sábado, 13 de julio de 2024

Dos nombres: Tianqi Du en Bach y Renaud Capuçon en Fauré

 

Un espléndido disco Bach a contracorriente

Tianqi Du graba al piano cuatro Conciertos para teclado (BWV 1052, 1054, 1055, 1056) y orquesta del gran Johann Sebastian. El joven pianista chino (n. 1992) es un atrevido: no ya por tocar estos Conciertos pensados para el clavecín (¡a fin de cuentas muchos lo han hecho!), sino sobre todo por dejarse arropar, ¡hoy! por una espléndida orquesta de cámara que NO es de instrumentos originales: la Academy of St Martin in the Fields. Dirigida impecablemente por el británico Jonathan Bloxham, responsable de la Orquesta del Teatro de Lucerna y de los London Mozart Players. Las interpretaciones me han encantado. Y no, no son “románticas”: si lo fueran, por cierto, no me gustarían. ¿Son neutras, inexpresivas? Tampoco: De serlo, tampoco me habrían gustado.

Pero es que he descubierto que hace dos años, en el mismo sello Naïve, Tianqi Du publicó unas Variaciones Goldberg. Y eso ya son palabras mayores. Así que me he aprestado a escucharlas. Hace las repeticiones, de modo que se dilatan hasta los 87 minutos y pico. Versión que encuentro algo desigual -no igual de “inspirada” todo el tiempo-, pero, en todo caso, muy meritoria y sin que saque los pies del plato en ningún momento; lo que no puede decirse de muchos de los pianistas que las han grabado. (A señalar que logra un impecable equilibrio entre expresividad y estilo en la enorme variación XXV. Su fraseo me ha recordado aquí a la genial Rosalyn Tureck. Sin embargo, creo que se pasa al tocar al final la repetición del Aria con excesiva lentitud). Por cierto: las ornamentaciones añadidas son muy comedidas y, creo, suelen ser francamente sensatas.  

 

No parece que Renaud Capuçon tenga mucho recorrido como director

La mayoría de los instrumentistas que, cuando ya son bien conocidos, deciden entregarse a la dirección suelen meter la pata. Con las consabidas excepciones que todos conocemos: Barenboim, Ashkenazy o Rostropovich, y no muchos más. Debe de ser como una epidemia, una fuerte tentación que sienten muchos.

Es bastante patético escuchar lo que nada menos que un Krystian Zimerman hacía dirigiendo los Conciertos de Chopin (al tiempo que los tocaba, haciendo lo que le daba la real gana). Puede que creyera que los dos primeros Conciertos de Beethoven que había hecho tras la muerte de Bernstein no le habían salido mal; y así fue, pero es de sospechar que la Filarmónica de Viena no se dejase guiar de veras por él, sino que fue por libre, probablemente orientada por el curtido concertino. Sin llegar a esos extremos de delirio -los de Chopin- hay que recordar la sosera de Geza Anda o de Murray Perahia dirigiendo (es un decir) los Conciertos de Mozart junto a orquestas perfectas conocedoras de ese repertorio, por no hablar de Maurizio Pollini atreviéndose con una ópera de Rossini (La donna del lago, Sony 1984) o del violinista Joshua Bell, casi olvidado hasta “revivir” tras reaparicer tocando de incógnito en el metro de Nueva York, y al que le escuché en directo una penosa Sinfonía “Pastoral” (¡qué valor!, o mejor, qué irresponsabilidad)…

Pues bien, muchos no escarmientan de estos tan frecuentes desvaríos, y vuelven a la carga arriesgándose y poniendo en peligro su buen nombre como instrumentistas. Traigo estas reflexiones a colación porque el violinista Renaud Capuçon ha publicado, tocando y dirigiendo, un CD para el sello Deutsche Grammophon con varias de las páginas más conocidas de Gabriel Fauré (y una muy olvidada: el Allegro de concierto para violín y orquesta, en el que sale Renaud algo menos mal parado). Sobre Fauré recae el tópico de que es bastante dulzón, y me parece que en bastantes casos es no poco cierto. Pero muchos grandes directores, instrumentistas y cantantes logran disimular este peligro o esquivarlo por completo. Todo lo contrario que le ocurre a Renaud: hace un Fauré especialmente blando, etéreo y empalagoso, lo mismo tocando (Berceuse) que dirigiendo la Elegía (a la notable cellista Julia Hagen), la Balada para piano y orquesta (correcto Guillaume Bellon), la famosa Pavana, Pelléas et Mélisande (esto es lo más grave) y un particularmente frívolo Masques et bergamasques. Menos mal que la Orquesta, la de Cámara de Lausana, es más que buena; no me imagino lo que habría ocurrido con otra más floja.  

Posdata:

En tan solo dos o tres minutos, esta mañana poco después de las nueve y media, un señor muy pedante -que suelta unos rollos que casi nadie debe de entender, pero ¡hay que ver cómo demuestra su gran cultura!- ha dicho en Radio Clásica “Gofredo Pretasi” en lugar de Goffredo Petrassi, y “Burano Maderna” en vez de Bruno Maderna (¿será hermano de la famosa cantante Carmina Burana?)

11 comentarios:

  1. La Academy of St Martin ya grabó estos conciertos con Marriner y Gavrilov en el piano. Recuerdo que iban acompañados por un clavecín realizando el continuo y que sonaban francamente bien.

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    1. En 1987, cuando grabaron esos Conciertos de Bach Gavrilov y Marriner, tocarlos con piano e instrumentos "modernos" tenía mucho menos mérito que ahora: este tipo de interpretaciones suelen ser hoy descalificadas sin siquiera escucharlas.

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    2. Y llegará un momento en que las denunciarán por no ser auténticas ni históricamente informadas. O por competencia desleal, ya que suenan mejor que éstas.

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    3. Sí, sobre todo por competencia desleal. Son muy desleales y desconsideradas con las "auténticas".

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  2. No estoy del todo de acuerdo con que tocar los conciertos para teclado de Bach al piano esté tan poco aceptado. Yo creo que pasa algo similar a lo que ocurre con las interpretaciones de las obras para teclado de Bach al piano; se siguen haciendo, y muchos críticos siguen apreciándolas, muchísimo más de lo que afirman los dogmáticos de los instrumentos originales. Creo que, en el caso de las obras para teclado de Bach, la fuerza de la costumbre se ha impuesto.
    Y por citar pianistas que han grabado conciertos de Bach en los últimos años, ahí están Evgueni Koroliov, Alexandre Tharaud, Angela Hewitt, David Fray, Sebastian Knauer (¡con Norrington!), Konstantin Lifschitz, Francesco Tristano… Todos ellos al piano y acompañados, por supuesto, con instrumentos actuales. Y por cierto, siempre me ha resultado curioso que la alternativa intermedia, (hacer Bach al fortepiano, un instrumento que el compositor sí llegó a conocer), apenas se ha explorado.


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  3. Por lo que yo sé, Bach conoció y tocó los primeros forte-pianos, los de Cristofori, pero no fueron de su agrado. Valga esto para disuadir de que se explore la alternativa intermedia. Puestos a interpretar las obras para clavicémbalo de Bach con otro instrumento de teclado, mejor limitarse al piano moderno, que suena mejor que cualquier otro anterior.

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  4. Buenos días. Enhorabuena por su blog. Es muy informativo y suministra una valiosa guía de interpretaciones.
    Escribo porque me choca que se insista tanto en una especie de 'guerra' entre los amantes de las interpretaciones históricamente informadas y los de las tradicionales. Creo que alrededor de los años 80 del siglo pasado sí hubo una pugna por el espacio, donde unos llegaban diciendo "quítate tú para ponerme yo" y los otros se defendían como podían, pero eso, en mi opinión, ha acabado. Hoy hay espacio para todos, y, como en la viña del señor, a algunos les gusta el sonido del clave y de las cuerdas de tripa, a otros el del piano, y a muchos nos gustan ambos. Tomo como ejemplo de la situación actual el concierto BWV 1052 de Bach. Habla usted del mérito que tiene hoy día una interpretación de Bach al piano. Yo lo que observo es lo contrario. La democratización provocada por internet y la proliferación de casas discográficas ha traído más grabaciones de todo tipo que nunca. Si comparo, por ejemplo, las que yo tengo del Concierto BWV 1052 grabadas con piano entre los años 1975 y 2000 me salen 10 (no son todas las que existen, obviamente, pero es una muestra válida, creo), que van de Pires a Feltsman, pasando por Hae-Wong Chang, D'Alberto, Kocksis, S. Richter, Gavrilov, Hewitt y Steuerman. Si miro las grabadas entre 2000 y 2019, me salen 15, entre Perahia y Koroliov, pasando por Tharaud, Seivewright, Lifschitz, Bahrami, Dinnerstein, Fray, Schiff, Grimaud, Korstick, Stadfeld, Hewitt y Zilberquit; y varias de ellas publicadas en sellos de esos que van a lo seguro, que no hacen experimentos frikis destinados a un nicho: Sony, Decca, DG, Erato, Virgin, Alpha, Orpheo. ¿Dónde está, pues, el mérito de una grabación de Bach hoy con piano? No lo veo por ningún lado. Creo que si no hay más Bach con piano es porque el público prefiere otras cosas (el 3º de Rachmaninov, Grieg, Tchaikovsky nº 1 y otros estrenos absolutos), no por una especie de complot pro HIP que tiene al orbe encadenado en la oscuridad. El pianista Ramin Bahrami graba, en Decca, casi exclusivamente Bach, y Angela Hewitt se ha tirado años en DG e Hyperion haciendo lo propio con buenos resultados de público y crítica. ¿Dónde está el problema?
    Saludos, Guillermo

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    1. "Hay espacio para todos": no estoy de acuerdo: hay mucho más espacio para unos que para otros, no hay más que repasar la lista de grabaciones de los últimos años. Y no me refiero solo al barroco, sino también al clasicismo.
      Y otra puntualización: Bach al piano no es raro, sino piano más orquesta de instrumentos no originales.
      Por lo demás, muchas gracias.

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    2. Al barroco, al clasicismo, ¡y al romanticismo! (Schumann, por ej.)

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  5. Bueno, es que el asunto es aún más complicado, porque en realidad lo más habitual en tiempos recientes sería la combinación de instrumentos modernos pero enfoque “históricamente informado”. De hecho, eso es lo que escuchamos en las integraldes de sinfonías de Beethoven, por ejemplo, de Harnoncourt, Zinman, Paavo Järvi, Herreweghe, Norrington, Mackerras o, más recientemente, Yannick (excluyo a Abbado ese ciclo tiene algunas particularidades)… Y esto mismo podría aplicarse a la música orquestal de Schubert, Schumann, Mendelssohn y Brahms, como demuestra precisamente el ciclo sinfónico de este último por Yannick que acaba de salir. El fenómeno todavía no ha llegado a Wagner, (Thielemann y Barenboim aún mantienen mucho prestigio ahí), pero el ciclo Bruckner de Poschner va por ahí, (dudo que Roth vea publicado completo el suyo, después de las novedades recientes). En fin, así está el tema… Y hablar de versiones “históricamente informadas” de repertorio posterior, como ya indiqué, me parece muy pretencioso, porque para eso ya tenemos grabaciones auténticas, esas sí, realmente históricas y de valor…



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