Últimamente han pasado por
mis manos algunos discos de Chopin: uno de ayer mismo -Fray-, otro de 2013
-Lisiecki- y una reedición en alta resolución (DVD de audio) de una grabación
analógica de 1972 -Pollini-. Voy a explicar brevemente qué me han parecido. David
Fray (Francia, 1981) tiene a su cargo un programa Chopin (7 Nocturnos, 3
Mazurcas, un Impromptu, un Vals y la Polonesa-fantasía)
que acaba de publicar Warner bajo el sello Erato. Había escuchado solo un disco
de este pianista, los Conciertos 22 y
25 de Mozart, que me había gustado
mucho. Con Chopin puedo hablar, incluso, de entusiasmo: he aquí un artista
dotado de un mecanismo de primer orden y, sobre todo, de un sonido de enorme
belleza, una musicalidad fuera de serie y una completa adecuación al universo
chopiniano. Es creativo y personal, pero extraordinariamente riguroso y cabal.
De las 13 páginas incluidas, una decena me parecen interpretaciones de bandera.
Un gran chopiniano, y por tanto un gran pianista. (Para colmo, una toma de
sonido absolutamente sensacional). (Curiosidad: Fray está casado con Chiara
Muti, hija del gran Riccardo).
Los otros dos discos Chopin
coinciden en programa: los 24 Estudios
de Chopin (Opp. 10 & 25). Jan Lisiecki, un joven valor (Canadá,
1995), demuestra en su registro para D.G. una preparación técnica de alto nivel
y unas capacidades musicales de primer orden. Pero... estas solo se aprecian en
varios de los Estudios, que
interpreta con ideas y personalidad y que resultan muy, muy convincentes.
Otros, por el contrario, resultan bastante rutinarios, incluso mecánicos: algo típico,
por tanto, de un joven que quiere triunfar e imponerse con excesiva rapidez,
sin haber tenido talento o tiempo para reflexionar sobre todas y cada una de estas
24 magníficas páginas. Disco, por lo tanto, desigual, solo interesante, pero
pianista a seguir... si la compañía discográfica no se lo carga, aplicándole excesiva presión.
Ya tenía un recuerdo bastante
preciso del hiperpremiado y elogiado hasta la náusea disco de Maurizio Pollini
tocando los 24 Estudios. Pero vuelto
a escuchar, con sonido bastante mejorado (aunque sigue pareciéndome un poco
metálico y demasiado incisivo y recortado). Sí, ya sé que estas dos
características son propias del pianista mismo, pero tal vez la toma de sonido
las potencie. Y ¿qué me parecen las interpretaciones? Pues que en la mayor
parte de los casos -sí, salvo como mucho media docena de piezas- son mera
exhibición de mecanismo (fulgurante, sobre todo en su momento: hoy impresiona
menos) y de una claridad extrema, pues se perciben con enorme nitidez todas y
cada una de las notas. Pero la mayor parte de los Estudios creo que no están lo que se dice interpretados, sino solo tocados:
evidentemente, Pollini se pasa aquí (y esto le sucede a menudo) de objetivo (no le ocurre así en las Polonesas o en las Sonatas del compositor polaco). "¡Objetivo lo es solo quien
carece de ideas!", escribió con bastante razón Johann Gustav Droysen. No hay que olvidar que estas
páginas, casi todas breves, están entre lo mejor -musicalmente hablando- de su
autor. Y esta cualidad, la principal -la superación de las dificultades de
ejecución me parece secundaria- casi está ausente en una gran parte de ellas. ¿Mis
preferencias en estas obras? Para la serie completa, Vladimir Ashkenazy (Decca
1975), y para la Op. 25, Lang Lang (Sony 2012).
Dvorák/Szell
Algo similar a lo que le
ocurre a Pollini en esos Estudios le
pasa a George Szell en sus grabaciones (CBS/Sony) de las tres últimas Sinfonías de Dvorák, con la Orquesta de
Cleveland (menos buena entonces de lo que algunos sostienen, dicho sea de paso:
muy disciplinada y exacta, sí, pero con metales algo chillones, de precario
empaste con el resto). Reeditadas las dos últimas en alta resolución (está
visto que los que mayormente compran estos nuevos productos deben de ser discófilos
mayorcitos que en su día descubrieron la música en grabaciones de los años 50,
60 y 70: por eso son de aquellos años los reprocesados más abundantes). Pues
estos Dvorák me han parecido de lo más insípido y descomprometido de este casi
siempre austero director, modelo para muchos también de esa objetividad mal entendida: como frialdad
y distanciamiento.
La Séptima, de 1961, no me dice nada (le he puesto un 6). Algo mejor la Novena "del Nuevo Mundo" (1959), con un 6,5. Y algo mejor aún la Octava (1959), con un 7; todas ellas muy rápidas. También hay que señalar que la 8ª que grabó para EMI, con la misma orquesta, doce años después, me merece un 8,5. Aun así, Szell siempre queda para mi gusto en estas obras muy por debajo de mis versiones favoritas: Giulini/London Philharmonic (EMI 1977) para la 7ª, Giulini/Chicago (DG 1978) para la 8ª, y la para la 9ª: Fricsay/Filarmónica de Berlín (DG 1960), Giulini/Chicago (DG 1977) y, ¡por encima de todas, Celibidache/Filarmónica de Múnich! (DVD EuroArts 1991).
La Séptima, de 1961, no me dice nada (le he puesto un 6). Algo mejor la Novena "del Nuevo Mundo" (1959), con un 6,5. Y algo mejor aún la Octava (1959), con un 7; todas ellas muy rápidas. También hay que señalar que la 8ª que grabó para EMI, con la misma orquesta, doce años después, me merece un 8,5. Aun así, Szell siempre queda para mi gusto en estas obras muy por debajo de mis versiones favoritas: Giulini/London Philharmonic (EMI 1977) para la 7ª, Giulini/Chicago (DG 1978) para la 8ª, y la para la 9ª: Fricsay/Filarmónica de Berlín (DG 1960), Giulini/Chicago (DG 1977) y, ¡por encima de todas, Celibidache/Filarmónica de Múnich! (DVD EuroArts 1991).
Chailly ¿tampoco levanta cabeza en Milán?
El primer disco que Decca
publica de Riccardo Chailly desde su llegada a la dirección musical de La Scala
tampoco es muy estimulante: el programa de oberturas, preludios e intermedios
con música de compositores italianos desde Rossini hasta Leoncavallo y Puccini,
con la Filarmonica della Scala, es tremendamente desigual, con algunos aciertos
y varios pinchazos. La rutina, la brocha gorda y la falta de interés (o eso
parece) son muy frecuentes: ¿que fue del gran director y el gran músico que
llegó a ser en su etapa de la Concertgebouw? Desde que recaló en la Gewandhaus
de Leipzig algo gordo le pasó: no es el mismo, y para mucho peor. También la velocidad
es seña de identidad de estos últimos años, lo mismo en Beethoven que en Verdi
o en quien se le ponga por delante.
Estimado Ángel:
ResponderEliminar¿Cuál es su parecer respecto de la grabación de la 7a. de Dvořák por István Kertész y la Filarmónica de Londres?
Me imagino que se refiere usted a la grabación (Decca 1964) con la Sinfónica de Londres (que yo sepa, Kertész no grabó nada con la Filarmónica de esa ciudad). Pues bien, esa versión de la Séptima me parece la mejor de su ciclo de las 9 Sinfonías de Dvorák: en mi lista particular la tengo puntuada nada menos que con un 9 sobre 10.
EliminarEn efecto, me refería a tal grabación con la Sinfónica de Londres. Aunque al parecer sí tiene un registro con la Filarmónica, dirigiendo Respighi (http://www.45cat.com/record/f13266).
EliminarSiempre se descubre algo nuevo en internet.
Saludos!
Pero cómo se atreve!!! Pollini es intocable, es el más grande entre los grandes... (Eso es lo que yo he oido decir mil veces, pero no, no me convencen...) Carlos (Zaragoza)
EliminarEs la vieja historia de siempre. En ensalza una y otra vez a un intérprete o una grabación hasta convertirlos en leyenda, y acaban volviéndose en intocables, casi en una religión: su excelencia se da ya por sentada y no se discute jamás; es un acto de fe. Después queda muy "cool" (perdón por el barbarismo) y muy moderno convertirse en uno de sus feligreses y repetir el evangelio como un mantra: “Fulanito es el más, grande; su grabación es la mejor. Fulanito es el más grande, su grabación…”. Y, además, da prestigio entre los amigos melómanos más esnobs.
ResponderEliminarEsta grabación de los Estudios de Chopin por Pollini fue la primera que, aconsejado por algunos medios, compré hace ya unos cuantos años. Nunca me aportó el menor disfrute, salvo el de la inmaculada y vertiginosa ejecución de las notas. Hoy en día, como bien apunta usted, hay muchos pianistas jóvenes que pueden hacerlo aún mejor; y con un sonido más hermoso y más adecuado al universo de Chopin. Algunos hasta encuentran música en estas obras maestras tan maltratadas por los virtuosos. Ya lo decía Mozart: “La música no está en las notas”. El que quiera entender, que entienda.
Miguel Ángel