Sinfonía No. 3 y Obertura de Tannhäuser de su dedicatario
Andris Nelsons debuta en
Bruckner con una Tercera Sinfonía
dentro del ciclo completo al frente de la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig
que anuncia Deutsche Grammophon (¡gran noticia!). Los discos -no sé si todos-
serán completados con algunas páginas orquestales de Wagner, el gran ídolo del
enorme sinfonista. En esta Tercera
(dedicada a Wagner) se añade la Obertura de Tannhäuser.
Ya le escuché en Madrid a Nelsons una Séptima
de Bruckner que me gustó mucho, mucho, convenciéndome por completo; ahora esta Tercera no lo ha hecho del todo, y solo
a causa de un primer movimiento muy dilatado (casi 24'), que encuentro carente
de toda la debida tensión en los pasajes en que me parece absolutamente
necesaria: resulta algo mortecino en su conjunto. Es una pena, porque todo el
resto de la Sinfonía me ha parecido
realmente extraordinario, en particular un maravilloso "Adagio",
bellísimamente cantado y algo menos conflictivo de lo que aparece en otras interpretaciones.
Nada de particular en los dos movimientos finales, salvo tal vez el acentuado
aire danzable de ländler en el trío
del scherzo. Toda la obra -que
escuchamos en la edición Nowak de 1888/89- está extraordinariamente bien
analizada y expuesta con enorme claridad, con la mayor musicalidad y sin un
solo instante de debilidad o que pudiera molestar. La respuesta de la Orquesta
de Leipzig es admirable por su perfección y su hermosa e idónea sonoridad,
aunque le falta un punto para equipararse a las cinco o seis más grandes.
En cuanto a la Obertura, no es precisamente rutinaria, sino
personal en determinados detalles, y por supuesto está magníficamente bien
realizada. Pero también echo de menos algo más de exaltación en la sección del
Venusberg y de grandiosidad y brillantez en la coda. Es curioso comprobar cómo,
desde sus primeros años, Nelsons aparece como un director maduro mucho más que
juvenil (algo absolutamente infrecuente y que se agradece un montón), pero tal
vez a esta Obertura no le venga mal
algo más de fuego y de voluptuosidad; cualidades juveniles, sí, pero que no les
han faltado en absoluto a directores de edades maduras, como Solti o
Barenboim.
Se afirma que las tomas, de
junio de 2016, son live recordings,
pero lo cierto es que no se oye ni un murmullo: puede que sean, como en tantas
ocasiones, ensayos generales sin público, esta vez en la propia sala de la
Gewandhaus. Las grabaciones son muy buenas y equilibradas, si bien tampoco son
las mejores hasta hoy; tal vez para esta Sinfonía
lo sean la de Maazel con la Filarmónica de Múnich (Sony 2013) y la de Barenboim
con la Staatskapelle Berlin (Peral 2014/DG 2017). Seguramente las salas donde se
han grabado estas dos -la Philharmonie im Gasteig muniquesa y la Musikverein de
Viena, respectivamente- sean más agradecidas.
Quizá Celibidache ha tenido una influencia perversa en la interpretación de Bruckner, estimulando versiones demasiado alargadas, un tanto desvaídas. Le pasó sobre todo en sus últimos años, si bien no todos los imitadores, o seguidores, tienen su genio.
ResponderEliminarEl primer movimiento de la Tercera de Bruckner es especialmente peligroso porque los detalles deben acompañar y no ser el centro de atención. Lo importante es una acumulación de tensión inexorable, que descarga. Una de mis versiones favoritas, para este primer movimiento al menos, es la de Szell, poco apreciada por la crítica en general. Creo que la analiza y expone maravillosamente.
Te doy, Nemo, completamente la razón en lo que dices. Por ejemplo, Barenboim, enorme admirador (y colaborador en muchas ocasiones) de Celibidache, no lo imita, sino que sigue los dictados de su propia personalidad.
EliminarCierto. Barenboim ha trabajado con todos los grandes, sin imitarlos nunca. Cooperando siempre de igual a igual, y sigue su camino. Tiene una enorme personalidad musical.
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