El primero, grabado en la Semperoper de Dresde en junio de 2014, contiene un programa la mar de interesante: Ernster Gesang (Canto serio) para orquesta de Wolfgang Rihm, una estupenda página (de unos 13') compuesta para la ocasión y que constituye un homenaje a Brahms (en referencia concreta a sus geniales Cuatro cantos serios), seguida de los Últimos Lieder de Strauss. Y no digo los "cuatro", porque aquí son cinco, puesto que entre el primero (Frühling) y el segundo (September) de los habituales Cuatro Últimos se ha intercalado Malven, que desde hace años se sabe que fue el ultimísimo compuesto por su autor, concretamente en noviembre de 1948 y dedicado a la gran soprano Maria Jeritza. Este lied, escrito para voz y piano y aquí orquestado por Rihm, es precioso, por supuesto, pero no estoy muy seguro de que encaje debidamente con los otros habituales cuatro. En todo caso, llama la atención cómo la gran Anja Harteros deja pasar el primero, Frühling, sin pena ni gloria, para mejorar mucho en September y dejanos boquiabertos en Beim Schlafengehen (¡qué belleza de canto y de expresión!) y sobrecogernos en Im Abendrot, en el que se transfigura, logrando una belleza vocal suprema y una transmisión íntima y emocionante a más no poder del conmovedor texto de Eichendorff. Creo no exagerar diciendo que jamás he escuchado cantar así este lied sublime. Tres coincidencias con la reciente grabación de los Cuatro por Anna Netrebko y Barenboim: la soprano rusa pasa un poco de largo por el primero, para remontar muchísimo en los dos últimos, y cómo también, ni Barenboim ni Thielemann me convencen en una introducción apresurada y algo insípida de Im Abendrot; sí aciertan en su inefable conclusión, más el argentino que el alemán, que no pasa en conjunto del notable en estos lieder.
La Sinfonía Alpina ya la había grabado Thielemann en dvd, con la Filarmónica de Viena, tan solo tres años antes (Opus Arte), con resultados que distaron de entusiasmarme. Ahora ha mejorado, sin duda, pero no a lo largo de toda la obra, sino sobre todo en el final (desde la "Puesta del sol"), que borda sin la menor reserva. Pero sigo teniéndolas en varios pasajes: por ejemplo, la "Salida del sol" carece del esperado fulgor, en la "Entrada al bosque" me molestan ciertos portamentos, "En los pastos de la montaña" me resulta un poquito banal y la "Visión" tampoco levanta el vuelo. Soberbia la Staatskapelle de Dresde, con la única reserva de unas trompetas algo apuradas en "En la cima" (!). Y magnífica la grabación, superior a la de Opus Arte.
El segundo blu-ray recoge la filmación de un triunfal concierto habido el día de navidad de 2013. En él se confirma por enésima vez la excepcional talla del más grande de los directores jóvenes (n. 1978), el letón Andris Nelsons, flamante director ya de la Sinfónica de Boston, y que había dado numerosas pruebas de ser uno de los más grandes intérpretes de Strauss (su Vida de héroe con la Filarmónica de Berlín, como puede comprobarse en la transmisión del Digital Concert Hall, es asombrosa, alucinante, bastante diferente pero tal vez al nivel estratosférico de Barenboim en su reciente grabación para DG). El Zaratustra de este blu-ray, superior incluso al de su soberbia grabación con la Orquesta de Birmingham (Orfeo 2014), es más apasionado y visionario que opulento, y cuenta con un (anónimo: el cuadernillo no lo cita) excelente violín solista, además de con una orquesta excelsa, abiertamente superior a la del referido CD. Creo que solo Maazel con la Filarmónica de Viena (DG) me gusta un poquito más aún, lo mismo que la fabulosa versión (no publicada en disco) de Dudamel con la Filarmónica de Berlín en abril de 2012, superior aún a la de su toma por DG.
El juvenil poema sinfónico Macbeth (1886-91) cuenta con pocos defensores entre las grandes batutas: aquí Nelsons demuestra creer en él tanto como Maazel, alzándose hasta el altísimo nivel de las dos grabaciones de éste (DG en Viena y RCA con la Radio Bávara): es una partitura que reclama mayor atención. Till Eulenspiegel era ya lo mejor del citado CD; aquí, con un conjunto aún más extraordinario, lo borda hasta el punto de convertirse en una de las interpretaciones más perfectas e interesantes de la discografía: una recreación asombrosa por su diáfana realización y por atender a todas las vertientes expresivas imaginables en este genial poema sonoro, sin caer en exageraciones. (Para mí, el Till más genial que he escuchado es el que Barenboim hizo en público con la Filarmónica de Berlín el 13 de junio de 2009, en retransmisión del referido Digital Concert Hall). La toma de sonido, siendo espléndida, no es quizá tan buena como la del blu-ray anterior.
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