George Li (Boston, 1995) lanzó en 2019, bajo el sello Warner, un disco en el que muestra sus muy destacables dotes: como virtuoso en las tremendas Reminiscencias de Don Giovanni de Franz Liszt, un especial sentido del color en los Juegos de agua del mismo autor y un considerable calado poético en su Soneto 104 de Petrarca. Algo menos me ha interesado su intervención, demasiado tendente a lo espectacular, en el Primer Concierto de Tchaikovsky, en parte debido sin duda a la poco convincente labor directorial de Vassily Petrenko, al frente de una algo deslucida Filarmónica de Londres. Por cierto, en 2015, con veinte años de edad, Li obtuvo la medalla de plata en el Concurso Tchaikovsky de Moscú.
Dong Hyek Lim (Corea del Sur, 1984), el ganador más joven en 2001 de Concurso Marguerite Long/Jacques Thibaud de París en toda su historia. El disco que ha publicado el sello Decca con las dos últimas Sonatas de Schubert, la D 959 y la D 960, contiene dos interpretaciones muy estimables, teniendo además en cuenta la gran dificultad musical de estas dos maravillosas composiciones. La elección de este repertorio tiene especial mérito, y los resultados, de considerable hondura, son especialmente notables en la primera de ellas. Otro (¡otro!) pianista cuya carrera merece ser seguida.
Deutsche Grammophon ha publicado en un doble CD un magnífico, interesantísimo programa de lieder a cargo del barítono Matthias Goerne y el pianista Daniil Trifonov, lo que de entrada me ha parecido una colaboración tan inesperada como extraña. Comienza por los 4 Gesänge op. 2 de Alban Berg, continúa con el excelso ciclo de Schumann Amor de poeta, con los 3 Gedichte sobre Miguel Ángel de Hugo Wolf, con la Suite sobre versos del mismo pintor y escultor, op. 145 de Shostakovich y cierra con los impresionantes Cuatro Cantos serios de Brahms. De entrada señalo que Goerne ya no es un barítono, sino un bajo, de voz además cavernosa y negra, al que le cuesta subir a ciertas notas agudas de la tesitura baritonal, eludiendo algunos agudos opcionales pero frecuentes (por ejemplo, habituales en los registros discográficos de su maestro, el inconmensurable Dietrich Fischer-Dieskau). Pero lo principal es que sigue siendo un admirable cantante y un consumado intérprete del lied -lo es aquí en todos los casos-, campo en el que por ahora ha sobresalido más que en el operístico. Pero en cuanto a Trifonov, tengo que decir que mis sospechas se han visto bastante fundadas: intenta erigirse en más protagonista de lo que corresponde y, aunque no faltan los momentos espléndidos, en otros aflora el virtuoso-mecanógrafo que está aquí bastante fuera de lugar. Ambos defectos son apreciables en varios de estos lieder, por ejemplo, en “Ich grolle nicht” del ciclo de Schumann.
El Cuarteto Modigliani acaba de grabar todos los Cuartetos de Schubert para el sello Mirare. Se trata de una integral a tener en cuenta entre las pocas que de veras merecen la pena. Formado en 2003 por cuatro estudiantes del Conservatorio de París, han perfeccionado su formación musical con dos cuartetos tan destacados como el Ysaÿe y el Artemis. En esta integral, de la que escuchado el D 87, el Quartettsatz D 703 y los tres últimos (D 804 “Rosamunda”, D 810 “La muerte y la doncella” y D 887), no se andan por las ramas: con un bagaje técnico de primer orden, van directos a la entraña de la música, ahondando sin complejos en el drama que tan a menudo subyace en ella. Pero tampoco descuidan lo que Schubert tiene de risueño y de excelso melodista. Las tomas de sonido son satisfactorias. De todos modos, quiero señalar que lo mejor que les he escuchado es el Octeto de Schubert (Mirare 2020), una maravillosa interpretación aún superior a estas, debido seguramente a la presencia -y parece que liderazgo- en esa grabación de la sensacional clarinetista Sabine Meyer. Aprovecho aquí para recomendar esta interpretación -de sonido muy vienés- como la más hermosa que conozco, además de estar magníficamente grabada.
Una pregunta otra vez no relacionada con esta entrada: que le parece el nuevo director titular (aunque solo desde 2027) de la orquesta del Concertgebouw, Klaus Makela? Es jovencisimo, no le parece una apuesta muy arriesgada? Gracias
ResponderEliminarSolo le escuchado las 7 Sinfonías de Sibelius y Tapiola. Tiene, sin duda, mucho talento. Pero no sé si más que otros directores también muy jóvenes, como, por ejemplo, el nuevo titular de la Philharmonia o Lahav Shani, de la Filarmónica de Israel.
EliminarDe lo que no me cabe ninguna duda es de que Makela tiene detrás una operación publicitaria de primer orden, de la que carecen esos otros.
Pues a mí lo que me sorprende es que a día de hoy Mäkelä ya es director titular de la Filarmónica de Oslo y de la Orquesta de París, así que me imagino que a partir de 2027 renunciará al menos a uno de esos puestos.
EliminarConviene recordar su edad, 26 años. Los otros dos que citas tienen 36 y 33 años, respectivamente.
Coincido con lo que dice y, en particular, sobre la operación publicitaria. La crítica inglesa ha puesto el ciclo Sibelius por las nubes: creo que tampoco es para tanto... Me sorprende esta campaña de promoción en una época como la nuestra en que se compran tan pocos discos. No entiendo qué ganan con ello.
EliminarPor cierto, por si a alguien le interesa acabo de ver que Unitel ha publicado la Missa Solemnis por Muti.
Totalmente de acuerdo con la operacion publicitaria. Es increible. Parece que tiene talento, eso si, pero si Petrenko era una operacion arriesgada para Berlin, esto para el Concertgebouw ya es alucinante. Que tenga mucha suerte, eso si.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo con lo de la operación de marketing, como ya comenté, pero creo que hay una observación que hacer. Decimos que Mäkelä es un director joven y nos parece asombroso que haya llegado tan pronto (o mejor, vaya a llegar) a la titularidad de la que, según la revista Grammophone, es la mejor orquesta del mundo. Pero si hacemos un poco de memoria, tenemos por ejemplo a un Bernard Haitink que llegó a esa misma orquesta a una edad similar, (sí, “tutorizado” en sus primeros años por Eugen Jochum, pero bueno), y no creo que Haitink tuviera entonces un rodaje como director muy diferente al de Mäkelä. Claro, que Mäkelä no se quedará como director en el Concertgebouw durante tantos años, así que no crecerá con la orquesta…
ResponderEliminarResumiendo y ampliando respecto al comentario anterior: puestos a apostar por un director joven y seguramente sin madurar del todo, el Concertgebouw eligió en 1959 un director local con futuro, con la esperanza de que se quedara muchos años y ayudara a crecer al conjunto, como de hecho ocurrió. Ahora, eligen a un director finlandés que está ocupando puestos muy importantes, que tiene talento y margen de mejora…, y que ya veremos que hace dentro de x años.
ResponderEliminarMuti sucedió con 32 años a Klemperer en la New Philharmonia y, a la misma edad, "el pianista" Barenboim sucedió a Solti en la Orquesta de París (y, como él dice, me nombraron pese a no haber dirigido nunca, por ejemplo, la Sinfonía Fantástica...)
EliminarMäkelä tiene sin duda talento y oficio. Sin embargo, por una vez tengo que darle la razón al inefable David Hurwitz por lo que dijo en su reseña del ciclo Sibelius: no consigue un balance orquestal satisfactorio y se centra casi en exclusivo en las cuerdas. Tampoco termina de planificar bien la arquitectura. Faltan claridad y transparencia. En otros tiempos, Mäkelä estaría haciendo de asistente o de repetidor en un teatro, como hicieron muchos grandes maestros (aunque haya excepciones). En todo caso, empezar desde tan arriba parece muy arriesgado, quizá más para él que para la orquesta.
ResponderEliminarÁngel,
ResponderEliminar¿Qué opinión te merece Valentina Lisitsa? Prodigio de la técnica:
https://www.youtube.com/watch?v=LdH1hSWGFGU