que si no le pasa nada, podremos tener a un Parsifal, un Tannhäuser, un Sigfrido y un Tristán de primera clase (creo que ni Walther ni Lohengrin le convienen ya). Crucemos los dedos, pues ya sabemos lo que ha pasado en los últimos tiempos con casi todas las grandes promesas en este terreno: han durado uno o dos telediarios... Pero tengo la sensación de que este hombre es especial, pues parece que su voz es resistente y que posee una formación técnica por encima de lo normal. Veremos. ¡Esperemos!

En el Acto de Die Walküre que se pudo escuchar los otros dos cantantes fueron la soprano Michaela Kaune, algo más lírica de lo debido y quizá ya no en su mejor momento, aunque destacó por su musicalidad, y el joven bajo ruso Mikhail Petrenko, dotado de una voz grande e impactante y de una capacidad para manejarla sorprendente: seguro que le aguarda un gran futuro. Aun así, pese a su poderío, creo que no logró meter miedo en papel tan fiero (culpa, quizá, en parte del director, que me da la impresión de que dirigió poco a los solistas). Lo digo teniendo en mente a Frick, a Salminen, a Hölle o a Tomlinson. Sí, Nott fue un director más bien indiferente, aunque no dejó de ofrecer frases bellas y hasta emotivas, sobre todo gracias a la espléndida cuerda, muy germánica, de la orquesta. Su viento no alcanza, sin embargo, en general (salvemos los espléndidos clarinetes) un alto grado de depuración. Y uno de los dos timbaleros es bastante bruto y descontrolado. Nott hizo una introducción (la tormenta) muy cuadriculada, y en el accelerando conclusivo no sujetó bien las riendas.

La primera parte del concierto había sido un error: puso en manos de los jóvenes primeros atriles de violín (Bart Vandebogaerde) y cello (Ulrich Witteler) el muy comprometido Concierto triple de Beethoven, para el que distan de estar preparados. Sí lo estuvo el pianista, el también joven pero muy talentoso, musical y hasta creativo David Kadouch, que aportó otro nivel (pero en vano, pues ni siquiera estaban muy conjuntados, desde el punto de vista camerístico). A un tempo insensatamente rápido el Rondo alla polaca, la batuta fue algo más marcial y bandística de lo conveniente.

Posdata: un joven buen amigo me dejó muy sorprendido al comentar a la salida algo así como que "Mime [por Schager] había estado muy bien". Gracia (que la tiene) aparte, me pregunto cuántos tenores wagnerianos ha escuchado en directo, además en versión de concierto (con la orquesta, por tanto, justo detrás de los cantantes, y no debajo de ellos; y además con un director poco cuidadoso en las dinámicas para con los cantantes); me temo que no los suficientes, y que el timbre de Schager tal vez le desconcertó. Pero yo creo que de Mime tiene bien poco: no solo los agudos de Schager son muy penetrantes; el centro y los graves son firmes y bien emitidos, y el color es casi heroico.

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