Orthel, Beethoven, Shostakovich, Prokofiev, Ravel
Ya me advirtió un amigo, hará
como un año, que Lahav Sahni (Tel Aviv, 1989) era un director fuera de serie, y
que también era un gran pianista. Pero no había tenido oportunidad, hasta hace
poco, de escucharle ninguna grabación. Acabo de hacerlo, en unas cuantas cosas
bastante significativas, y estoy francamente deslumbrado con el talento de este
hombre de 30 años. En otoño de 2018 tomó posesión de la dirección musical y
artística de la Orquesta Filarmónica de Rotterdam (sucediendo a Yannick
Nézet-Séguin, demasiado ocupado en la Orquesta de Filadelfia y en el Met de Nueva
York). En su concierto inaugural como titular dirigió el Scherzo No. 2, op.38 del holandés Léon Orthel (1905-1985), el Concierto No. 3 de Beethoven (con
Barenboim, uno de sus principales mentores, junto a Mehta) y la Quinta Sinfonía de Shostakovich.
Aun sin conocer la notable
composición de Orthel salta a la vista lo bien defendida que ha estado por
Shani, obteniendo una respuesta de la orquesta sorprendente. El Tercer Concierto me ha dejado de piedra:
qué maravilla de dirección, atentísima al piano, equilibrada, canónica,
apolínea, de una belleza extraordinaria, y con una tersura de la cuerda de
llamar la atención. Pocas veces he escuchado en mi vida una batuta tan atinada,
que parece la de un magnífico director en su plena madurez. Barenboim, no tan ágil
de dedos como otras recientes actuaciones suyas, derrochó en todo caso una
musicalidad y una inspiración asombrosas. El Largo fue inenarrable, por parte del solista y de la batuta: a eso
se le puede llamar tocar fondo. No soy precisamente un experto en Shostakovich,
pero concretamente la Quinta Sinfonía
la conozco muy bien (en contra de otras opiniones más autorizadas que la mía -Pérez
de Arteaga, por ejemplo- me parece una de las mejores de su autor). Sin cargar
en exceso las tintas, pero sin caer en el exhibicionismo, no creo que sea una
de las versiones punteras que haya escuchado, pero en todo caso es
sobresaliente y demuestra una técnica impresionante, una perfección en la
puesta en sonidos de llamar la atención. Este hombre posee además una
gestualidad extremadamente suelta, natural y eficaz de cara a la orquesta.
De otro concierto reciente,
también con la segunda orquesta en importancia de Holanda (no hace falta recordar
cuál es la primera), he podido escuchar lo que se supone es la primera parte de
un concierto: una Sinfonía
"Clásica" de Prokofiev maravillosa (para mí solo las grabaciones
de Giulini, Celibidache y Ozawa me
gustan aún algo más. Les recomiendo que lean el comentario que de ella ha hecho
Vargas-Machuca en su blog, quien comenta también otras interpretaciones de
Shani). A continuación un Tercer
Concierto del mismo autor dirigido de ensueño, y con una Martha Argerich
que evidentemente tiene un pacto con el diablo por cómo se encuentra de dedos; es
una obra que parece destinada por su autor a esta mujer. Aun así, yo le achaco
su tendencia a correr, que a veces es un poco excesiva (véanse las duraciones: 9'20+9'37+9'44,
frente a la que creo sigue la versión más extraordinaria que conozco,
Lang/Rattle: 9'47+10'13+10'22). De propina, Argerich (en el lado derecho del
teclado) y Shani tocaron a cuatro manos tres piezas de Mi madre la oca de Ravel, con extrema belleza, delicadeza y
sensibilidad (¡qué maravilla de música!).
Para hacernos una idea del
virtuosismo de Shani pianista, señalar que tiene previsto tocar próximamente el
más difícil de los conciertos, técnicamente hablando: el Tercero de Rachmaninov, dirigiendo Barenboim. Conociendo lo poco
que este compositor le gusta al de Buenos Aires, es de suponer que tendrá en
alta estima a Shani al avenirse a dirigirle esa obra.
En los últimos años he
escuchado a varios jóvenes directores muy destacados, entre ellos David Afkham,
el director de la Orquesta Nacional de España. Pero me parece que Shani -que va
a suceder a Mehta a la cabeza de la Filarmónica de Israel- es de una categoría
superior a ellos. Puede que sea el director más importante surgido desde
Nelsons y Dudamel. Veremos: hay que seguirlo con atención.