Ravel, Bartók y Stravinsky
En 2010 el sello C Major publicaba en DVD el Concierto de la Filarmónica de Viena que tuvo lugar en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo el 27 y 29 de julio de 2008. La calidad técnica de aquel producto era sobresaliente, pero ahora ve la luz en blu-ray y comprobamos una mejora ostensible en la imagen y el sonido. Por suerte, algunas compañías (rara vez las multinacionales del CD) están pasando a este formato grabaciones antes aparecidas solo en DVD.
No consideraba los Valses nobles y sentimentales entre las partituras orquestales más relevantes de Ravel. Pues bien, Pierre Boulez me ha convencido de que sí lo es, con esta esclarecedora interpretación de refinamiento tímbrico extremo, expuesta con una transparencia y una sensibilidad excepcionales, en la que las referencias o anticipaciones a otras páginas ravelianas -no solo a La Valse, que citará explícitamente uno de estos valses- son muy resaltadas por la analítica batuta. Parece traslucirse que estamos ante no solo un director consumado, sino también un experimentado compositor. Maravillosa la actuación orquestal.
En julio de 1967 grababan para EMI Daniel Barenboim y Pierre Boulez, con la New Philharmonia, los Conciertos 1º y 3º de Bartók: un registro reputadísimo todavía hoy. Cuarenta y un años después vuelven a la carga con el Primero para ahondar en él hasta el límite de lo imaginable. Boulez no ha perdido aquí en incisividad, pero sí ha ganado en profundidad. La clarificación de la parte orquestal es mayor aún, los diálogos del solista con instrumentos de la orquesta (incluidos, o hasta en primer lugar con los de percusión) adquieren un sorprendente carácter camerístico que iluminan numerosos momentos con una luz nueva. Barenboim no cae en el tópico de considerar que la parte pianística es todo el tiempo, o casi todo el tiempo, percutiva, sino que ataca las notas con una intensidad y una variedad de acentos ilimitada, consiguiendo sonoridades y texturas nunca antes escuchadas. Incluso desentraña en algún momento lo que podríamos denominar, en el sentido tradicional, melodía. Pone al límite sus dotes de virtuoso en esta obra tan difícil como innovadora y genial estrenada en 1926 por el autor al piano y Furtwängler a la batuta. (Por cierto, el argentino ha manifestado su frustración por no poder tocar el Segundo, debido a la pequeñez de sus manos, pero se ha desquitado en cierto modo dirigiéndolo quizá más veces que los otros dos: al menos, que yo recuerde, a Lang Lang, Mitsuko Uchida y Yefim Bronfman). Si toda la interpretación de este Primer Concierto es una recreación en toda regla, el movimiento lento constituye una auténtica revelación (como curiosidad, presento las duraciones de ambas grabaciones, que en los movimientos extremos son similares, pero no así en el Andante: 9'21", 8'25" y 6'39" en 1969, y 9'30", 9'14" y 6'47" en 2008). Sensacional prestación de la fabulosa orquesta austríaca en un repertorio que, de entrada, no parece el más idóneo para sus características.
Esta es la segunda vez que Boulez dirige una versión filmada de El pájaro de fuego completo de Stravinsky: en abril de 2000 en Colonia con la Sinfónica de Chicago (DVD TDK/EuroArts) y ahora en 2008, en ambos casos el ballet íntegro en su versión original de 1910. Aquella interpretación parecía insuperable, y no estoy seguro de que ocho años después la haya superado, pues es difícil decantarse entre aquella versión más escarpada y también más brillante (la centuria norteamericana tiene parte de la responsabilidad, sin duda) y esta, algo más sosegada (la diferencia de tempi apenas explica esta diferencia: 46'35" frente a los 45'20" de antes), más delicadamente irisada, más depurada tímbricamente y de carácter diríase más reflexivo y hasta humanista. En una y otra galvaniza Boulez al auditorio en el número final con un prolongado crescendo en rallentando que genera una enardecedora tensión. ¡Qué sabiduría la de este hombre de gesto imperturbable que consigue esto a sus 75 y a sus 83 años! (acaba de cumplir, el 26 de marzo, los 90. Aprovecho para recomendar la lectura de un artículo sobre Boulez escrito por Jorge Fernández Guerra y publicado por El País ayer, 29 de marzo, con el título "El músico más poderoso del siglo").