martes, 10 de junio de 2014

Algunos discos recientes de mucho –o muchísimo- interés

 
El programa monográfico de Sarasate que ha grabado para Decca (4785950) Julia Fischer, con el concurso de la espléndida pianista (a la que no conocía) Milana Chernyavska, es probablemente el mejor disco Sarasate que he escuchado hasta la fecha. Sí, ya sabemos que varios de los más grandes violinistas habían sentado cátedra en un par de obras de cierta amplitud, los Aires gitanos y la Fantasía de Carmen, así como en esta o aquella pieza, pero un programa de casi 70 minutos sólo de Sarasate creo que no lo había hecho hasta ahora un violinista tan extraordinario como Julia Fischer.

Quien, con una destreza técnica ilimitada y un sonido bellísimo, igual en toda la gama y de perfecta afinación hasta en el registro sobreagudo, logra que no reparemos, más que haciendo un esfuerzo, en ese asombroso y fácil mecanismo, para dejarnos llevar por el encanto y la frescura de estas páginas, cuyo valor sale muy reforzado en estas versiones. Sólo se me ocurre que del famoso Zapateado hay una versión con aún más gracia y chispa (y, por supuesto, igual de fabulosamente bien tocado): la increíble recreación de Midori en su recital (laser disc Sony, ¡programa Mozart, Beethoven, Strauss, Debussy no pasado a DVD!) de 1990 en el Carnegie Hall, con Robert McDonald al piano.

     


 Fuera de Tiefland, espléndida ópera basada, como se sabe, en Terra baixa de Ángel Guimerá y que es quizá la máxima expresión del verismo en Alemania, Eugen D’Albert (1864-1932) es un compositor casi desconocido. Uno de los más brillantes pianistas entre los discípulos de Liszt (quien le llamaba “Albertus Magnus”), resulta ser, a juzgar por lo que se puede escuchar en este disco de Naxos (8.573110), un autor orquestal no menor. La obertura para Esther de Grillparzer, compuesta a los 24 años, muestra ya su talento, que no hace sino desarrollarse hasta su obra más tardía, la suite La Cenicienta, de 1924, probablemente la pieza más sobresaliente del disco, con una escritura y una orquestación extremadamente sutiles. Entre una y otra, la página tal vez más lograda es La Sirenita, amplia partitura para soprano y orquesta, de 1897, basada en Hans-Christian Andersen. Dignos de atención son también los preludios u oberturas de cuatro de sus 19 (¡!) óperas: Der Rubin (1893), Gernot (1897), Die Abreise (1898) y Die toten Augen (1916). La soprano Viktoria Kaminskaite posee un timbre límpido y canta con musicalidad, si bien sus notas altas son algo problemáticas. La Orquesta Sinfónica MDR de la Radio de Leizig es más que notable, y la muy cuidada dirección de Jun Märkl constituye todo un acierto. Un disco, en suma, muy interesante.

Hace unos días trajo un amigo a mi casa un disco del que me hizo escuchar varios tracks sin decirme de qué intérpretes se trataba: lleva el Concierto para violonchelo de Dvorák y varias piezas para cello y piano del mismo autor. Me gustó mucho la dirección, tan imaginativa como acertada, y también el enfoque, muy en la línea de la batuta, que el solista daba a lo que escuché (el primer movimiento del Concierto y las transcripciones de la Danza eslava núm. 8 y de la bellísima Canciones que mi madre me enseñó), si bien encontré un tanto monocorde su sonoridad. Se trataba de Daniel Müller-Schott, con la Orquesta Sinfónica de la NDR de Hamburgo dirigida por Michael Sanderling, el hijo menor –cellista y director, nacido en 1967– del gran Kurt Sanderling (1912-2011) y hermano del también director Thomas Sanderling (n. 1942). Es un disco del sello alemán Orfeo que ha sido publicado hace unas semanas. Disco la mar de interesante y destacado que me he pedido (aún no lo he recibido, para poderlo escuchar completo).

     

Pero mira por dónde el sábado 7 me encontré en una tienda de Madrid (una de las poquísimas que quedan aún) con otro disco que sigue exactamente el mismo programa, al que añade la transcripción de otra canción, Goin’ Home, basada en la maravillosa melodía del movimiento lento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, y que también acaba de publicarse. Es del sello Decca (4785705) y son sus intérpretes Alisa Weilerstein y la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por el infravalorado Jirí Belohlávek, con el concurso también de la pianista Anna Polonsky. Pues bien, en este otro CD el (la) solista me parece muy superior al ya espléndido Müller-Schott. O sea, que la tremenda impresión que me produjo Weilerstein en el Concierto de Elgar (Blu-ray EuroArts), que me llevó a compararla con la mismísima Jacqueline Du Pré, impresión que se reprodujo en su inmediata grabación de audio para Decca, no era un espejismo. En realidad no podía serlo, pues una interpretación tan descomunal de la obra maestra elgariana no podía ser casual ni producto de un día especialmente afortunado. Nada menos que el Concierto de Dvorák, quizá la obra más comprometida del género (por su extraordinaria valía y dificultad extrema) conoce en los dedos de la cellista estadounidense una intepretación tan bella (¡qué sonido! No he escuchado ninguno que me parezca más noble y hermoso) como efusiva, de una expresividad conmovedora. Cuando vuelva a comparar ambos discos volveré a hablar de ellos, pero no quiero dejar de adelantar que este programa Dvorák de la Weilerstein me parece todo un acontecimiento.




2 comentarios:

  1. Hola, Ángel:

    Sin desmerecer de Michael, me parece Thomas Sanderling el más interesante director de entre la prole del gran Kurt: su integral sinfónica de Taneyev para Naxos es una de las hazañas discográficas de las últimas décadas.

    Saludos cordiales.

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    1. Sí, me parece una "hazaña" digerir una de las integrales sinfónicas más indigestas que conozco... de un compositor de cierto renombre. Tengo la integral de Rozhdestvensky, nada menos, y no tengo ánimo de volverla a escuchar... con que ¡para meterme a escuchar otra! No, gracias, y que te aproveche la "hazaña", tú que sí la digieres con gran gozo.

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