lunes, 27 de junio de 2016

Visita de la Orquesta Filarmónica de Viena a Madrid


Andrés Orozco Estrada y Javier Perianes

La Orquesta Filarmónica de Viena sigue siendo una pura maravilla. En el concierto de ayer, 26 de junio (arranque de la temporada 2016-17 de Ibermúsica) lo volvió a demostrar; yo no estuve en el del viernes 24, pero mi amigo Fernando Gil asegura que la orquesta, dirigida por el gris y efectista decibélico Jonathan Nott, estuvo apreciablemente menos bien. Así son las cosas: los buenos directores suelen hacer rendir más a las orquestas. Y Andrés Orozco Estrada (Medellín, 1977) obtuvo de la centuria vienesa un magnífico rendimiento gracias a una técnica sorprendente y a un enorme entusiasmo. No me atrevo a decir aún que sea un gran intérprete (habrá que escucharle más cosas, y más comprometidas), pero sí estoy seguro de que es un estupendo director, con una técnica gestual clara, eficaz y persuasiva. Logró una transparencia muy notable (ayudado, sin duda, por una orquesta famosa entre otras cualidades por esa, sí, pero no todas las batutas los consiguen de ella), una precisión extraordinaria y, sobre todo, logró implicar a los músicos para que se entregasen de lleno a lo que les proponía. Un joven director (¡otro!) a seguir atentamente. Porque las Danzas de Galanta de Kodály con que comenzó fueron fulgurantes, un poco nerviosas pero sumamente atractivas, con fuertes contrastes de tempo entre ellas, al modo en que a menudo se hacen las Danzas húngaras de Brahms. Sensacional el clarinetista Ernst Ottensamer, pero resulta casi injusto no citar también a todos los restantes solistas.  

Y las Danzas sinfónicas de Rachmaninov con las que terminó el programa sonaron con una enorme brillantez, destacando -como en Kodály- la admirable orquestación, con un fascinante sentido del color, una viveza y una vitalidad irresistibles, obteniendo Orozco de la orquesta un virtuosismo deslumbrante (¿quién dijo que la Filarmónica de Viena sobresale mucho más por su sonoridad que por su exactitud? Cuando quieren, y ayer, claramente, quisieron, son técnicamente sensacionales. Y no hay forma de destacar a unos músicos o a unos grupos sobre otros. Incluso la percusión. ¡Qué bárbaro!)

La primera parte había terminado con el Cuarto Concierto de Beethoven, para mí sin duda el más comprometido de interpretar de su autor (y, por lo tanto, de todo el repertorio). Javier Perianes, pianista al que admiro muchísimo y del que he escrito ampliamente, casi siempre con grandes elogios, en este blog y en otros lugares (en "Ritmo" ya poco después de que ganase, en 2001, el Premio Jaén), creo que ha errado la obra con la que debutar junto a la Filarmónica de Viena. Ayer su forma de tocar fue no ya impecable, sino pulquérrima, con precioso sonido (no muy beethoveniano, todo sea dicho), delicadeza y hasta con frases muy bien cantadas. Pero distó, en mi opinión, de llegar al fondo de esta obra excelsa: ciertas frases sonaron sin la debida flexibilidad, el sonido fue demasiado etéreo y se le escapó gran parte de la poesía que encierra la composición; en el rondó hubo instantes próximos a la ligereza. Curiosamente, las cadencias las hizo mucho mejor, y, particularmente, el movimiento lento, donde se elevó a alturas que no vislumbró en los movimientos extremos, sobre todo en un primero para mí decepcionante. Hay que reconocer que es una obra tan comprometida que muy pocos pianistas le han hecho verdaderamente justicia: Arrau, Barenboim y muy pocos más. Para que nos entendamos: el disco Beethoven de Perianes, con cuatro Sonatas, es mucho más satisfactorio que lo escuchado ayer. La dirección de Orozco fue también muy atenta y cuidada, y hasta hermosa, pero ajena a la trascendencia y al vuelo. De propina (y tras pedir permiso al concertino, algo que no recuerdo haber visto nunca), Perianes ofreció la Pieza lírica op. 54/4 "Notturno" de Grieg, en la que apareció por fin el artista, el poeta absolutamente extraordinario que lleva dentro. ¡Lástima que no interpretase, por ejemplo, el Concierto de este autor, que en su grabación es un acierto sencillamente portentoso, o bien el Concierto en Sol de Ravel, las Noches en los jardines de España o qué sé yo!

Orozco tuvo un estupendo detalle al ofrecer de propina la pieza Amorosa, de las Diez melodías vascas de Jesús Guridi, en una preciosa y emotiva versión que, escuchada además a una Filarmónica de Viena entregada, fue un inesperado e inestimable regalo.

4 comentarios:

  1. En "Canal ARTE"
    Orozco-Estrada/Frankfurt RSO----- El 10/6/2016
    Janacek (Taras Bulba)
    Martinu (1ª Sinfonía)
    De Falla (Noches en los Jardines de España--- Con Javier Perianes!)

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  2. Gracias, AMD.
    Rectificación: el clarinete solista en las "Danzas de Galanta" fue, al parecer, Matthias Schorn.

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  3. De nada
    http://concert.arte.tv/fr/orozcoestrada-frankfurtradiosymphony-perianes

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  4. Coincido en tu apreciación del cuarto de Beethoven: en el primer tiempo eché de menos algo de más vigor e impulso, y de más una excesiva recreación en la pura belleza sonora. Efectivamente, la propina magistral: creo que a día de hoy Perianes le tiene más cogido el tino a autores como Grieg, Chopin, Debussy...

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