miércoles, 9 de febrero de 2011

Un Mahler a contracorriente. La “Novena” por Barenboim en DVD

 

El sello C Major acaba de lanzar el DVD con la Novena Sinfonía de Mahler por Barenboim y la Staatskapelle Berlin, una filmación del 5 de abril de 2009 en la Philharmonie de la capital alemana. Es un Mahler, no muy diferente de su grabación en CD (Warner, tomada en también en público en Berlín, el 15 de noviembre de 2006: el día que Barenboim cumplía 64 años), que va a contracorriente.

Me explico: si desde hace años estoy un poco saturado de Mahler es debido en parte a la exagerada sobreabundancia de sus interpretaciones en concierto y en grabaciones de todo tipo, y en mayor parte aún al hecho de que lo que más abunda en los últimos tiempos son las interpretaciones recargadas, sobrecargadas, cada vez más lentas y rebuscadas, hinchadas, pretenciosas, aparatosas o relamidas, dulcísimas, de su música. Esto está haciendo que me haya hartado bastante de Mahler. Pero es probable que la culpa no sea de Mahler, sino de esta situación.

Al margen de esto, quiero dejar bien claro que hay algunas composiciones que nunca han dejado de gustarme con locura, en particular La Canción de la Tierra, las Sinfonías Novena, Sexta y Quinta (por ese orden) o los Kindertotenlieder. Todas las sinfonías restantes me gustan sólo parcialmente, lo siento.

Pero insisto en que buena parte de mi hartazón se debe a la insensata carrera de muchos directores por ser el más lento, el más refinado, el más grandilocuente, el más psicoanalítico o qué sé yo. Creo que volver a la sobriedad, incluso a la austeridad de algunos directores (mayormente del pasado) es un ejercicio muy saludable, porque la música de Mahler sale ganando mucho de esta forma: baste recordar La Canción de la Tierra o los Kindertotenlieder de Bruno Walter con la Ferrier, la Segunda, la Cuarta (ambas con la Schwarzkopf) o la Novena Sinfonías de Klemperer, la Quinta y la Sexta de Barbirolli o la misma “Resurrección” de Solti.

Creo que Barenboim, que no es por Mahler por lo que más pasará a la historia (para eso están Mozart, Wagner o, sobre todo, Beethoven), ha tenido en sus no muy numerosas grabaciones mahlerianas el acierto de la sobriedad, alejado de estos cargantes excesos que he señalado. La Canción de la Tierra y la Quinta Sinfonía (ambas con la Sinfónica de Chicago) o los Kindertotenlieder (con la de París y Waltraud Meier) son bastante elocuentes en este sentido. Su grabación de la Séptima Sinfonía no estoy muy seguro de que me convenza (admito que la de Klemperer puede que me bloquee la posibilidad de admirar, casi de digerir, cualquier otra), pero ambas Novenas, la del CD y esta nueva en DVD, creo que apuntan a la esencia misma de la obra, despojándola de aditamentos discutibles.

Puede que el primer movimiento, un tanto seco, no esté entre los que más me entusiasmen (para eso están Giulini, Bernstein/Berlín, Chailly o la versión de Eschenbach en París), pero los tres restantes me convencen a más no poder y hacen que la obra se revitalice a mis oídos, gracias a esa dureza e incisividad, a esa radicalidad, a esa veracidad absoluta, que acabó desarmando por completo a los oyentes de la Philharmonie, que reaccionaron entusiasmados al terminar el silencio tras la ejecución. Una pregunta retórica: ¿cómo se compadece lo que se suele escuchar con la indicación de Mahler para el 2º movimiento de “Etwas täppisch und sehr derb” (Algo torpe y muy rudo) y de “Sehr trotzig” (Muy terco) para el 3º? Barenboim, desde luego, sigue esas indicaciones con total fidelidad. Y es una experiencia única, imposible de olvidar, el clima indescriptible de desolación y disolución absoluta que el de Buenos Aires logra al final mismo de la obra.

Para terminar, algunas puntualizaciones: en su versión en DVD, quizá algo más radical aún (y un poco más rápida) que la del CD, asombra enormemente redescubrir o constatar con la máxima claridad el asombroso arte de Mahler como orquestador, y cómo es posible hacer audible todo el complejísimo entramado orquestal de la partitura. Y dar fe de nuevo de que la Staatskapelle de Berlín ha llegado con Barenboim a un nivel de excelencia impensable cuando llegó a su podio, hace ya veinte años.

La toma de sonido y la calidad de la imagen son más que sobresalientes.

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