“Palestrina” de Pfitzner por Simone Young en DVD, con Ventris, Struckmann y Volle

No era fácil, pero ha salido en DVD Palestrina de Pfitzner. Estrenada en Múnich el año 1917 bajo la dirección de Bruno Walter, esta ópera fue en su momento un estandarte afirmativo de los movimientos conservadores alemanes contrarios a los avances de los innovadores Busoni y Schoenberg. Hoy, sin embargo, estas controversias quedan muy lejos. Y, mal que le pese al ultraconservador (también en sus ideas políticas) Hans Pfitzner, Palestrina no podría haber existido sin Wagner, de cuyo Parsifal, sin ir más lejos, contiene ecos (aunque más lejanos de lo que a veces se afirma). Por cierto que Pfitzner, del cual la mayoría de las obras que conozco son un rollo notable (salvo, en parte, el Concierto para violín y la Sonata para cello y piano, más, sobre todo, algunos lieder), fue un gran director de orquesta: cuando Deutsche Grammophon conmemoró en 1982, con varios álbumes, el centenario de la Orquesta Filarmónica de Berlín, publicó en uno de ellos una Octava Sinfonía de Beethoven magníficamente dirigida por Pfitzner. Pero, que yo sepa, no la ha pasado a disco compacto.

En todo caso, Palestrina es una ópera valiosa, un poco desigual, a ratos algo plúmbea, con momentos de gran fuerza teatral y otros de inspiración elevada. Pero es una obra muy poco popular, incluso en Alemania, y además muy difícil de montar, no sólo por los problemas escénicos que plantea, sino porque además requiere un elenco enorme de 39 cantantes, más el coro y la orquesta, tampoco precisamente escuálidos. Por todo ello me ha extrañado que se publique en DVD, existiendo como existe una interpretación discográfica (D.G. 1973) colosal, digamos que insuperable: Gedda, Fischer-Dieskau, Weikl, Ridderbusch, Prey, Donath, Fassbaender, el Coro y la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara dirigidos por Kubelik.

La que se publica en DVD es una representación, cómo no, de la Ópera Estatal de Baviera (donde también se montó, hace años, bajo la dirección de Sawallisch y con cantantes como Schreier y Moll, a una de cuyas funciones tuve el placer de asistir), con dirección escénica de Christian Stückl bastante feísta, pero eficaz y con aspectos muy interesantes, que desde luego deja en muy mal lugar a la Iglesia y a varios de sus representantes más egregios, como (San) Carlos Borromeo, aquí un personaje colérico y de insufrible arrogancia, magníficamente encarnado por Falk Struckmann. El protagonista es un muy ajustado y más que correcto Christopher Ventris, y también Peter Rose (el Papa), John Daszak (Novagerio), Roland Bracht (Madruscht) y Wolfgang Koch (Conde Luna) están muy bien. Pero quien está realmente asombroso es Michael Volle, sensacional intérprete –en el canto y en la actuación– del cardenal legado papal Giovanni Morone.

También me ha gustado mucho la dirección de Simone Young, que tras un comienzo un tanto vacilante, se afirma con autoridad e ideas muy claras sobre lo que debe ser esta ópera. Una batuta, me parece, muy a tener en cuenta: creo que la que más entre las escasas mujeres que se dedican a dirigir. Los subtítulos vienen sólo en alemán, inglés y francés. Una lástima, pero puedo comprender que los cuatro gatos que en países de lengua española nos vamos a comprar esta ópera no habremos de bastar para que les salgan los números a los de EuroArts (2072528, 2 DVDs, 197 minutos). Aunque estos empresarios u otros (los de Opus Arte, por ejemplo) no andan muy finos cuando, por ejemplo, lanzan el sensacional Otello de Solti, con Domingo, Te Kanawa y Leiferkus sin subtítulos en castellano: ¡qué clase de números echaron en esa ocasión, qué clase de números echan en tantas otras!...