Opiniones de aquí y allá sobre música clásica, muchas veces a contracorriente, para que conozcan lo que opino algunos más que los amigos con los que me comunico directamente.
martes, 19 de noviembre de 2013
Martha Argerich convence al fin en Beethoven, junto a Barenboim
Los Beethoven que le había escuchado hasta ahora a Martha Argerich me habían gustado poco o incluso muy poco: lo mismo los Conciertos (creo que sólo los tres primeros y el Triple) que las Sonatas para violín y las de violonchelo, o algunas de piano solo. Su Beethoven me parecía caprichoso y banal, casi frívolo en ocasiones.
Por eso me ha asombrado que la gran pianista bonaerense haya dado de lleno en el clavo en un Primer Concierto que tocó el pasado 15 de septiembre en Berlín, con la Staatskapelle de Berlín dirigida por su titular, el también bonaerense Daniel Barenboim. La única colaboración entre ambos grabada en disco es las Noches en los jardines de España de Falla publicadas por Erato allá por 1987, con la Orquesta de París: una versión bastante decepcionante, que Barenboim repetiría trece años después, ahora al piano, con mucho mayor éxito (con la Sinfónica de Chicago dirigida ¡admirablemente! por Plácido Domingo. Teldec 2000).
Sabía que Argerich y Barenboim habían previsto hace años colaborar de nuevo en disco, para D.G., grabando los dos Conciertos de Liszt, pero que la repentina enfermedad de Argerich echó por tierra este apasionante proyecto (está visto que estas obras no las iba a plasmar en disco Barenboim después de haberle dirigido el Segundo Concierto a Brendel y a Zimerman, pues otro proyecto discográfico anterior, dirigiendo los dos Conciertos y Totentanz a Claudio Arrau, tampoco llegó a puerto).
Bueno, pues el pasado 15 de septiembre Argerich tocó de modo fascinante el Concierto en Do mayor de Beethoven, con enorme vitalidad, brío, efervescencia, creatividad (sin excentricidades), humor y hasta travesura (en el finale, claro). Y conservando los dedos en magnífico estado. Asombra cómo Barenboim se plegó a los tan personales modos de su amiga, dirigiendo de forma considerablemente diferente a como él suele hacerlo cuando también toca, desplegando una sorprendente adaptabilidad y tomándose mayores libertades que de ordinario. Una experiencia arrebatadora, inolvidable.
Antes, Barenboim había comenzado el programa con una lúcida recreación de Mi-Parti, de Lutoslawski, página de 1976 de la que obtiene, en una lectura un par de minutos más lenta que de ordinario (16’), bastante más sustancia que en las dos versiones que conozco, una de ellas del propio compositor.
Tras el enorme éxito del Concierto, Argerich tocó de propina Traumes-Wirren, de las Fantasiestücke op. 12 de Schumann, con su tan especial toque felino (como lo adjetiva con acierto mi amigo Juan Ignacio de la Peña). Lo que no parecía esperable, pese a los persistentes aplausos, es que tocasen ella y el director, a cuatro manos, el bellísimo Rondó en La mayor, D 951 de Schubert, que dura 13 minutos. Esto fue lo más admirable de un concierto todo él admirable: una verdadera maravilla, un prodigio de sensibilidad, ternura y musicalidad. (Parece ser que la noche anterior al concierto, tras los ensayos, Argerich y Barenboim sintieron la necesidad de tocar juntos a cuatro manos, e hicieron, en casa –de Barenboim, supongo– este Rondó. No sé si con intención de repetirlo en público. Pero lo bueno es que finalmente salió de aquellas cuatro paredes, y los asistentes al concierto pudieron disfrutarlo. Y tras esta experiencia han prometido hacer juntos todo un programa a cuatro manos).
La grabación de esta velada que circula por internet suena francamente bien, pero se resiente un poco en las Cuatro Piezas Sacras de Verdi de la segunda parte, a causa de la dinámica mucho mayor de estas hermosísimas partituras. Con una actuación memorable del Coro de la Radio de Berlín (el “Rundfunkchor Berlin”, preparado por Simon Halsey), y lo mismo puede decirse de la Staatskapelle, Barenboim se deleitó y ensimismó en la espiritualidad de las dos breves piezas a cappella (Ave Maria, Laudi alla Vergine, en las que me recordó a Giulini), cargó las tintas en el dramatismo del Stabat Mater y concluyó con un severo e impresionante Te Deum, una de las versiones menos confiadas y con mayor poso de amargura que puedan imaginarse. (¡Y aún hay quien dice que Barenboim no se entiende muy bien con Verdi, después de sus Paráfrasis Verdi/Liszt, su Aida, su Simon Boccanegra, su Cuarteto en versión orquestal, de su último Requiem! ¿Se empeñan quizá en que Wagner y Verdi son incompatibles?...)
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Qué bien que haya aparecido Barenboim para que a Argerich se le haga "al fin" la luz
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ResponderEliminarEl recital a cuatro manos de Argerich y Barenboim tendrá lugar en la Philharmonie de Berlín el 19 de abril de 2014.
ResponderEliminarGracias por la crónica, D. Ángel. ¿Sería tan amable de compartir el enlace de internet donde se puede descargar o escuchar el concierto? Muchas gracias.
ResponderEliminarhttp://www.deepdarkhole.info/loose/StkB,Baren,15.9.13.zip
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por el enlace! No lo había visto hasta hoy.
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