EMI Francia ha publicado en un álbum de 6 CDs. (50999 083365 2 1), estrechito y a muy buen precio, todo el Mahler grabado para EMI por Otto Klemperer, en versiones reprocesadas que mejoran, incluso ostensiblemente, el en general más que bueno sonido original.
Es una publicación de enorme interés, y más si cabe que antes, precisamente hoy en que hemos llegado a contar con multitud de grabaciones recientes que muestran a Mahler como un compositor bastante cargante por sus excesos de todo tipo: tempi a menudo forzadamente lentísimos, refinamiento amanerado, dulzonería empalagosa, retórica exterior y grandilocuente, etc. Por todo ello las interpretaciones de Klemperer cobran con más fuerza aún el valor de ejemplo a seguir, pues hacen que Mahler sea en sus manos más auténtico, más sincero, más esencial, más grande en definitiva.
No es éste lugar para hacer una crítica de estas versiones, pero sí tal vez para recordar escuetamente algunas cosas: la Segunda, grabada en 1961-62, recupera un sonido estupendo y sigue siendo impresionante por su colosal primer movimiento, sin concesiones, adusto, seco, de tensión inalcanzable, que deja sin respiración. Los dos movimientos que siguen se libran de la insufrible blandura que ha ido haciendo presa en ellos, y el final vocal, con una Schwarzkopf que sigue imbatida, es de un empuje tremendo (sólo Bernstein en su versión con la Sinfónica de Londres, CD Sony y DVD D.G., es quizá más emocionante aún).
La Cuarta, de 1961, suena que da gloria, con una transparencia excepcional (a la mítica claridad directorial de Klemperer se alía la pericia de los ingenieros), es una interpretación virtualmente perfecta, que sólo quizá ha sido superada en el Adagio, aún más emotivo en manos de Solti/Chicago (Decca) y de Maazel/Viena (Sony). Pero, además del extraordinario scherzo, los movimientos extremos siguen, para mí, inalcanzados: esa increíblemente emocionante coda del 1º, de lirismo en estado puro, y la absolutamente incomparable Schwarzkopf en el finale.
La Séptima de Klemperer (1968), lo he dicho muchas veces, es la única interpretación que, en mi opinión, salva esta extraña y fascinante partitura. Es una versión singular (¿discutible?), pero inmensamente creativa y de una lucidez apabullante, de genialidad absoluta, que anula cualquier otra que yo haya escuchado; a algunas les puedo perdonar la vida, pero ninguna me entusiasma después de conocer ésta. Nada más empezar, acojona –ésa es la palabra– y no afloja. El finale, que le dura mucho más que a nadie, sólo se puede comprender en esta interpretación; en las demás es, en mayor o menor medida, un caos. La claridad instrumental es de no dar crédito y es, probablemente, la mejor grabación que se le hizo a Klemperer en toda su carrera. La actuación de la New Philharmonia deja atrás a las Filarmónicas de Berlín y Viena, a la Sinfónica de Chicago o a la Concertgebouw.
La Novena (1967) sigue siendo un modelo de sobriedad y de intensidad indisolublemente unidas. Con un sonido alucinante, quienes no conozcan esta versión descubrirán no pocas cosas nuevas, que no es posible oir en las demás grabaciones.
Se incluyen también en el álbum dos lieder de Des Knaben Wunderhorn (“Das irdische Leben”, “Wo die schönen Trompeten blasen”) y tres de los Rückert (“Ich atmet’ einen linden Duft”, “Um Mitternacht”, “Ich bin der Welt abhanden gekommen”), con Christa Ludwig en estado de gracia, registrados en 1964.
El sexto CD contiene La Canción de la Tierra (1964 y 1966), espectacularmente mejorada –parece dudoso que haya alguna que suene mejor– y en la que podrán volverse a descubrir sonoridades inéditas. Transmite una sensación de verdad aplastante, inconmensurable. ¡Qué solistas instrumentales en el episodio final, qué orquesta se hizo Klemperer a su imagen y semejanza! Los dos solistas están sencillamente increíbles: nunca Christa Ludwig ha estado tan bien de voz (ni con Karajan ni con Bernstein) ni tan emocionante y conmovedora. Puede gustar más aún la voz de Kathleen Ferrier (con Bruno Walter), pero no sobrecoge hasta el punto que Ludwig aquí. Y en cuanto a Fritz Wunderlich, no tengo palabras: es, de lejos, en las tres piezas en las que canta, el mejor tenor nunca escuchado.
Que yo sepa, este álbum no lo ha traído EMI a España, hay que comprarlo fuera, en Francia o por internet. ¡No se lo pierdan, incluso quienes tengan las ediciones anteriores en discos sueltos!
Este Mahler es único, sin duda. Hay algo que lo sitúa por encima de los demás, de una superioridad aplastante, es como si Klemperer manejase claves ocultas... Cosas como el alucinante primer tiempo de la Séptima no se escuchan todos los días... J.S.R.
ResponderEliminarPues en Amazon.es por 16 eurillos y a gozarlo.
ResponderEliminarEn efecto, parece que Klemperer maneja claves ocultas, o bien tiene una afinidad especial con Mahler, aunque, ahora que lo pienso, esto le ocurría más de una vez, sobre todo con la música del siglo XX. Ojalá hubiera grabado más.
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