lunes, 9 de marzo de 2020

Tres óperas en imágenes: "Leonore", "Rusalka" y "Porgy and Bess"


Infumable Leonore

Han llegado a mi poder (gracias, una vez más, a uno de mis más incansables proveedores de música, en este caso Ignacio Fernández Bargues) tres filmaciones recientes de óperas de diferente valor, pero que he visto y escuchado con interés. Está bien rescatar alguna vez Leonore, aunque solo sea para reafirmar la enorme ventaja que sobre ella tiene la versión definitiva, Fidelio. No solo esta es acertadamente más concisa, sino que además las versiones finales de varios de los episodios que se mantienen mejoran ostensiblemente. Hay alguna grabación de audio más que notable (Blomstedt), pero esta versión montada por la Ópera Estatal de Viena en febrero de este año 2020 ha sido francamente decepcionante. La batuta del checo Tomás Netopil (n. 1975) no ha sobrepasado la corrección, y no siempre.
De la escena (a cargo de Amélie Niermeyer) prefiero no hablar: es uno de los ejemplos más nefastos que recuerdo en cualquier ópera. Yo me pregunto: si tergiversan el libreto hasta los extremos que aquí, ¿no sería mejor que escribiesen una obra teatral original, y así dejen de atentar contra el gran Beethoven y contra sus solo discretos libretistas? 

En la elección del elenco vocal tampoco ha estado muy fina la venerable institución, aun comprendiendo la dificultad de encontrar a cantantes que conozcan o estén dispuestos a aprenderse estas partes. Pero, francamente, la Leonore de Jennifer Davis, una cantante mil veces calante, no es de recibo. Algo lírico, como Florestan es muy estimable el tenor Benjamin Bruns. El más sobresaliente ha sido, a mi parecer, Rocco: el antes excelente barítono-bajo Falk Struckmann (uno de los mejores Pizarros que recuerdo), ahora instalado como bajo (como tal ya le había escuchado una formidable interpretación del Rey Marke en el Acto II de Tristán). Notables la Marzelline de Chen Reiss y el Jaquino de Jörg Schneider. Inaceptable el Pizarro de Thomas Johannes Mayer, actor además pasadísimo de rosca, e irrelevante el Don Fernando de Samuel Hasselhorn. Imposible sacar adelante esta desigual ópera con estos elementos tan dispares. Me alegró comprobar cómo el público decidió que "¡hasta aquí podíamos llegar!" y recibió con estruendosas protestas al equipo escénico. Un público acostumbrado, en este y otros tantos teatros, a recibir con excesiva condescendencia tropelía tras tropelía.

Rusalka cuajada de buenas sorpresas

Por las mismas semanas representaba la misma casa una, en conjunto, sobresaliente versión de la obra maestra operística de Dvorák, un título que debería representarse más a menudo, tal es su maestría y cuántas sus bellezas. ¡Menuda diferencia entre aquella rutinaria batuta en Leonore y la de esta ocasión, a cargo de un espléndido Tomas Hanus, que debutaba en ese coliseo! Puso bien de manifiesto la verdadera altura de este título, con una certera comprensión estilística del compositor checo. La Orquesta, siendo la misma, parecía mucho mejor que en la primitiva ópera beethoveniana. 

He experimentado el placer de conocer a una soprano de primer orden, Olga Bezsmertna, a la que no conocía. Tampoco, a la soberbia contralto Monika Bohinec en el papel de Jezibaba. Y he podido confirmar la enorme valía de la mezzo dramática Elena Zhidkova como Princesa extranjera. No tanto me ha gustado el bajo Jongmin Park, algo engolado y hueco, como el Duende acuático. Y aún mejor que en su blu-ray del Met en 2014 Piotr Beczala como el Príncipe: uno de los mejores trabajos que le haya escuchado al tenor polaco, ahora con la voz más llena. Sin parecerme irrespetuosa, tampoco me ha gustado gran cosa la puesta en escena de Sven-Eric Bechtolf.

Ejemplar Porgy and Bess en el Met

También es de comienzos de este año la representación retransmitida de la ópera negra americana por antonomasia, espléndido logro de los Gershwin. Con una vistosa y totalmente cabal escena de James Robinson -tampoco esta ópera admite, me parece, experimentos- y una soberbia batuta, la de David Robertson (n. 1958), mucho tiempo vinculado a la Sinfónica de St. Louis y estupendo conocedor de lo que aquí se trae entre manos. Aunque con algunos leves altibajos, la maestría e idoneidad de la mayoría de los cantantes es patente: el gran bajo-barítono Eric Owens como Porgy, la espléndida soprano lírica ancha Angel Blue como Bess, y un par de agradabilísimos descubrimientos: Golda Schultz -maravillosa en "Summertime"- y Latonia Moore, Serena, aplaudidísima en sus arias "My man's gone now" y “Oh, doctor Jesus”: creo que estamos ante una mezzo lítrica de fuste. Muy destacado también Alfred Walker como Crown, mientras creo que no está a la altura Frederick Ballentine como Sportin’ Life. 

Espléndida tanto la labor de la Orquesta como la del Coro, que no es el habitual puesto que todos sus componentes son negros. Muy bien movidas las a menudo numerosísimas personas que llenan el escenario. La versión con los mismos dos protagonistas del título y director musical ha sido publicada en CD; ojalá se haga otro tanto con esta versión en DVD/Blu-ray. El éxito de la función fue abrumador.

3 comentarios:

  1. Disculpen que no es el tema, pero recién me entero y con gran asombro, de que la señora Jennie Resnick vda. de Bernstein sobrevivió a su hijo, Leonard "Lenny", por dos años. Tenía 94 años cuando murió en 1992.

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  2. Ese Porgy lo escuché hace unas semanas en directo en RC y me gustó bastante, aunque reconozco que es una ópera (¿y musical en parte?) en la que me cuesta entrar. A ver si te pueden pasar en DVD grabado como sea el Street Scenes de Weill en el Real de hace unos meses. Lo he visto hace poco y me ha parecido un espectáculo total y fascinante...cuídate, no te constipes.....

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  3. Latonia Moore estuvo aquí, en Telde, el 14 de diciembre. Es maravillosa: excelente cantante y gran persona. Estoy deseando ver ese Porgy and Bess.

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