Los días 13 y 15 de abril, en el Liceo de Cámara, el Cuarteto de Tokio ha ofrecido dos interesantísimos conciertos con música mayormente del siglo XX. Y hasta del XXI, como el estreno absoluto del Cuarteto Breve de Alberto Iglesias (n. 1955), el compositor de cine donostiarra laureado con siete Premios Goya y varias nominaciones a los Oscar. La obra, en forma bastante libre, pero no del todo, está muy bien escrita y sigue un hilo argumental que el compositor explica en las notas. La interpretación fue de auténtico lujo.
Tras algún bache transitorio, el Tokio parece haber asimilado perfectamente los cambios e integrado plenamente a su primer violín Martin Beaver, un instrumentista excepcional. Ese día 13 habían tocado previamente A Way a Lone, de Toru Takemitsu, espléndida partitura que el grupo encargó en 1981 y divulgó con su grabación (RCA) en 1993, y el Cuarteto de Samuel Barber, el que contiene la versión original de su famosísimo Adagio (“Molto adagio”). Las interpretaciones fueron algo más que ejemplares.
La inagotable adaptabilidad estilística del grupo se mantiene: la interpretación que ofrecieron para terminar del Tercer Cuarteto de Schumann (cuyo centenario también se celebra, aunque Chopin lo eclipse) fue toda una revelación: si sonó a Schumann más que cualquiera otra que conozcamos, descubrió en la partitura aspectos que otros grupos no habían hallado.
El segundo día se centraron en el s. XX, con obras originales de los tres grandes compositores de la Segunda Escuela de Viena y transcripciones del gran Aribert Reimann (n. 1936) sobre lieder de Brahms (5 Ophelia-Lieder) y Schumann (6 Gesänge op. 107), con el concurso de la estupenda soprano Sophie Daneman. Antes, las 6 Bagatelas op. 9 de Webern y después, el Cuarteto op. 3 de Berg (tocado con tremenda intensidad expresionista) y el Segundo Cuarteto de Schönberg, formidable recreación con una Daneman sensacional.
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