Además del correspondiente a su Anillo en el Met editado en DVD por D.G., este sello lanzó también al mercado en 2007 el Götterdämmerung registrado diez años antes en Bayreuth. No lo había escuchado hasta ahora. Y voy a decir cuatro cosas sobre él, porque me ha parecido muy superior al neoyorkino de 1990.
De entrada, en lugar de aquella rancia y aparatosa puesta en escena de Otto Schenk, ésta de Alfred Kirchner, mucho más sencilla y esquemática, ha supuesto un soplo de aire fresco: escenografía y vestuario visualmente estimulantes, vistosos y hasta con su sentido del humor, un buen trabajo de actores y un acertado movimiento del coro (que, sobre todo en el acto II, recuerda algo al de Harry Kupfer también en Bayreuth, 1991-92, con dirección musical de Barenboim, DVD Warner).
Pero es que en lo musical las diferencias con Nueva York son importantes: en primer lugar, la orquesta y, más aún, el coro, son muy superiores y, sobre todo, mucho más idóneos. Aun con ciertos altibajos, Levine ofrece aquí su mejor Wagner, superior para mí a sus bastante celebrados Parsifal, en los que, sin embargo, concentra en exceso sus aspiraciones en la obtención de belleza sonora. Las sonoridades más oscuras y ásperas de Solti o de Barenboim en El ocaso parecieron conquistar en esta ocasión, para bien, al director norteamericano, que parece asumirlas con notable convicción y acierto. Además, frente a un “Viaje de Sigfrido por el Rin” no del todo logrado, a prácticamente todo el acto II le insufla una intensa temperatura dramática. En suma, hacía bastante tiempo que no le escuchaba a Levine algo tan notable, incluso sobresaliente.
Pero es que su elenco es uno de los más acertados que se hayan podido escuchar en Bayreuth en los últimos tres o cuatro lustros, y no me refiero sólo al Ocaso, sino a cualquier otro título. Hay, cómo no, un serio borrón, y es (lo habrán adivinado) el Siegfried de Wolfgang Schmidt, voz de considerable volumen y entidad dramática, pero cantante tosco y músico en ocasiones hasta zafio, de deficiente afinación y otras carencias en las que es redundante insistir. Tampoco me convence ni la materia prima ni la forma de cantar (es un decir) o interpretar, tan sobreactuada, el papel de Alberich que perpetra Ekkehard Wlaschiha.
Pero aquí acaban los reproches: lo mejor de toda la versión me parece la impresionante labor de Deborah Polaski, la más completa Brünnhilde desde hace mucho tiempo cuando –como aquí– se hallaba en buen estado vocal. Para mí, superior incluso a la tan admirada (con razón) Hildegard Behrens. La voz de Polaski posee más metal, y esto molestará a algunos por su registro agudo (no a mí, como tampoco me molestaba, ni mucho menos, en Astrid Varnay), pero el centro y el grave son aún más sólidos que los de alemana. Y es de verdad impactante la autoridad y la resolución de que dota a su personaje, su aguda y veraz caracterización psicológica; todo ello en perfecta conjunción con su actuación, memorable sin necesidad de recurrir a excesos (confirmando así las tremendas cualidades que había lucido en su Anillo berlinés del año anterior, con Barenboim).
El Gunther de Falk Struckmann es, tanto por su robusta y atractiva voz como por su convincente encarnación, el más sobresaliente que recuerdo desde Fischer-Dieskau con Solti. Espléndido, pero no a ese nivel, el Hagen de Eric Halfvarson, de timbre muy adecuado, pero que no posee uniformidad en toda su tesitura. A decir verdad, queda bastante por debajo de Matti Salminen. Magníficas tanto Anne Schwanewilms, una de las más admirables Gutrune que se hayan podido escuchar, como la rotunda y soberbia Waltraute de Hanna Schwarz (quien sólo cede en finura canora y expresiva ante una Waltraud Meier).
En resumen, y contra muchos pronósticos, un gran Göttedämmerung en DVD.