El Tercer Concierto para piano
Tras escuchar su recién
aparecida grabación del Tercer Concierto
de Béla Bartók (Harmonia Mundi HMM 902262) creo que el pianista Javier Perianes
puede añadir otro gran compositor a la ya larga lista de aquellos en los que
ha dado en el clavo: Beethoven, Schubert, Mendelssohn,
Chopin, Grieg, Debussy o Falla, entre otros. Con gran acierto enfoca este
tardío (1945) Concierto como lo que
es, una obra menos agresiva o cortante que los dos primeros, de algún modo otoñal (encuentro un cierto paralelismo
con lo que le sucedió al Richard Strauss crepuscular). Lo que no impide que el último movimiento sea
un entusiasta canto a la vida, con esa coda tan afirmativamente optimista y
vitalista. En perfecto entendimiento con Pablo Heras Casado, que me redime
aquí de varios chascos que le he escuchado últimamente (Schubert, Mendelssohn y
Schumann a la historicista: graves
errores para mí, malas influencias de lo que parece estar tan de moda y que ha
afectado también seriamente a una batuta superdotada como la de Nézet-Séguin).
Pues bien, ya la entrada está maravillosamente expuesta, con ese hondo
humanismo tan personal que caracteriza al último Bartók. Todo discurre del modo
más fluido y natural, todo está en su sitio -meridiana claridad, diálogos muy
trabajados- y el estilo de su autor no puede ser más reconocible. El
"Adagio religioso", debidamente recogido e íntimo, una especie de
reflexión solitaria en la noche, nos sumerge en una atmósfera muy llena de
sugerencias. Una vez más tengo la sensación de que la sección central anuncia
de algún modo los cantos de pájaros de Messiaen: Bartók nos traslada astuta y
hábilmente a otro mundo. El fraseo de
Perianes, con notas a menudo muy alejadas entre sí, está perfectamente ligado y
sostenido. Si los dos primeros movimientos me han encantado, puede que el
tercero lo haya hecho aún más. La Orquesta Filarmónica de Múnich se muestra
como lo que es, un conjunto de primera clase, excepcionalmente sensible y
maleable, con unos solistas de alto nivel. La toma de sonido, de los Estudios
Teldex de Berlín, es absolutamente ejemplar, acaso la más lograda que he
escuchado de esta obra.
El Concierto para orquesta
Bastante menos entusiasmo me
ha despertado el Concierto para orquesta.
Me parece que es una buena versión, claro, muy bien expuesto y explicado todo
su entramado, pero tengo algunas reservas: en el minuto 2'32" del primer
movimiento me parece algo flácida la entrada de la cuerda, y este tema y sus
variantes vuelven a resultarme algo blandas. El "Giuoco delle coppie" lo encuentro un poco rápido y de trámite, tocado casi todo el tiempo algo más fuerte de lo
debido, y algo descafeinada la tremenda, angustiosa "Elegia". Tampoco
creo que Heras acierte del todo con el singular sarcasmo del "Intermezzo
interrotto" (¡escúchese a Fricsay, a Solti o a Blomstedt!). Algo dulzonas
las maderas, no lo suficientemente incisivas, en el "Finale", que
sufre hasta de algún momento de blandura expresiva, y también de cierto
efectismo exterior. La orquesta está algo menos bien que en la otra
composición: el virtuosismo exigido es, como se sabe, extremo.