Nacido en Berlín (en la parte oriental, de la DDR) en 1971, estudió trompa antes de inclinarse por el trombón, en su ciudad natal y más tarde en Chicago. Desde 1993 y hasta 2002 fue miembro de la Staatskapelle Berlin (con Barenboim) y entre 1996 y 2002 tocó también en la Orquesta del Festival de Bayreuth. Desde 2002 es trombón de la Orquesta Filarmónica de Berlín, para la que obtuvo primeramente plaza como trombón y más tarde como trombón bajo, el instrumento en el que se ha especializado.
Ha asistido a clases magistrales de Leon Fleisher, András Schiff, Bruno Leonardo Gelber, Menahem Pressler, György Sandor, Fou Ts’Ong y Ferenc Rados.
Toca también regularmente en el Blechbläserensemble de la Berliner Philharmoniker, en el Ensemble German Brass y en el Daniel Schnyder Trio. Ha sido profesor en el Conservatorio de Hannover, profesor invitado en la Escuela Superior Hanns Eisler de Berlín y desde 2004 ostenta una cátedra de trombón en la Universidad de las Artes de su ciudad natal.
El compositor suizo Daniel Schnyder ha escrito para él la Suite de concierto roTor, habiéndola estrenado en diciembre de 2008.
¿Por qué el trombón de varas ha ganado la batalla al de válvulas, salvo en las bandas de música?
Desde que se perfeccionó, en la segunda mitad del siglo XIX, la construcción de trombones, se ha impuesto el de varas. En las bandas, sobre todo si tocan mientras caminan, es más cómodo el de válvulas.
Parece que mientras en los siglos XVIII y XIX se compuso más música solista para trompa o trompeta, en el XX el trombón ha conocido un período dorado, con muchos conciertos y composiciones de cámara. ¿Cuál es la razón?
En el XVIII abundan las partes destacadas de trombón –sin ir más lejos el solo del “Tuba mirum” en el Requiem de Mozart–, pero los compositores no solían conocer a fondo el instrumento y sus posibilidades, y apenas hubo trombonistas que fueran compositores de alto nivel. Esta situación mejoró en el XIX –ahí está la preciosa Romanza de Weber, aunque no es seguro que sea suya–, y mucho más en el XX, gracias sobre todo a la música de jazz, que ha contado desde hace un siglo con instrumentistas estupendos.
¿Toca usted jazz?
Me gusta, pero no suelo.
¿Cuáles le parecen los conciertos y obras para trombón y orquesta más destacados?
Los de Albrechtsberger, Leopold Mozart, Michael Haydn, Ferdinand David, Wagenseil, Franz Grüber, Alexei Lebedev, Nino Rota, Carlos Chávez, Henri Tomasi, Luciano Berio, Toru Takemitsu, Daniel Schnyder, Poul Ruders...
¿Le parece una combinación adecuada la de trombón y piano? ¿Es en estas piezas el piano un igual del trombón, o un mero acompañante?
En algunas piezas el trombón es solista y el piano sólo acompaña, pero sobre todo últimamente se han compuesto obras en las que ambos instrumentos tienen un papel de similar importancia.
¿Por qué no hay ninguna o casi ninguna obra para trombón solista que forme parte del repertorio bien conocido, como sí ocurre con algunos de trompa o de trompeta? ¿Acaso no existe una sola obra maestra?
Por lo que le dije antes de que los compositores importantes, durante décadas, no han conocido a fondo las posibilidades del instrumento, pero esto ha cambiado mucho en las últimas décadas: creo que entramos en una edad de oro del instrumento, en parte también porque hay bastantes instrumentistas de alto nivel.
¿Qué opina de la transcripción? ¿Es una buena salida para disponer de más repertorio?
Es necesaria por el escaso repertorio original que existe. Pero no se imagina la cantidad de música que puede transcribirse cómodamente al trombón, incluso al trombón bajo: escuche, por favor, los Cuatro Cantos Serios de Brahms (que están en mi primer CD), o, esta noche en el recital que ofrezco, varias canciones del Amor de poeta de Schumann.
¿En ambos casos la voz se corresponde con el trombón, y el piano queda tal cual?
Así es, exactamente.
Las transcripciones que suele tocar ¿son suyas?
Sólo algunas veces.
¿Existen trombonistas que sean permanentemente solistas, sin pertenecer a alguna orquesta importante?
Hasta ahora casi solamente Christian Lindberg –que tiene más discos grabados que ningún otro– ha hecho carrera como solista; la mayoría pertenecemos a orquestas o conjuntos de instrumentos de viento metal, y créame que hay muchos buenos intérpretes en las grandes orquestas de Europa y América.
Con tan sólo 22 años entró a formar parte de la Staatskapelle Berlin. ¿Fue requerido por Daniel Barenboim? Usted había estudiado también en Chicago, ¿le conoció allí?
No, en Chicago no le conocí, sino en Berlín, donde me seleccionó en unas pruebas. Y con la Staatskapelle he estado varias veces en España, incluyendo las óperas que la Staatsoper hizo en el Teatro Real dirigidas por él.
Usted da clases o las ha dado en varias instituciones de Berlín, en Hannover, en Shangai, etc. ¿Qué parte de su tiempo dedica a la enseñanza? ¿Qué le gusta más, tocar o enseñar? ¿Son fácilmente compatibles?
También doy clases en España, por ejemplo en el Musikene de San Sebastián y en el Conservatorio Superior de Zaragoza. Por cierto, tengo en España alumnos muy dotados. Me gusta mucho enseñar y le dedico todo el tiempo que puedo; no hay problema en compatibilizar esto con tocar en la Filarmónica de Berlín y con otros conjuntos. Hay tiempo para todo.
No es la primera vez que viene a España invitado por la Sociedad Filarmónica Madrid-Berlín. ¿Qué relación tiene con ella?
De profunda amistad, desde hace casi diez años, con su director, Ricardo Gassent. Hacen una labor espléndida y estoy encantado de venir a España invitado por ellos.
Su primer CD, que acaba de ser publicado, el “Berlin Recital” (BIS-CD-1824), es tal vez el primer programa grabado exclusivamente de trombón bajo. ¿Qué contiene?
Probablemente es el primero. Está grabado en público en la Sala de Cámara de la Philharmonie y contiene los Cuatro Cantos Serios de Brahms, la Sonata “Vox Gabrieli” de Stjepan Sulek, el Concierto núm. 1 de Alexei Lebedev, la Canción para Lotta de Jan Sandström y el Concierto SubZero de Daniel Schnyder.
Por cierto, usted forma parte del Trío Schnyder; es por el nombre de este compositor suizo ¿no es así?
Sí, pero no tiene una plantilla estable, puede cambiar de instrumentos. Él es un espléndido compositor, saxofonista y flautista suizo, que entiende el jazz tan bien como la música clásica. Algunas de sus obras pueden considerarse cross-over. Yo estrené su Concierto SubZero, que he tocado en Alemania, en Dinamarca, Suecia, Suiza y también en Madrid, con mucho éxito.
Creo que ha grabado un segundo CD, esta vez con orquesta.
Así es, con la Sinfónica de la Radio de Berlín, que aparecerá en mayo de 2011 bajo el mismo sello, Bis.
En el recital de esta noche (1 de diciembre, en la Escuela de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid, probablemente la escuela técnica más activa, gracias en buena parte a los desvelos de José Ramón Tapia), junto a la pianista japonesa Tomoko Sawano, su acompañante habitual, interpreta, entre otras, obras de Ledebev, Sandström y Schnyder, una Sonata de Telemann original para fagot y, de Robert Schumann, el Adagio y Allegro original para trompa, y lieder de Amor de poeta.
Sí, quiero intentar convencer de que un instrumento tan grave y en principio no muy maleable como es el trombón bajo es capaz de cantar como un barítono esas canciones de Schumann. Veremos...
El recital
La actuación de Stefan Schulz la misma tarde de la entrevista colmó todas mis expectativas: posee un sonido bellísimo, redondo, oscuro pero aterciopelado, una afinación rigurosamente infalible, una técnica extraordinaria que le permite, por ejemplo, regular la intensidad del sonido de forma asombrosa, además de un virtuosismo endiablado. Y por encima de todo, es un artista dotado de una musicalidad poco común y que, evidentemente, disfruta y se apasiona con la música.