viernes, 28 de abril de 2017

Los últimos discos escuchados: una joya y una tomadura de pelo




La joya...
Harmonia Mundi publicó hace poco un álbum de 12 CDs que me parece extraordinariamente recomendable y que se puede encontrar a muy buen precio: la Edición de Lieder de Schubert por Matthias Goerne. Once CDs de lieder más uno de piano solo (la Sonata en Si bemol mayor, D 960, por Eschenbach). Creo que no hace falta insistir en que el conjunto de los numerosísimos lieder de Schubert son no solo es el más importante de la historia de la música, sino que en sí mismo se erige en una de las colecciones de música más prominentes que existen. Hay, como se sabe, una grabación de todos estos lieder (salvo los pocos prescritos por Schubert expresamente para voz femenina) de veras memorable, la del más grande cantante del siglo XX, Dietrich Fischer-Dieskau, junto al magnífico pianista intérprete de este género que fue Gerald Moore (D.G., 1969-1972). Pero como se trata de 21 CDs, tal vez algún melómano se sienta intimidado ante su tamaño. Yo lo recomendaría, sin dudar un momento, como una opción insuperable, pero al menos (¡o también!) la colección de Goerne es muy, muy conveniente.

El barítono alemán (barítono-bajo ya durante el período en que hizo estas grabaciones) es, con toda probabilidad, el más importante liederista desde su gran maestro y antecesor hasta hoy. Y ello pese a la presencia estos 30 o 40 últimos años de otros notables o excelentes intérpretes del género: los barítonos Hermann Prey, Theo Adam, Tom Krause, Bernard Kruysen, Olaf Bär, Thomas Allen, Andreas Schmidt, Thomas Hampson, Thomas Quasthoff, Roman Trekel, Dietrich Henschel, Bo Skovhus y Christian Gerhaher, sin olvidar a los tenores Peter Schreier o Werner Güra. Goerne (Weimar, 1967) no solo posee una técnica de canto asombrosa, sino sobre todo una inteligencia superior y una capacidad para escudriñar en los recovecos del texto y la música de estas obras, casi siempre extraordinariamente rica en expresividad (que muchos espléndidos cantantes no aciertan a desentrañar).

Los lieder escogidos aquí se encuentran entre los más destacados de su autor, pero, por supuesto, han quedado fuera algunos o muchos que son excelentes: es una pena que la debilitada industria discográfica no le haya permitido a Goerne llegar a grabar todos los restantes; lo ha hecho con casi la mitad). Y, por supuesto, se hallan presentes los tres ciclos: La bella molinera, Viaje de invierno y Canto de cisne (bueno, este último título es más bien una colección de canciones que un ciclo propiamente dicho). El álbum permite apreciar también la edad de oro (o al menos de plata) que vivimos hoy de estupendos pianistas especializados en el lied: no solo solistas como Christoph Eschenbach (que toca los tres ciclos) o la enorme Elisabeth Leonskaja, sino también los especialistas en lied Helmut Deutsch, Eric Schneider, Alexander Schmalcz o Andreas Haefliger, e incluso Ingo Metzmacher. Este último, al que solo conocía yo como director, resulta ser también al teclado un músico de gran clase.

Entre tantos elogios, también debo señalar alguna reserva: en el CD 9, con el pianista Andreas Haefliger (hijo del excelente tenor, admirable Evangelista en las Pasiones de Bach y también destacado liederista), hay un par de lieder, dos de los más conocidos, cuya interpretación me ha decepcionado: Die Forelle (La Trucha) y nada menos que el genial Erlkönig, llevado con tanta premura que es casi imposible diferenciar las diferentes voces que dialogan en él (les dura 3'43", frente a los 4'19" de Dieskau/Moore, ¡insuperable recreación!). Y me he llevado un chasco con la interpretación que hace Eschenbach de la Sonata D 960, "apéndice indisociable -dicen aquí- del Canto de cisne". El conocido pianista (¡y mejor director!) le aplica unos tempi tan extremadamente lentos que no se sostienen: en el primer movimiento solo Sviatoslav Richter fue más moroso (pero el ucraniano sabe mantenerlo y hasta lo justifica), mientras que en los otros tres Eschenbach ostenta el record absoluto de lentitud. El "Andante sostenuto" sobre todo (¡13'24"!) se cae por completo, se vuelve interminable y pierde su continuidad y su sentido.  
El libretillo, con comentarios en francés, inglés y alemán, no contiene los textos (que sí llevaban los discos, aparecidos anteriormente por separado), pero sí un útil índice alfabético de los 208 lieder presentes en la caja. Las tomas de sonido, realizadas en los famosos Estudios Teldex de Berlín entre 2007 y 2012, hacen honor a su reputación. Y una incidencia: en el doble CD que han titulado "An mein Herz" ("A mi corazón"), han intercambiado los dos discos: el que según la etiqueta dice ser el 1º es en realidad el 2º, y viceversa. Me temo que pueda ser un error de toda la edición (a ver si hay una segunda, y lo corrigen).

...y la tomadura de pelo
Se trata de un CD del sello Winter & Winter con Las cuatro estaciones de Vivaldi, a cargo del grupo Forma Antiqva, con Aitor Hevia como violín solista. Instrumentos originales, originalísimos, y una capacidad ilimitada para inventarse cosas, a cuál más inconveniente: ilógicas, ridículas, pimpantes, forzadas a más no poder. El violinista es, sin duda, un virtuoso, pero para mí que tiene poca cabeza, al menos aquí. He leído que, para algunos, es la interpretación más lograda, incluso la más genial, de estos cuatro Conciertos grabados varios cientos de veces. Para mí es, de lejos, la más grotesca, extravagante, gratuita y demencial que he escuchado. Cada una de las Estaciones viene precedida de una introducción -de unos tres o cuatro minutos- narrada y cantada (en inglés, claro) por Theo Bleckmann y tocada (¿y compuesta?) por el pianista de jazz Uri Caine y alguien más, que me anticipan lo que voy a escuchar a continuación de Vivaldi (¿Es de Vivaldi? ¡Pobre Vivaldi!) ¿Cómo resumiría la principal cualidad de estas introducciones, para mí absolutamente insufribles? Con una sola palabra, de cinco sílabas: pe-dan-te-rí-a.

viernes, 21 de abril de 2017

Carlo Maria Giulini: "The London Years"



Los grandes logros del joven director de Barletta

Warner ha publicado una caja de 17 CDs (que se puede conseguir a un precio muy bajo) con todas las grabaciones llevadas a cabo en Londres para el sello EMI, excepción hecha de los conciertos con solista (que están en otro álbum), las obras sinfónico-corales (las dos Misas de Beethoven, Requiem de Mozart, Requiem y Cuatro Piezas Sacras de Verdi) y, por supuesto, de la ópera (Don Giovanni, Le nozze di Figaro y Don Carlo). El último de los discos es un documental con declaraciones suyas y de músicos y productores que trabajaron con él, en Londres y en Chicago. 

Asombra comprobar la madurez musical y la estatura del joven Giulini (1914-2004), quien ya en sus grabaciones de los años 50 consigue no pocos logros verdaderamente mayúsculos. También llama la atención cómo en muchas ocasiones de estos años 50 y 60 reconocemos las características que solemos en primer término adjudicar al director, mejor conocido, de sus años 80 y 90 -es decir la cantabilidad excelsa, el lirismo, la nobleza y la amabilidad más admirables y conmovedoras- pero también cómo en aquellos años londinenses también resulta a veces brusco, áspero e incluso violento, casi siempre para bien. Con él no es conveniente -como con tantos otros grandes maestros- simplificar, pues muchas veces nos equivocaremos.

De todos modos, ya sabemos que la edad áurea de este director, uno de los más grandes de la segunda mitad del siglo XX, la alcanzó a partir de mediados de los 70 y llegó hasta poco antes del final de su carrera, porque -tristemente- alguna de sus últimas grabaciones acusa una cierta decadencia, al haber perdido cierta garra y volverse algo blando. Evolución que se aprecia muy bien en algunas de las obras que le acompañaron a lo largo de toda su vida: por ejemplo, en las dos últimas Sinfonías de Dvorák: las grabaciones de 1961-62 con la Philharmonia son ya admirables; formidables, antológicas, las de 1977-78 con la Sinfónica de Chicago (DG), y algo desmayadas las de los años 91-94 con la Concertgebouw (Sony).

Pero, como digo, en estos años londinenses, que abarcan desde 1956 hasta principios de los 70 (con una toma de 1976: la Séptima Sinfonía de Dvorák) nos vamos a encontrar con unas cuantas maravillas. De entrada, ya en el primer CD, con la obra más antigua de todo el álbum: la Sinfonía 94 "Sorpresa" de Haydn, registrada en 1956. Es curioso que sea este el único Haydn escuchado a Giulini y me pregunto por qué diantres no grabó más música de este autor, puesto que no exagero si digo que es, en disco, mi versión favorita. Su frescura, espontaneidad, fuego, entusiasmo y vitalidad son arrolladoras; por no hablar de la maravillosa, diáfana realización. Especial mención merecen las increíbles maderas de la Philharmonia, para mí sin duda las mejores del mundo por aquellos años. Bueno, es probable que en los años 60 ese conjunto fuese mi favorito entre todos. (Como la mayoría de las grabaciones de este álbum son con esta orquesta, lo será siempre que no especifique lo contrario). El disco prosigue con una Sinfonía (la op. 41) y una Obertura (op. 43), de Boccherini, también de 1956, aparentemente muy bien interpretadas. La Sinfonía "Inacabada" de Schubert (1961) que sigue es excelente: muy dramático el primer movimiento, no alcanza sin embargo la gloriosa madurez y equilibrio de su posterior grabación en Chicago (DG 1978), sin duda una de las cimas de la discografía. El disco se cierra con una discutible Obertura de Egmont (1970): comienza muy en punta, pero su clímax dramático (no la coda) es extrañamente alicaído.

El CD 2 contiene la Sinfonía "Pastoral" de 1970, una de la más bellas jamás llevadas al disco (entre las cuatro o cinco más sublimes, sin duda). Sin embargo la Octava, de 1973, con la Sinfónica de Londres, es extraña, pues su comienzo es elegante y hasta galante, pero nada intenso ni impetuoso (¿dónde está el "vivace e con brio"?...). La Novena bethoveniana, del mismo año y con la misma orquesta (salieron ambas en origen en un doble LP), es bastante desigual: el primer movimiento es lo mejor, como volvería a ocurrir en su grabación para DG de 1990 con la Filarmónica de Berlín (en esta, ese fragmento es impresionante por su dramatismo y su tensión), pero el resto decae a ojos vista. Incluso, en el finale coral tengo la impresión de falta de convicción -algo raro en Giulini-, convirtiendo esta versión, con un cuarteto solo mediano a causa de sus voces masculinas -Tear y Shirley-Quirk, mientras Armstrong y Reynolds están mucho mejor- y un Coro de la London Symphony no todo lo bien que se espera, en lo más decepcionante de todo el álbum.

El cuarto CD agrupa nueve Oberturas de Rossini procedentes de dos LPs diferentes (tomas de 1959, 1962 y 1964): la que menos me gusta, pese a sus momentos muy acertados, es la de Il Barbiere; bastante más me convencen las de La scala di seta, Il signor Bruschino, Tancredi y L'italiana in Algeri, mientras que las de La Cenerentola, La gazza ladra, Semiramide y Guillaume Tell me parecen sencillamente antológicas. Cinco de ellas, las más recientes, están estupendamente grabadas.

El quinto CD contiene una Sinfonía "Renana" y la Obertura Manfredo de Schumann (1958) de alto nivel: el "Lebhaft" inicial de la Sinfonía simplemente no le he escuchado mejor; el resto de la obra no mantiene ese nivel, que sería superior en la grabación de Giulini en Los Angeles (DG 1982), una de las mejores versiones en disco. Espléndida, dramática y vibrante, la obertura; quizá la de DG, más serena y sosegada, más introspectiva, pierde algo de energía. Por cierto, los retoques de Mahler a la orquestación de la "Renana" no se notan gran cosa, y son tal vez para mejor. El disco lo han completado con cuatro páginas de Verdi registradas en 1958: una espléndida Obertura de La forza del destino, una insuperable, alucinante de I Vespri Siciliani y los dos excelsos Preludios de La Traviata: tres interpretaciones de obligado conocimiento.
La Sinfonía de César Franck de 1957 posee un excelente "Allegretto", pero resulta ruda en los movimientos extremos; precisamente Giulini firmaría años después la que me sigue pareciendo la cumbre de la discografía (Filarmónica de Berlín, DG 1987). Admirable Psyché et Eros del mismo autor, grabado en 1958: casi tan extraordinario como el de 1987. Magistral lectura de Juegos de niños de Bizet (1956), con un formidable trompetista (anónimo), e implacable Noche en el Monte Pelado de Mussorgsky, originalmente del mismo LP.

El primer ciclo sinfónico Brahms de Giulini, de 1961 (la Primera), 1962 y 1968 (Cuarta) fue uno de los más destacados de aquellos años, algo más nervioso y tenso y menos efusivo y contemplativo que el de la Filarmónica de Viena (DG 1990-92), que algunos tienen como el más hermoso de la historia del disco (yo no lo tengo claro entre él y el de Bernstein para el mismo sello). Del de los años sesenta me han gustado mucho las dos primeras y un poco menos las dos últimas. Más que notables la Obertura Trágica y las Variaciones Haydn, también superadas -sobre todo estas últimas- en Viena.

El CD 10 agrupa una Segunda Sinfonía "Ucraniana" y una Francesca da Rimini de Tchaikovsky registradas en 1956 y 1962, respectivamente. La Sinfonía es la más ferozmente áspera y rusa que haya escuchado hasta hoy: parece firmada por un Markevitch furibundo; muy intensa, pero más equilibrada Francesca, ciertamente espléndida. El undécimo CD completa con un vibrante, sentido y conmovedor Romeo y Julieta (1962) una sobresaliente Sinfonía "Patética" (muy bien grabada en 1959) que resulta más creíble, sincera y en definitiva lograda que la que volvería a llevar al disco el año 1981 en Los Angeles para DG.

Los discos 12 y 13 contienen sus Dvorák para EMI: la Séptima Sinfonía (London Philharmonic, 1977) sigue siendo mi interpretación predilecta: una auténtica maravilla de lirismo, de cantabilidad y también de dramatismo: ¡qué increíble belleza! La Octava (1962), magnífica, sería incluso superada por la de DG 1978 en Chicago, seguramente la más extraordinaria existente en disco. La del "Nuevo Mundo" (1961), en cambio, aun siendo espléndida, queda apreciablemente por debajo de la de DG, igualmente en Chicago, una de las más grandes (aun así, claramente por debajo de la apabullante, irrepetible recreación de Celibidache, solo en DVD de EuroArts, 1991). Soberbios tanto la Obertura Carnaval (1961) como el Scherzo caprichoso (1962) que rellenan el disco.

Los discos restantes reúnen la escasa música del siglo XX que Giulini grabase. El Mar y los 3 Nocturnos de Debussy (1962, estupenda toma de sonido) siguen estando entre las mejores interpretaciones habidas y por haber. Muy buena Alborada del gracioso y excelente Segunda Suite de Dafnis y Cloe (1959), esta sin coro. Siguiendo con Ravel, nos encontramos con una bellísima Mi madre la oca (1956, que Giulini llevaría al Olimpo inalcanzable en 1991, con la Concertgebouw en Sony), una tan hermosa como sentida Pavana para una infanta difunta (que no mejoraría en 1986) y una admirable Rapsodia española (1966). El amor brujo, con una muy centrada Victoria de los Ángeles (1964), sigue siendo para mí el más convincente de la discografía: sorprende el hondo conocimiento de lo español y admira el lirismo que derrama sobre la partitura. En la Suite de El sombrero de tres picos (1957) encuentro, en cambio, bastantes altibajos -estupenda "Danza de la molinera"-, pero aquí y allá algo me resulta despistada. Ya en 1956 lograba Giulini una formidable Suite (1912) de El pájaro de fuego stravinskiana, eclipsada en cualquier caso por la antológica interpretación para el mismo sello trece años posterior con la Sinfónica de Chicago. Finalmente, en Britten conmueve la hondura con que recrea los Cuatro Interludios Marinos de Peter Grimes y acierta de pleno, tanto o más que el propio autor, en la Guía de orquesta para jóvenes (1962).

lunes, 17 de abril de 2017

Discografía de las principales Obras para piano de Brahms



4 Baladas op. 10
1965 Decca     Katchen                      4'55+5'47+3'48+5'35  6/7
1970 RCA       Rubinstein                   3'57+5'46+3'57+7'24  8/7
1973 DG         Kempff                        3'44+6'21+4'13+8'38  7,5/6
1976 DG         Gilels                          4'37+7'05+4'25+8'53  9/8
1978 Praga      Gilels                          4'40+6'35+4'10+7'15  8,5/7
1978 Philips    Arrau                          3'52+7'34+3'15+9'11  8,5/8
1981 DG         Michelangeli               4'31+7'11+4'15+9'37  9/8,5
*1981 EuroArts Michelangeli            4'40+7'18+4'10+9'57  8,5/6
1983 DG         Zimerman                   4'51+6'45+4'23+8'16  9,5/8,5
1991 Philips    Brendel                       4'04+6'01+3'44+8'52  8,5/9
1997 Teldec    Barenboim                  3'53+5'59+3'57+7'32  8/9

8 Piezas op. 76
1965 Decca     Katchen                      3'37+3'18+2'21+2'17+3'10+3'51+2'30+3'28   8,5/7
1990 Naxos     Biret                            3'38+3'23+3'16+3'18+3'20+4'26+3'06+3'35   9/8,5

7 Fantasías op. 116
1965 Decca     Katchen                      2'00+3'49+2'38+4'20+3'29+4'06+2'35           9/7
1973 Praga      Gilels                          2'08+3'55+3'05+4'40+3'05+2'58+1'53           8,5/7
1976 DG         Gilels                          2'08+3'34+3'11+4'18+2'59+3'04+2'14           9/8
1990 Naxos     Biret                            2'41+3'19+3'31+4'26+3'01+3'26+2'25           9/8,5
1991 DG         Kissin                          2'11+4'06+3'21+5'17+4'06+3'28+2'04           10/9
1995 Sony       Ax                               2'09+3'30+3'00+4'37+2'51+3'30+2'14           8/9
1996 Warner   Grimaud                      2'07+4'03+3'02+4'16+3'31+3'36+2'09           9/9
2005 H. Mundi  Vladar                      1'58+3'56+2'49+4'58+3'24+3'27+2'00           8,5/9
2005 MDG      Leonskaja                   2'25+4'06+3'25+4'56+3'42+3'28+2'36           9/8

3 Intermezzi op. 117
1965 Decca     Katchen                      5'14+4'33+5'24                       8,5/7
1971 Decca     Lupu                           5'43+4'56+6'08                       9,5/7,5
1991 Naxos     Biret                            5'19+4'52+6'06                       8/8
1992 DG         Pogorelich                   5'36+5'38+7'55                       8/9      
1996 Warner   Grimaud                      4'33+4'25+6'02                       9/9
1998 Ensayo   Achúcarro                   4'30+5'00+5'40                       9/7,5
2005 H. Mundi  Vladar                      4'54+3'57+5'19                       8/9
2005 MDG      Leonskaja                   5'15+4'50+6'20                       9/8

6 Piezas op. 118
1965 Decca     Katchen                      1'52+6'04+3'04+2'32+4'10+4'54        9/7
1978 Decca     Lupu                           1'45+5'56+3'06+2'39+3'49+5'30        9,5/7,5
1982 Philips    Bishop Kovacevich     1'39+5'04+3'07+2'37+2'56+5'34        8/8,5   
1991 Naxos     Biret                            2'03+5'18+3'44+3'14+4'01+5'42        9/8
1996 Warner   Grimaud                      1'53+5'50+3'28+2'34+3'53+4'42        9,5/9   
1998 Ensayo   Achúcarro                   2'20+6'00+4'02+2'40+3'50+5'10        9/7,5
*2002 Naïve   Lugansky                    1'52+5'05+3'05+2'27+3'47+4'55        8,5/8,5
2005 H. Mundi  Vladar                       1'40+6'23+3'23+2'21+3'46+5'21        8,5/9
2005 MDG      Leonskaja                   2'13+6'35+3'27+2'52+3'41+5'29        9,5/8

4 Piezas op. 119
1965 Decca     Katchen                      2'54+4'38+1'27+4'59  8/7
1978 Decca     Lupu                           3'12+5'17+1'39+5'01  9/7,5
1985 Philips    Bishop Kovacevich     4'05+5'32+1'27+4'55  7/8
1991 Naxos     Biret                            4'10+4'33+1'41+6'23  9/8
1995 Sony       Ax                               4'16+4'48+1'40+5'16  9/9
1996 Warner   Grimaud                      2'45+4'47+1'51+5'05  9,5/9
1998 Ensayo   Achúcarro                   3'26+5'18+1'47+5'02  8,5/7,5
2005 H. Mundi  Vladar                       3'56+4'36+1'29+4'40  8/9
2005 MDG      Leonskaja                   3'41+5'21+1'35+4'51  9/8

2 Rapsodias op. 79
1953 RCA       Rubinstein                   08'01+6'27                  9/6
1958 DG         Kempff                        08'07+7'06                  7,5/6
1960 DG         Argerich                      08'29+6'32                  8/7,5
1965 Decca     Katchen                      09'20+5'58                  8/7
1970 RCA       Rubinstein                   09'06+6'49                  9,5/7
1978 Decca     Lupu                           10'01+5'43                  9/8
1982 Sony       Gould                          06'55+5'36                  6/7
1982 Philips    Bishop Kovacevich     08'52+5'37                  9/8,5   
1990 Naxos     Biret                            07'56+6'26                  8,5/8,5
1992 DG         Pogorelich                   10'39+8'01                  9/9
1994 RCA       Oppitz                         10'01+7'12                  8,5/9
2005 DG         Grimaud                      08'56+7'06                  9/9

Scherzo op. 4
1958 DG         Kempff                       08'52                           7,5/6
1965 Decca     Katchen                      08'29                           7,5/7
1972 Philips    Arrau                          09'17                           9,5/8
1983 DG         Zimerman                   09'28                           10/8,5
1991 Naxos     Biret                            11'08                           7/8

Sonata para piano No. 1
1965 Decca     Katchen                      08'03+5'41+5'19+6'09                        8/7
1980 DG         Zimerman                   11'01+5'57+5'40+6'45                        10/8,5
1987 Decca     S.Richter                     11'18+5'58+6'53+7'16                        9,5/8
1994 Philips    S.Richter                     12'15+6'33+6'55+7'30                        10/8
1990 Teldec    Leonskaja                   12'50+5'40+6'10+7'23                        9,5/9

Sonata para piano No. 2
1965 Decca     Katchen                      5'29+6'00+3'54+11'09                        8/7
1975 Philips    Arrau                           6'19+5'19+3'46+12'02                        9,5/8
1980 DG         Zimerman                   6'05+6'18+4'31+12'12                        9,5/8,5
1987 Decca     S.Richter                     6'05+5'04+3'50+12'11                        9/8
1994 Philips    S.Richter                     6'14+5'12+3'54+12'00                        9/8
1995 Sony       Ax                               6'09+4'44+3'48+11'05                        8,5/9

Sonata para piano No. 3
1949 RCA       Rubinstein                   08'36+09'15+3'57+3'08+6'59 7/5
1958 DG         Kempff                        08'56+10'23+4'50+3'03+7'24 7,5/6
1960 RCA       Rubinstein                   09'11+10'23+4'15+3'00+7'39 8,5/7
1965 Decca     Katchen                      10'42+12'17+4'41+3'27+7'01 7/7
1971 Sony       Freire                          06'51+10'14+4'28+3'35+7'17 7,5/7
1972 Philips    Arrau                          10'33+13'40+4'51+4'09+7'34 9/8
1982 Decca     Lupu                           11'48+12'25+5'05+3'36+8'40 10/8,5
1983 DG         Zimerman                   10'39+12'45+5'12+4'29+8'20 10/8,5
1990 Teldec    Leonskaja                   11'09+11'39+5'07+4'12+7'52 8,5/9
1997 Teldec    Barenboim                  09'33+10'32+5'01+3'09+7'16 8/9
2003 RCA       Kissin                          09'53+12'29+4'30+3'48+6'47 9/9

Tema y Variaciones (Sexteto No. 1)
1973 DG         Barenboim                  12'14               10/8
1982 Decca     Lupu                           11'10               9/8
1990 Philips    Brendel                       10'46               8/8
1994 Naxos     Biret                            11'28               8/8

16 Valses op. 39
1965 Decca     Katchen                      17'22               8/7
1982 Philips    Bishop Kovacevich     17'10               8/8,5
1994 Naxos     Biret (1ª versión)         21'40               9,5/8,5
1995 Naxos     Biret (2ª versión)         18'37               8,5/8

25 Variaciones y fuga sobre un tema de Haendel
1943 EMI        Solomon                     25'09   8/5
1965 Decca     Katchen                      26'27   7,5/7
1973 DG         Barenboim                  31'01   10/8
1978 Philips    Arrau                          28'58   9/8
1981 Decca     Bolet                           27'56   8/8
1994 RCA       Oppitz                         27'20   7,5/9
1995 Teldec    A.Schiff                      26'50   8/9

16 Variaciones y fuga sobre un tema de Schumann
1965 Decca     Katchen                      19'27   9/7
1973 DG         Barenboim                  19'45   10/8    
1998 Ensayo   Achúcarro                   16'35   9/7,5

28 Variaciones sobre un tema de Paganini
1965 Decca     Katchen                      11'26+08'54    7/7
1975 Philips    Arrau                          13'58+11'24    9/8
1994 Philips    S.Richter                     13'17+10'30    9,5/8
1994 RCA       Oppitz                         13'17+10'38    8,5/9
1998 RCA       Kissin                          13'12+10'25    10/9,5

miércoles, 12 de abril de 2017

Homenaje de Barenboim a su amigo Pierre Boulez



Deutsche Grammophon publica un doble CD 

Al año de la muerte del gran compositor y director Pierre Boulez (1925-2016), y coincidiendo con la inauguración de la sala de conciertos berlinesa que lleva su nombre, se publica este doble CD en su memoria. Contiene grabaciones en público, todas con un sonido sorprendentemente bueno, excelente, de tres composiciones dirigidas por Barenboim en los Proms londinenses de 2012 (Dérive 2, Mémoriale) y en la Staatsoper de Berlín (Messagesquisse), de otra a cargo del propio Boulez en este mismo teatro igualmente y el mismo día 4 de abril de 2010, celebrando el 85º cumpleaños del compositor (Le marteau sans maître), y completándose el álbum con dos obras sin director: Dialogue de l'ombre double para clarinete y electrónica (Proms de 2012) y Anthèmes 2 para violín y electrónica (Staatsoper 2010). Programa heterogéneo pero de sumo interés por sus intérpretes, todos ellos muy familiarizados (o coincidentes) con el autor.

Dérive 2, partitura de casi 50 minutos compuesta entre 1988 y 2009 para un grupo de once instrumentistas, es una composición difícil de escuchar donde las haya y que Barenboim ha paseado por diversas ciudades, Madrid y Córdoba entre ellas. Está encomendada a componentes de la West-Eastern Divan Orchestra -entre ellos está la joven y brillante oboísta de Linares Cristina Gómez Godoy, hoy solista de la Staatskapelle Berlin, tocando aquí el corno inglés-, músicos de alta capacitación técnica y entrega absoluta. Es interesante comparar esta versión con la del propio Boulez al frente del Ensemble Intercontemporain (2010) contenida en la caja de la Obra completa de Boulez editada también por D.G.; creo que, claramente, Barenboim la expone, la explica con mayor claridad aún que el compositor (a quien le dura exactamente cinco minutos menos), y con una paleta de colores más rica y sugerente. En cuanto a los conocidos solistas reclutados por el autor, poseen un nivel de competencia similar.

El Dialogue, de 1984, está prescrito "para clarinete, cinta pregrabada y electrónica en directo". Jussef Eisa, joven solista palestino-alemán de la orquesta palestino-israelí-hispana, actualmente clarinete solista de la Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera, lleva a cabo un impresionante trabajo que en nada desmerece del de Alain Damiens, del Intercontemporain (¡a quien le dura casi ocho minutos menos!) en la referida caja. Mémoriale (1985/1993), para flauta solista, tres violines, dos violas, violonchelo y dos trompas, está defendido por el israelí Guy Eshed, solista del Maggio Musicale Fiorentino y de la Filarmónica de Israel, con mayor acierto aún que por Sophie Cherrier con Boulez en el álbum de la Obra completa. Anthèmes 2 (1997), para violín y electrónica es una difícil página que Michael Barenboim ha tocado en numerosas ocasiones; el trabajo del aún joven solista, muy volcado hacia la música reciente y que está desarrollando una brillante carrera internacional, resulta pasmoso (Hae-Sun Kang en la caja resulta algo más plano y menos imaginativo). Messagesquisse (1977), para cello solo y conjunto de seis cellos, suena en el instrumento del egipcio Hassan Moataz El Molla arropado por miembros del Diván. La notable e interesante versión que ofrecen no alcanza en esta ocasión a la de Queyras, con el autor, en la citada caja.

Y en cuanto a la que es la obra más divulgada de Boulez (junto a las Notations orquestales), El martillo sin dueño (1955), le dura al autor casi exactamente lo mismo (38'10") que en la interpretación (2005) contenida en la Obra completa: la mezzosoprano es la misma, la reconocida especialista Hillary Summers, que un lustro después se halla con la voz algo más ajada; en cuanto a la batuta, las diferencias creo que son mínimas, pero sí se aprecia diferencia en los seis instrumentos (flauta, guitarra, viola, vibráfono, xilorimba y percusión), claramente a favor de los músicos del Diván, que tocan con mayor entusiasmo, libertad y espontaneidad que los del Intercontemporain.

Ya sabemos que el disco se va muriendo poco a poco a favor de otros medios. Pero cuando uno se encuentra con una publicación tan esmerada como esta, es un placer tener el producto en las manos, leyendo los comentarios a las obras y los intérpretes, viendo las fotos, etc. El dibujo de la portada, admirable en su sencillez, es obra del gran arquitecto Frank Gehry, autor del proyecto de la Sala Pierre Boulez de Berlín, cuyo concierto inaugural corrió a cargo precisamente de Barenboim, quien ha colaborado con el compositor y director en numerosas ocasiones, desde hace más de medio siglo, y que ha sido uno de sus más fervientes defensores y divulgadores. Por ejemplo, la última grabación de Boulez (junio de 2011) fueron los dos Conciertos de Franz Liszt con el argentino de solista, interpretaciones publicadas en CD por D.G. y en DVD y Blu-ray por Accentus.

viernes, 7 de abril de 2017

Un Bach de pesadilla: Minkowski destroza "La Pasión según San Juan"



Con ocho de coro y 23 músicos

Ayer me proporcionó Ibermúsica uno de mis mayores sinsabores: Marc Minkowski haciendo del Norrington más destructivo y provocador perpetró una versión demencial de una de las obras cumbres de Bach, que quedó reducida a una caricatura grotesca de sí misma. Nada más empezar me di cuenta por dónde iban a ir los tiros: una entrada violenta, ruda, en la que azuzaba a los músicos para que sonasen broncos. Les Musiciens du Louvre que trajo su director constaban de ocho violines, dos violas, dos cellos, una gamba, dos contrabajos (cada uno en un extremo del escenario), dos flautas, dos oboes, un fagot, órgano, clave... y un contrafagot recto que debían de haber comprado por metros (¡medía casi tres!). 

El coro inicial, marcial y cuadriculado, estuvo punteado por incesantes, machacones berridos del contrafagot que emborronaban todo y me sacaron pronto de quicio. Al coro, compuesto por ocho cantantes, todos ellos (es un decir) solistas, también le hacía Minkowski berrear lo suyo (¡eran pocos frente a los instrumentos!). El Evangelista (Fabio Trümpy) es un tenor de voz bonita, no excesivamente blanca o ligera, de expresión empalagosa, redicha y hasta repelente (¡Bostridge, cuánto daño has hecho!). De Cristo hacía un barítono con ínfulas de bajo (Callum Thorpe) que es una de las voces más engoladas que haya escuchado; en varios momentos se olvidaba de por dónde iban los instrumentos que lo acompañaban. 

En los Corales, Minkowski hacía esfuerzos denodados para que no fuese a haber amago alguno de expresión (que ya se sabe: ¡todo lo que exprese algo es que cae en lo romántico!). Más: en el aria "Von den Stricken" (núm. 7) el contratenor Owen Willets lució un timbre desagradable y ratonero. Los oboes que lo acompañaban me resultaron difícilmente tragables. En el aria "Ich folge dir" dos flautas afónicas y un cello al que le habían dado cuerda -incapaz de la menor inflexión- arroparon a una soprano hiperligera (creo que Laure Barras), de voz pequeñísima y no poco cursiloncilla. En el aria de bajo con coral "Himmel reisse" un cello, un contrabajo, el órgano y el clave, rasposos a más no poder, brindaron un acompañamiento de aire militar al previsible Thorpe y a las dos lloriqueantes sopranos situadas al fondo del escenario. 

En el recitativo núm. 12 el Evangelista intentó unos trinos que quedaron a medias, y al final, cuando Pedro "weinete bitterlich" (lloró amargamente), exageró el efecto hasta el ridículo lloriqueo (ah, monsieur Minkowski, ¿eso no podría haber caído en lo romántico? Bueno, solo en lo romanticoide...). En el aria "Ach, mein Sinn" el tenor Valerio Contaldo intentó en vano proyectar una voz pequeña, fea y estrangulada por una emisión como hacia dentro. El final del aria me asustó un poco: terminó tan en seco, tan abruptamente, que pensé que los instrumentistas intervinientes se habían quedado súbitamente mudos y mancos. El coro final de la primera parte, tan insípido como era de esperar. "No se hace descanso", me dijo el acomodador al verme salir. "Ya lo sé, es que ya he oído bastante. Gracias"...

Aunque no me quedé hasta el final, en la primera parte la mayor parte del público no pareció inmutarse ante lo que sonaba. Me imagino qué es lo que ocurre, más o menos: a muchos les disgustaba lo que llegaba a sus oídos, pero no se atrevían, no se atreven a protestar o a manifestar su descontento para que no se les tache de ignorantes o de antiguos (alguno echaría de menos sus recordadas grabaciones dirigidas por Jochum, por Karl Richter o por Rilling: la segunda de este último, para Hänssler, es mi favorita); se quedan calladitos porque han percibido que lo que sonaba ayer es lo que se lleva hoy, lo que está de moda (aun así, lo que hizo ayer Minkowski sobrepasa, creo, en provocación y perversidad a la mayor parte de las versiones actualmente al uso). Aguanté, sí, solo la primera parte de La Pasión: ya había padecido bastante, y no soy creyente ni masoquista. Tampoco le perdono a Minkowski que me hiciese perder lo que me costaron los 40 minutos que faltaban hasta las 21 h., y que ya había pagado al Ayuntamiento de Madrid, sin posibilidad de recuperarlo, en un parquímetro que además me había costado encontrar: ninguno de los dos más próximos funcionaba.

miércoles, 5 de abril de 2017

Breves comentarios a algunos discos




Chopin/Pollini, Lisiecki, Fray

Últimamente han pasado por mis manos algunos discos de Chopin: uno de ayer mismo -Fray-, otro de 2013 -Lisiecki- y una reedición en alta resolución (DVD de audio) de una grabación analógica de 1972 -Pollini-. Voy a explicar brevemente qué me han parecido. David Fray (Francia, 1981) tiene a su cargo un programa Chopin (7 Nocturnos, 3 Mazurcas, un Impromptu, un Vals y la Polonesa-fantasía) que acaba de publicar Warner bajo el sello Erato. Había escuchado solo un disco de este pianista, los Conciertos 22 y 25 de Mozart, que me había gustado mucho. Con Chopin puedo hablar, incluso, de entusiasmo: he aquí un artista dotado de un mecanismo de primer orden y, sobre todo, de un sonido de enorme belleza, una musicalidad fuera de serie y una completa adecuación al universo chopiniano. Es creativo y personal, pero extraordinariamente riguroso y cabal. De las 13 páginas incluidas, una decena me parecen interpretaciones de bandera. Un gran chopiniano, y por tanto un gran pianista. (Para colmo, una toma de sonido absolutamente sensacional). (Curiosidad: Fray está casado con Chiara Muti, hija del gran Riccardo).
Los otros dos discos Chopin coinciden en programa: los 24 Estudios de Chopin (Opp. 10 & 25). Jan Lisiecki, un joven valor (Canadá, 1995), demuestra en su registro para D.G. una preparación técnica de alto nivel y unas capacidades musicales de primer orden. Pero... estas solo se aprecian en varios de los Estudios, que interpreta con ideas y personalidad y que resultan muy, muy convincentes. Otros, por el contrario, resultan bastante rutinarios, incluso mecánicos: algo típico, por tanto, de un joven que quiere triunfar e imponerse con excesiva rapidez, sin haber tenido talento o tiempo para reflexionar sobre todas y cada una de estas 24 magníficas páginas. Disco, por lo tanto, desigual, solo interesante, pero pianista a seguir... si la compañía discográfica no se lo carga, aplicándole excesiva presión.
Ya tenía un recuerdo bastante preciso del hiperpremiado y elogiado hasta la náusea disco de Maurizio Pollini tocando los 24 Estudios. Pero vuelto a escuchar, con sonido bastante mejorado (aunque sigue pareciéndome un poco metálico y demasiado incisivo y recortado). Sí, ya sé que estas dos características son propias del pianista mismo, pero tal vez la toma de sonido las potencie. Y ¿qué me parecen las interpretaciones? Pues que en la mayor parte de los casos -sí, salvo como mucho media docena de piezas- son mera exhibición de mecanismo (fulgurante, sobre todo en su momento: hoy impresiona menos) y de una claridad extrema, pues se perciben con enorme nitidez todas y cada una de las notas. Pero la mayor parte de los Estudios creo que no están lo que se dice interpretados, sino solo tocados: evidentemente, Pollini se pasa aquí (y esto le sucede a menudo) de objetivo (no le ocurre así en las Polonesas o en las Sonatas del compositor polaco). "¡Objetivo lo es solo quien carece de ideas!", escribió con bastante razón Johann Gustav Droysen. No hay que olvidar que estas páginas, casi todas breves, están entre lo mejor -musicalmente hablando- de su autor. Y esta cualidad, la principal -la superación de las dificultades de ejecución me parece secundaria- casi está ausente en una gran parte de ellas. ¿Mis preferencias en estas obras? Para la serie completa, Vladimir Ashkenazy (Decca 1975), y para la Op. 25, Lang Lang (Sony 2012). 

Dvorák/Szell

Algo similar a lo que le ocurre a Pollini en esos Estudios le pasa a George Szell en sus grabaciones (CBS/Sony) de las tres últimas Sinfonías de Dvorák, con la Orquesta de Cleveland (menos buena entonces de lo que algunos sostienen, dicho sea de paso: muy disciplinada y exacta, sí, pero con metales algo chillones, de precario empaste con el resto). Reeditadas las dos últimas en alta resolución (está visto que los que mayormente compran estos nuevos productos deben de ser discófilos mayorcitos que en su día descubrieron la música en grabaciones de los años 50, 60 y 70: por eso son de aquellos años los reprocesados más abundantes). Pues estos Dvorák me han parecido de lo más insípido y descomprometido de este casi siempre austero director, modelo para muchos también de esa objetividad mal entendida: como frialdad y distanciamiento. 
La Séptima, de 1961, no me dice nada (le he puesto un 6). Algo mejor la Novena "del Nuevo Mundo" (1959), con un 6,5. Y algo mejor aún la Octava (1959), con un 7; todas ellas muy rápidas. También hay que señalar que la que grabó para EMI, con la misma orquesta, doce años después, me merece un 8,5. Aun así, Szell siempre queda para mi gusto en estas obras muy por debajo de mis versiones favoritas: Giulini/London Philharmonic (EMI 1977) para la , Giulini/Chicago (DG 1978) para la , y la para la : Fricsay/Filarmónica de Berlín (DG 1960), Giulini/Chicago (DG 1977) y, ¡por encima de todas, Celibidache/Filarmónica de Múnich! (DVD EuroArts 1991). 

Chailly ¿tampoco levanta cabeza en Milán?

El primer disco que Decca publica de Riccardo Chailly desde su llegada a la dirección musical de La Scala tampoco es muy estimulante: el programa de oberturas, preludios e intermedios con música de compositores italianos desde Rossini hasta Leoncavallo y Puccini, con la Filarmonica della Scala, es tremendamente desigual, con algunos aciertos y varios pinchazos. La rutina, la brocha gorda y la falta de interés (o eso parece) son muy frecuentes: ¿que fue del gran director y el gran músico que llegó a ser en su etapa de la Concertgebouw? Desde que recaló en la Gewandhaus de Leipzig algo gordo le pasó: no es el mismo, y para mucho peor. También la velocidad es seña de identidad de estos últimos años, lo mismo en Beethoven que en Verdi o en quien se le ponga por delante.