sábado, 11 de julio de 2020

La "Sinfonía Alpina" de Richard Strauss


Richard Strauss: Sinfonía Alpina, op. 64

Noche – Salida del sol – El sol asciende – Entrada en el bosque – Siguiendo el curso del arroyo – Junto a la cascada – Aparición – En los prados floridos – En los pastos alpinos – Pérdida del sendero entre la espesura y la maleza – Sobre el glaciar – Momentos de peligro – En la cima – Visión – La niebla se levanta – El sol se oscurece poco a poco – Elegía – Calma antes de la tormenta – Tormenta, descenso – Puesta de sol – Epílogo – Noche 

Richard Strauss fue siempre un gran amante de la naturaleza, y en particular de las montañas. Se hizo construir una villa en las cercanías de Garmisch, desde la que se divisaban el pico Zugspitze y los Wettersteingebirge. Cuando contaba 14 años hizo su primera excursión por la alta montaña, subiendo con un grupo de montañeros al Heimgarten, en su nativa Baviera. Al menos un par de hechos ocurridos en aquella ocasión –su pérdida de orientación durante un tiempo y la tormenta que se desencadenó y que les obligó a refugiarse en una cabaña– aparecerían reflejados en su Sinfonía Alpina.  

Aunque algunos esbozos se remontan a comienzos del siglo XX, no fue hasta principios de 1911 cuando se puso manos a la obra para componer el más extenso y ambicioso de sus poemas sinfónicos, al que sin embargo no llamó así, sino sinfonía, que en un principio pensó titular “El Anticristo”, “porque hay en ella una purificación moral proveniente de su propia fuerza, una liberación que pasa a través de la obra, una alabanza a la naturaleza gloriosa y eterna”, escribió en su Diario el 18 de mayo de 1911, tras recibir la noticia de la muerte de Gustav Mahler. Pronto dejó de lado la partitura para enfrascarse en la composición de Ariadna en Naxos, del ballet La leyenda de José y del primer acto de La mujer sin sombra. Tras ello retornó a la Alpina, terminándola en febrero de 1915. 

Hacía ya años que había completado su gloriosa serie de poemas sinfónicos (Vida de héroe, de 1898 era el último), al que había seguido como única obra orquestal la Sinfonía Doméstica en 1903. La Alpina, op. 64, está por su naturaleza, por su carácter programático, tal vez más cerca de aquéllos que de ésa, que a fin de cuentas se ajusta de algún modo al esquema tradicional de sinfonía en cuatro movimientos, con el scherzo en segundo lugar y el movimiento lento en el tercero. También en la Alpina algunos comentaristas han creído ver un esquema de sinfonía más o menos oculto, consistente en introducción, exposición, desarrollo, scherzo, movimiento lento, recapitulación y coda (a la que retorna la “Noche” con la que daba comienzo la obra). 

Pero en la Sinfonía Alpina, como en otras obras orquestales de Strauss, no hay contradicción entre la música programática –Liszt, Berlioz, Wagner– y la música absoluta –Beethoven o Brahms–, pues logró combinar ambas. Sin embargo, Strauss no se propuso seguir la senda de Beethoven en la Sinfonía “Pastoral”, todo un himno a la comunión del hombre con la naturaleza, sino plantear una especie de credo pagano: una música más apegada a la tierra y más descriptiva, que no desdeña incluso las sonoridades imitativas. Enfoque que no le impide detenerse a reflexionar en ciertos momentos (“Visión” –punto central de la Sinfonía, vivencia metafísica que parece un sueño– “Elegía”, “Epílogo”) y en la que es difícil no ver una parábola de la vida: noche (nacimiento), salida del sol, ascenso, placeres y contrariedades, llegada a la cumbre, descenso, puesta de sol, noche (muerte). 

Una curiosa afirmación de Strauss sobre la Sinfonía Alpina fue la de que “quería componerla con la naturalidad con que una vaca da leche”. A este respecto, Kent Nagano afirma: “es como si su arte de componer fuese algo innato e instintivo. Sus ideas y sus pensamientos musicales parecen fluir como la cosa más natural”. 

La obra se divide en 22 secciones, con sus correspondientes títulos, que se tocan sin interrupción (algunas, incluso, se solapan, siendo prácticamente imposible determinar el punto exacto en que acaba una y comienza la siguiente). Largo, fascinante y también inquietante, abrumador viaje de un solo día que se erige como una de las obras orquestales más imponentes y fascinantes del primer cuarto del siglo XX.

La partitura, que requiere una enorme orquesta, con no menos de 137 músicos, incluyendo una nutrida sección de percusión, máquina de viento, máquina de truenos, heckélfono, 4 tubas tenor, órgano y una banda fuera de escena de 16 músicos, estaba destinada a la Orquesta de la Corte de Dresde (la actual Staatskapelle), que iba a estrenarla bajo la dirección de Ernst von Schuch. Pero su muerte (el 10 de mayo de 1914) lo impidió, por lo cual el propio Strauss empuñó la batuta, dándola a conocer con la Orquesta sajona el 28 de octubre de 1915 en Berlín. Al terminar los ensayos para el estreno, Strauss –que había tardado exactamente cien días en orquestarla, desde el 1 de noviembre de 1814 al 8 de febrero de 1915– comentó a los miembros de la orquesta: “¡por fin he aprendido a orquestar!”. Llamativa afirmación en boca del acaso mayor virtuoso de la orquestación de todos los tiempos: probablemente irónica, pero que en cualquier caso reconoce que en esta obra había ido más lejos que nunca hasta entonces en ese arte. 

Con las cuerdas divididas hasta en veinte partes, Strauss domina con maestría incomparable una amplia paleta de sonoridades, tanto las más poderosas (que se producen sólo en contadas ocasiones) como las más delicadas y sutiles. Contra lo que pudiera sugerir el enorme contingente orquestal movilizado, no se trata de una composición retórica ni grandilocuente, que además comienza y concluye suavemente, en un ambiente de recogimiento e introspección. Sí constituye una especie de compendio de toda la enorme sabiduría orquestal straussiana. La partitura está dedicada al intendente de la Ópera de Dresde, el Conde Nicolaus von Seebach, y a la Orquesta de la misma, “con gratitud”.  

DISCOGRAFÍA

1958 DG         Böhm/StaatskapelleDresden                 52'00   8/6
1966 RCA       Kempe/ORoyalPhilharmonic                48'49   7/7
1972 EMI        Kempe/StaatskapelleDresden               49'45   8/7
1976 Decca     Mehta/OFilLosAngeles                        48'05   7,5/7,5
1980 Decca     Solti/OSinfRadioBávara/Solti               44'19   7/7,5
1981 DG         Karajan/OFilBerlín                              50'51   9,5/8
1983 EMI        Previn/OFiladelfia                               48'54   8/8,5
*1983-87 Sony Karajan/OFilBerlín                              50'24   9/7
1985 Philips    Haitink/OConcertgebouw                    49'32   8,5/8
*1988 Arthaus Sinopoli/StaatskapelleDresden              53'10   9/8
1990 Sony       Mehta/OFilBerlín                                52'18   8/8
1993 Erato       Barenboim/OSinfChicago                    49'31   9,5/8
1994 DG         Sinopoli/StaatskapelleDresden              50'17   9/9
1997 Philips    Ozawa/OFilViena                                50'30   8/9
1999 RCA       Maazel/OSinfRBávara                         50'29   9,5/9
2001 DG         Thielemann/OFilViena                         52'56   7,5/8
*2006 Arthaus Nagano/DeutschesSymphBerlin             51'20   9/9
2007 Sony       Luisi/StaatskapelleDresden                  50'10   8,5/10
2010 LSO Live Haitink/OSinfLondres                          50'20   8,5/8
2011 Orfeo      Nelsons/OSinfCBirmingham                51'28   9,5/8,5
*2011 OpArte  Thielemann/OFilViena                         51'54   7,5/8
*2014 C Major Thielemann/StaatskapelleDresden        53'00   8,5/9
2014 Decca     Harding/OSaitoKinen                          51'56   9/9,5

7 comentarios:

  1. Cuando se publicó la versión de Kempe EMI se acompañaba de una grabación del mismo Strauss.

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    1. Sí, eso fue un doble LP ¡hecho solo para España! Fue una solicitud a la central inglesa del responsable de clásico en España, don Juan Manuel Puente. Yo tuve ese doble LP, pero hace muchos años que no he vuelto a escuchar la versión del compositor.

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  3. Maazel, muy al final de sus días, dirigió una versión de la Alpina aún mejor que la grabada en 1999, muy lenta, muy paladeada. Pero, me temo que solo debe haber grabaciones documentales para la radio. Espero que algún día salga al mercado una de ellas.

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    1. La dirigió en el último concierto que le escuché. La versión fue absolutamente antológica.

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  4. Don Ángel
    En el disco de Barenboim va también la Fantasía Sinfónica de La mujer sin sombra. ¿Qué opina de esta obra? ¿Hay alguna otra versión más recomendable?

    Albérrimo

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    1. Es una suite orquestal sobre la ópera hecha por el propio Strauss. A mí me parece una gran página (de poco más de 20 minutos) verdaderamente magistral. La tienen grabada también Dorati, Tate, Mehta, Thielemann y Sinopoli, entre otros.

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