El peor Requiem
de Mozart de la historia del mundo
Amaya Prieto, la conductora del programa “Música a la carta” de Radio Clásica, ha atinado encontrándolo y poniéndoselo a una señora que se había limitado a querer “escuchar el Requiem de Mozart”. La pobre se ha debido de encontrar con tal horror que le ha quitado las ganas de volver a escuchar semejante música espantosa. Y no quiero ni pensar en los oyentes que no conocieran la obra… ¡qué idea se habrán hecho de ella! Porque si eso es el Requiem de Mozart, ese Requiem es un bodrio.
El pasado lunes día 29 Amaya puso la primera mitad ¡y ayer lo continuó!, poniendo el resto, y más cosas que lleva el disco… y ella sin darse cuenta de que había cosas que ya no eran de Mozart (un Libera me de Seyfried y un Requiescant in pace anónimo), pues Amaya dijo al terminar la segunda parte: “Hemos escuchado las secciones finales del Requiem de Mozart”. ¡Ni siquiera se percató de que en el horrendo disco había algo más!
Amaya Prieto, ya lo he señalado varias veces desde este blog, parece escoger al azar las interpretaciones que emite, por eso, a veces -raras veces, a decir verdad- le salen buenas. Pero lo más frecuente es que sean malas. Ejemplo: antes del Requiem puso el aria “Chi il bel sogno di Doretta” de La Rondine de Puccini que le habían solicitado en una versión corrientita y fuera de estilo. ¡Sin irse muy lejos, Montserrat Caballé (con Mackerras) tiene la mejor que se recuerda! Pero ella no debía saberlo… O, peor, le daba igual.
Ahora, hay que reconocer que para el Requiem de Mozart ha tenido un tino increíble, pues seguro que no existe otra grabación peor: recurriendo a una expresión hace poco escuchada, “es metafísicamente imposible” que exista en disco otra interpretación tan atroz. Hace grande a la Novena de Beethoven de Frans Brüggen para Glossa, para que se hagan una idea…
Pero ¿qué Requiem es este, que nos ha regalado entero, y con creces, cuando no suele ofrecer completas las obras un poco extensas? Pues es una grabación (muy mala técnicamente, por cierto) del sello Accent del año 2018, dirigida por un tal Arthur Schoonderwoerd al frente (¿o a la espalda?) del Gesualdo Consort de Amsterdam. Este coro (¿se le podrá llamar así?) consta de dos sopranos, dos contraltos, dos tenores y dos bajos. La orquesta se llama Cristofori: su sección de cuerda se compone de dos violines, una viola, un cello y un contrabajo, para que se hagan una idea. Los solistas en el Requiem son del coro, y, en fin, no quiero hacer más sangre, pero las dos féminas son muy endebles; aun así, son la Schwarzkopf y la Baker comparadas con el tenor y el supuesto bajo (Harry van der Kamp, con 71 años: el único cuyo nombre me sonaba). Quienes no se privan de desafinar a placer y de añadir unos adornitos ridículos, de vergüenza ajena; pero estos reproches son poca cosa comparados con su gusto musical.
Con todo, lo más grave del grupo es el director, incapaz de concertar a esos cuatro gatos (perdón: nueve y pico) de sus conjuntos, pero bien capaz de masacrar una obra maestra hasta convertirla en un bodrio. Ya el comienzo mismo de la obra me hizo soltar una siniestra carcajada, con su aire llorón y no mortecino, sino completamente muerto. Las secciones siguientes me produjeron de nuevo congojas y carcajadas varias. Para que no me queden dudas, he tenido la santa paciencia de escucharlo de nuevo en Qobuz. Y no, no he podido mejorar mi opinión. (Y además he podido admirar la portada, de pésimo gusto: una carroza fúnebre seguida de unos perros, de camino al cementerio).
Me ha dado, además, la impresión de que no todos los elementos estaban presentes durante la toma de sonido, pues cada uno sonaba con una acústica diferente, como si el tenor estuviera en la cocina y el bajo (bueno: baritenor) en el salón, los violines en el patio y el timbal en el aseo… Vamos, lo que se llama ingeniería… barata.
Sí, la grabación, teniendo en cuenta el número de componentes convocados y de los honorarios que estos deben de percibir de acuerdo con sus cualidades, ha debido de resultar baratita… Y ¡a ganar dinero con el disco engañando al personal!… al personal que se deje engañar… que no son tan pocos como pueda parecer, no crean. Porque algunos que me sé no se atreverán a ponerlos en su sitio, puesto que se trata de ¡una interpretación “históricamente informada”!…