martes, 4 de febrero de 2020

Nelsons dirige el Concierto de Año Nuevo en Viena 2020


Demasiadas "novedades"

El Concierto de Año Nuevo de 2020 me ha parecido el mejor desde el de 2014 (el segundo de Barenboim). De ese período encuentro más que buenos los de Mehta (2015) y Muti (2018), menos bueno el de Jansons (2016), y los más endebles, el de Dudamel (2017) y, sobre todo, el de Thielemann (2019). Como pasa siempre con los directores que llegan por primera vez a la Viena de los Strauss y compañía, los resultados son toda una incógnita. Esto valía también para Andris Nelsons, pero esta vez nos hemos encontrado con una agradable y estimulante sorpresa. Una vez más me gustaría criticar la política de los últimos años, la de vanagloriarse de los estrenos absolutos en la historia del famoso concierto. Bueno está que se aporte alguna novedad cada vez, pero ¡nueve este año! 9 de las 19 piezas de que constó el concierto. Es excesivo, porque suele ocurrir que las piezas olvidadas estaban justificadamente olvidadas. Y casi todas ellas lo van a seguir estando… Así la endeble y sosa obertura Die Landstreicher (Los vagabundos) de Ziehrer, de la que parece difícil sacar más partido que el extraído por Nelsons. En el vals de Josef Strauss Liebesgrüsse (Saludos de amor), también nuevo, que siguió se pudo reconocer algo del peculiar estilo del dotado compositor de cuya muerte hace 150 años, pero se halla lejos de la inspiración de los mejores suyos. La versión me pareció excelente. Algo similar puedo decir de la Marcha de Liechtenstein del mismo, defendida con la mejor de las voluntades.

Por fin llegó una música de calidad con el vals de Johann hijo Wo die Zitronen blühen (Donde florecen los limoneros), y con ello la primera pieza en la que Nelsons pudo dejar claras sus intenciones: tempi amplios, cantabilidad, elegancia, un punto de decadentismo buscado (medidos portamentos) y un empleo del rubato certero y muy natural, nada postizo como el de otros directores. También se evidenció contención, nada de excesos de brillantez exhibicionista. ¡Admirable! Con la siguiente novedad, la polca rápida Knall und Fall (algo así como Sin previo aviso) del menos destacado miembro de la familia Strauss, Eduard, volvimos a una cierta mediocridad pese al esfuerzo de la batuta. Pero la mayor sorpresa vino con la obertura de Leichte Kavallerie (Caballería ligera) de Suppé. Lejos de la electricidad e hiperbrillantez (que también me parecen muy aceptables) de otras versiones, Nelsons buceó en la partitura y obtuvo de ella unos valores musicales insólitos. ¡He aquí lo que solo un director excepcional puede lograr!

La polca francesa Cupido de Josef es de lo más convencional que he escuchado de este compositor, capaz de algunos valses tan extraordinarios como los mejores de su hermano Johann. Entre los de este se cuenta el no demasiado conocido Seid umschlungen, Millionen! (¡Abrazaos, millones de criaturas!), como primer homenaje a Beethoven a los 250 años de su nacimiento, y que Johann II dedicó a Brahms (gran admirador suyo, lo mismo que Wagner y Bruckner). En él Nelsons derrochó sus mejores cualidades y demostró un atinado y sutil juego agógico. A continuación, claramente sobró la enésima novedad: la polca-mazurca Eisblume (Flor de hielo) de Eduard, con la que Nelsons poco pudo hacer. Curiosamente, la siguiente primicia, la Gavotte de Josef Hellmesberger hijo, que suena muy próxima de Delibes, no me parece desdeñable. Fue recreada con gracia, elegancia e imaginación. En el galop Postillon del danés Lumbye que siguió Nelsons pudo demostrar que empezó su carrera musical como trompetista, conservando su dominio del difícil instrumento.

Excelentes, si bien tocadas con una nutrida orquesta, las seis de las 12 Contradanzas WoO 14 de Beethoven. El poco conocido pero notable vals de Johann hijo Freuet euch des Lebens (Disfrutad de la vida) estuvo recreado atendiendo claramente a su título. Muy rápida y con menos retranca de lo habitual la famosa polca Tris-tras. Otro de los puntos culminantes del concierto fue el maravilloso vals de Josef Dynamiden o Geheime Anziehungskräfte (Misteriosos poderes del magnetismo), que Richard Strauss homenajearía en su Rosenkavalier. La interpretación de Nelsons fue más elegante y noble, pero menos entusiástica y brillante que la igualmente sensacional de Barenboim en 2014. La polca rápida del mismo autor Im Fluge (Al vuelo) no era novedad, pero tampoco será muy echada en falta pese al empeño de la batuta. Que ofreció el Danubio azul más paladeado y en definitiva el mejor -en mi opinión- de los escuchados los últimos años. Se esperaba con expectación la Marcha Radetzky de Johann padre en la versión desnazificada que se había anunciado a bombo y platillo (o sea, que había sido retocada por un compositor que fue afín a Hitler). Pero la nueva revisión, firmada por la orquesta en pleno (¡!) fue apenas diferenciable de la tradicional. Eso sí, fue dirigida con el mayor tino. No hay que extenderse ni empeñarse en convencer a nadie de que que la Filarmónica de Viena estuvo excelsa. Me gustaron las coreografías de José Carlos Martínez y el curioso documental del intermedio, en el que -entre otras piezas camerísticas- músicos de la orquesta tocaron unos fragmentos del Septimino de Beethoven con la mejor pinta que recuerdo haber escuchado. El blu-ray de Sony suena y se ve de maravilla.

8 comentarios:

  1. Tengo que reconocer que nunca he escuchado nada de Nelsons, por varios motivos. Pero el principal es que escucho solo lo que tengo en mi discoteca que quedo estancada por mas o menos, el 2013 y eso que por ahi solo actualize algo de Barenboim y poco mas.
    Pero por lo que le tengo leido en este blog me parece que le tiene en gran estima.
    ¿Cree que este director puede llegar a ser el siguiente "grande", cuando Barenboim se retire?
    Un saludo

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    1. Me da la impresión de que, hoy por hoy, es el que más papeletas tiene. Pero, claro está, profetizar tiene muchos riesgos.

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  2. Un concierto tan popular no puede contener mediocridades. Tampoco puede repetirse todos los años teniendo en cuenta el hartazgo y que los compradores habituales de ese tipo no van a comprar CD con piezas repetidas. Me imagino que optarán por un repertorio "similar" aunque no exclusivamente vienés. Ir por países, por ejemplo.
    Por lo demás está claro que le orquesta siguió al pié de la batuta lo que ésta expresaba con gran claridad. Por fin encontró Nelsons un repertorio en el que se puede reír o sonreír a gusto sin desentonar.

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    1. Sí, habría que lograr un equilibrio entre las novedades y las piezas más consagradas, y tampoco estaría mal, quizá, ampliar los horizontes hacia otras músicas y países, como se está haciendo tímidamente, aprovechando sobre todo los aniversarios.
      Y sí, es cierto que Nelsons a veces sonríe cuando dirige algunas cosas que casan mal con la sonrisa.

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  3. Hola Ángel. A mí me pareció uno de los mejores conciertos de año nuevo que he escuchado. Y mira que los aborrezco, pero Nelsons es grande y sabe extraer de donde no hay, aunque sea poco. Dynamiden y Leichte Kavallerie fueron lo máximo, bajo mi punto de vista. Un abrazo. Juan.

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    1. Sí, de acuerdo, aunque no en lo de que debas aborrecer estos conciertos. Es una cuestión personal, pero en la producción de Johann hijo y de Josef hay una buena cantidad de gran música, en mi opinión (y las de Brahms, Wagner y Bruckner, entre otros. ¡Ahí es nada!).

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  4. ¿Podría decirme cuales han sido sus conciertos de año nuevo favoritos?. Gracias de antemano. F.L.P.

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  5. Ya los de Willi Boskovsky me gustaban mucho, aunque con ciertas variaciones, pero fue sobre todo él el que estableció las pautas de cómo interpretar estas músicas. Después, Maazel, Karajan, Carlos Kleiber, Prêtre y Barenboim han mantenido un altísimo nivel. Y otros lo han alcanzado a veces, no siempre, según las piezas: Mehta, Muti y Ozawa.

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