Hace tiempo me costaba comprender
el mayor oratorio de Elgar, The Dream of
Gerontius, pero más recientemente me ha empezado a interesar vivamente; tal
vez no es una música fácil la suya, lo cierto es que pasé de no conectar a
hacerlo con intensidad. Hoy es una obra que me fascina, si bien admito que no
todo el tiempo mantiene el mismo nivel de lo que podríamos llamar inspiración.
Ahora, con la aparición en el álbum Decca por Barenboim (quien lo había
dirigido en 2012 en Berlín con la Filarmónica), me he vuelto a repasar las
grabaciones de que dispongo, que son cuatro. No conozco algunas que
probablemente son importantes: Sargent (1946), Rattle (1987) o Andrew Davis (1999
en vídeo, 2014 en audio). Tras hacerlo en público, Barenboim lo ha grabado en
la Philharmonie berlinesa los días 16, 17, 19 y 20 de septiembre de 2016. Continúa,
pues, con su nuevo "proyecto
Elgar", compositor al que en los años 70 dedicó numerosas grabaciones para
CBS (hoy Sony) con la London Philharmonic y la English Chamber Orchestra. Ahora
es con la Staatskapelle Berlin y para Decca: las 2 Sinfonías y el Concierto para
cello con Alisa Weilerstein, además de sus recientes filmaciones de este
último y del gran poema sinfónico Falstaff,
obras ambas con la Filarmónica de Berlín. No sabemos si este segundo impulso Elgar tendrá continuidad (no
estaría mal que volviese al menos a las Variaciones
Enigma, de las que con frecuencia ofrece en concierto como propina la
famosa variación Nimrod).
Barbirolli
La portentosa clarividencia y
el profundo entendimiento de Elgar desbordan la grabación de Sir John Barbirolli
(EMI 1965), de conmovedora espiritualidad, con los Coros Hallé, Filarmónico de
Sheffield y Ambrosian, la Orquesta Hallé de Manchester y un importante trío
solista en el que, junto al espléndido tenor Richard Lewis (Gerontius) y al correcto
bajo-barítono Kim Borg (Sacerdote; el Ángel de la Agonía), destaca la mezzo Janet
Baker (el Ángel), de todo punto incomparable. Lástima que la grabación no
responda a los graves retos que exige esta partitura para -además del trío
solista- gran coro, nutrida orquesta y órgano, y que en contados momentos
alcanza unos tremendos picos dinámicos.
Boult
Hace poco comenté para
"Ritmo", muy elogiosamente, el vídeo que ICA acababa de publicar con
una versión filmada en la Catedral de Canterbury en 1968, con buena imagen y
precario sonido monoaural. A un admirable Peter Pears y una sublime Baker se
sumaba un notable John Shirley-Quirk, apoyados en unos espléndidos Coro y
Orquesta Filarmónica de Londres. La batuta de Sir Adrian Boult, reconocidísimo
elgariano, es -tanto aquí como en su registro para EMI ocho años posterior- tal
vez la más pura, contemplativa y confiadamente religiosa que conozco. El CD de EMI suma al Coro Filarmónico el extraordinario
John Alldis y la formidable Orquesta New Philharmonia (¿por qué no contarían,
por cierto, con el glorioso Coro correspondiente?). En el trío solista
sobresale un formidable Nicolai Gedda, cumple con creces Helen Watts y
decepciona claramente Robert Lloyd, de engolada emisión. El sonido es muy bueno
para 1976.
Britten
No menos bien grabada que
esta última está la versión para Decca (1971) de Benjamin Britten, quien al
parecer pretende poner de manifiesto los aspectos más modernos o avanzados de
esta partitura de 1900 (Elgar tenía 43 años cuando la completó), así como su
brillantez, e interesándose quizá menos por el misticismo de la obra. Si bien el Coro y la Orquesta Sinfónica de
Londres responden a pedir de boca, el trío no alcanza al de las versiones más
punteras: Yvonne Minton, de bellísima voz, convence plenamente, pero Peter
Pears -de timbre, ya se sabe, poco grato- había perdido mucho desde solo tres
años antes con Boult y suena un poco estentóreo y forzado en la primera parte,
mejorando mucho por lo general en la segunda, en la que suele desenvolverse a
media voz -técnica que dominaba a la perfección-. En cuanto a Shirley-Quirk,
para mí no supera la corrección. No he logrado aún acceder a la versión de
vídeo -filmada en la Catedral de San Pablo londinense- de Andrew Davis (más que
buen elgariano, cuya grabación para Sony de las Variaciones Enigma es un portento), sobre la que tengo referencias positivas
muy fiables (Miguel Ángel de las Heras) y que cuenta con los conjuntos de la
BBC y un trío muy equilibrado: Catherine Wyn-Rogers, Philip Langridge y
Alastair Miles.
Barenboim
He leído en varias ocasiones
sobre la evidente deuda que Gerontius
tiene contraída con la última ópera de Wagner, hasta el punto de que al
oratorio se le ha llamado en ocasiones "el Parsifal británico". Aunque esto es una exageración, no cabe
duda de que algo o bastante hay de parentesco. Pero nunca había tenido una impresión
tan nítida y recurrente de estos lazos como escuchando la interpretación de
Barenboim. Lo cual no tiene nada de extraño, por la afinidad y familiaridad del
bonaerense con la música de Wagner y en concreto con su tardío "festival
escénico sacro". La fuerza dramática, la musicalidad y las bellezas que
Barenboim extrae del oratorio realmente atrapan al oyente: creo que ninguno de
sus predecesores (los que yo he escuchado, al menos) ha llegado tan hondo y tan
lejos. La toma de sonido -sensacional: Estudio Teldex de Berlín- también ayuda
escuchar más cosas en la orquesta y
al certero empaste de esta con el órgano. Del reparto originalmente previsto se cayó Jonas Kaufmann (fue el período
en que estuvo retirado por motivos de salud) en el rol titular; le sustituyó un
tenor demasiado lírico, de escuela muy británica, que canta francamente bien
pese a poseer un timbre que no encandila: Robin Staples. Me recuerda a Ryland
Davies y a John Aler. La mezzo sí es más que notable: Catherine Wyn-Rogers (¡58
años!), que ya estaba en 1999 con A. Davis, encarna al Ángel con gran
musicalidad, una línea de canto muy depurada y una especial capacidad para
desenvolverse a media voz y en pianissimo.
Pero creo que el componente más destacado del trío vocal es Thomas Hampson, que
a sus 61 años conserva la voz en soberbio estado -firme, segura, redonda- y que
es un músico y un cantante consumado. El conjunto coral resultante de la Ópera
Estatal y el RIAS de Berlín puede pelear
con las mayores y justamente celebradas formaciones británicas. Y en cuanto a
la Staatskapelle Berlin, creo que ninguna otra orquesta me ha gustado tanto, ni
siquiera (estoy de acuerdo con Fernando López Vargas-Machuca) la Filarmónica de
Berlín. La combinación ideal para El
sueño de Gerontius sería para mí -sin dudarlo un momento-
Baker/Gedda/Hampson/ Barenboim. Pero esto es ciencia ficción, claro...
Acabo de escuchar y ver la versión (NVC Arts, Warner) de "El sueño de Gerontius" filmada el año 1998 en la Catedral de San Pablo londinense. Andrew Davis, su director, ha demostrado varias veces ser un estupendo intérprete de Elgar -ahí están sus sensacionales Variaciones Enigma con la Philharmonia- y en esta ocasión hay numerosos momentos en los que esto se aprecia con fuerza. Pero hay algo que me ha gustado poco: en muchos de los pasajes más intimistas y sosegados tiende a lo melifluo, actitud que parece contagiar a un cantante normalmente tan irreprochable como Philip Langridge. Alastair Miles proyecta con firmeza su voz de barítono-bajo, pero no matiza gran cosa. Absolutamente maravillosa la mezzo, entonces muy lírica, Catherine Wyn Rogers, que derrocha una extraordinaria sensibilidad y pureza canora como el Ángel. Espléndidos el Coro (enorme) y la Orquesta Sinfónica de la BBC. La grabación, con subtítulos en español ¡solo en los comentarios, no en el texto cantado!, es bastante reverberante e incluso adolece de algo de compresión dinámica.
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