Creatividad en la interpretación
“Los ensayos deben cumplir su cometido como preparación; esto es, en el momento del concierto no debe haber ya más improvisación de la absolutamente necesaria. Pero –y esto hay que subrayarlo de modo especial- tampoco menos. Según parece, un conocido director ha dicho: hay que ensayar hasta que el director ya no parezca necesario. Es un craso error que tiene su origen en una mala interpretación no sólo de los argumentos en pro y en contra de muchos o pocos ensayos, sino también de la esencia y el propósito de la interpretación musical. En el fondo, la ansiedad de los directores por determinarlo todo de antemano hasta los mínimos detalles procede de su miedo a tener que confiar demasiado en la inspiración del momento. Mediante preparativos minuciosos intentan relegar esta inspiración a segundo plano tanto como les es posible y a la postre sustituirla y volverla superflua”.
“Del modo de tratar el llamado rubato se puede deducir si los impulsos que lo provocan están de acuerdo o no con el verdadero sentido de la obra, si son genuinos o no. Pues, tan pronto como ese rubato entra en escena, intencionada y calculadamente, enseguida y casi automáticamente se torna exagerado”.
“Se ha perdido el sentido de la diferenciación entre un gesto expresivo inspirado por la obra y dirigido a la orquesta y un gesto vacío destinado a impresionar al auditorio”.
“En una buena interpretación el aspecto técnico no se puede separar, ni por un momento, del espiritual, aunque pueda ser en sí efectivo. Cierto que puede producir efecto, pero no se justifica, porque distrae de lo esencial. Por supuesto, los únicos que pueden saberlo y sentirlo son quienes ya conocen de antes la obra de referencia en una interpretación más acorde con su naturaleza íntima. Por esta razón resultan tan peligrosas las interpretaciones de grandes obras vivas del pasado basadas en un virtuosismo técnico: estropean completamente el gusto”. (Continuará)