Lang Lang desembarca en Sony con un recital en público tomado en la Musikverein de Viena entre el 27 febrero y el 1 de marzo de este mismo año. Un recital en el que deja bien patente su creciente y cada vez más consolidada madurez de gran artista. Me parece que se equivocan, pues, los que veían (o ven) en él un mero producto más del marketing.
Aborda aquí un peligrosísimo repertorio: la primera parte se compone nada más y nada menos que de dos Sonatas de Beethoven: la Tercera (op. 2) y la Vigésimo tercera, la “Appassionata” (op. 57). En la obra juvenil, pero ya formidable, del joven genio de Bonn sigue claramente los pasos de Barenboim –que es, sin duda, el mejor guía que puede tenerse–. El fraseo, la planificación de las tensiones, están muy meditados y medidos, resultando todo el devenir de la obra de una lógica absoluta. El “Adagio” es maravilloso. Carece, desde luego, del sonido beethoven-puro-de-oliva de su modelo, pero es, en todo caso, el suyo un sonido de gran belleza y capaz de una gama dinámica muy bien estratificada. Su grado de pasión y de dramatismo son también más contenidos que los de su modelo, pero ni uno ni otro están descuidados.
En los DVDs de EMI con las 32 Sonatas de Beethoven por Barenboim (para mí, por la altura de las obras y de la interpretación, lo más importante que existe en DVD en el ámbito de la música clásica) aparece Lang Lang en una de las clases magistrales del argentino-israelí-español (tal vez me falte alguna otra nacionalidad: ¿la alemana, quizá?) con precisamente la “Appassionata”: es curioso observar cómo en esta interpretación vienesa el pianista chino demuestra haber asimilado las enseñanzas de aquella ocasión, pero no repite la interpretación resultante (Barenboim la ve más tremenda, potente y fogosa), sino que escoge un camino propio: en contra de lo que pudiera esperarse, la versión vienesa de Lang Lang es eminentemente clásica, contenida, equilibrada, ni mucho menos desbocada o excesiva, y ni siquiera aparatosa o exhibicionista. Tocada admirablemente, es una opción muy respetable aunque yo no la comparta, porque su coherencia me parece indudable.
La segunda parte comienza con el primer libro de la Iberia de Albéniz: es de agradecer que uno de los más grandes pianistas de hoy se ocupe en público de, al menos, una parte de la obra cumbre del piano español (y, en opinión, de Messiaen, de mucho más que eso). El chino creo que sigue aquí menos de cerca a Barenboim (tampoco parece verse muy condicionado por Esteban Sánchez, Alicia de Larrocha u otros grandes intérpretes de la obra: ¿tal vez algo más por Rosa Sabater?), proponiendo una vía muy personal, quizá menos españolista y más mirando a Debussy e incluso a Ravel. El resultado lo encuentro muy creativo e interesante. Es, está claro, un pianista con ideas, como queda bien patente en su Chopin del final (Estudio op. 25/1, Polonesa “Heroica” y Vals op. 34/1), que no reproduce lo habitualmente escuchado, sino que aporta detalles personales, en los que estoy convencido de que no se equivoca, porque no son de ningún modo caprichosos. El Vals me ha parecido sencillamente sensacional.
Y entre Albéniz y Chopin, una Séptima Sonata de Prokofiev absolutamente ejemplar, perfecta. El recital, muy bien grabado, está disponible también en DVD y Blu-Ray: excelente idea.
Pues en Blu-Ray no sale hasta el 12 octubre, pero sí ha salido en... ¡doble LP! Qué cosas.
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