jueves, 22 de noviembre de 2012

Beethoven por Michael Barenboim y Lorin Maazel en Ibermúsica

 

Desde hace muchos años vengo sosteniendo que el Concierto para violín de Beethoven, sin duda el más bello que existe, es también el más comprometido de interpretar del repertorio. Por eso muchos de los más grandes virtuosos del violín, desde Heifetz hasta hoy, no me convencen en esta obra (aunque, por supuesto, la puedan tocar muy bien). Pues bien, anoche, un joven violinista –al que sólo conocía como concertino de la West-Eastern Divan Orchestra y por un sobresaliente Concierto de Schoenberg– me impresionó al interpretar el Concierto beethoveniano con un sentido musical y un arte realmente extraordinarios.

Francamente, no me lo esperaba. No hizo el menor alarde de virtuosismo (que puede pulverizar la belleza extraordinaria de esta obra), sino de un fraseo noble, sereno, poético, con una sección central del primer movimiento (donde casi todos se quedan en la superficie) de profunda espiritualidad. También la difícil prueba del movimiento lento la superó airosamente, alcanzando un lirismo de la mejor ley. Su sonido es dulce, no muy poderoso ni especialmente corpóreo en el registro grave, y su afinación, prácticamente perfecta. En suma, un violinista a seguir, decididamente. (¿Quiénes son, por cierto, los violinistas que me han gustado muchísimo en el Concierto de Beethoven?: Menuhin, Szeryng, Zukerman, Perlman y Znaider: éste en un concierto en los “Proms” con Colin Davis).

Lorin Maazel –en su primera visita a Ibermúsica desde el abucheado Bolero de Ravel, con la Filarmónica de Viena– se las sabe todas y asombra una vez más por su técnica ilimitada, capaz de cualquier cosa. Su obertura de Egmont sonó muy beethoveniana -¡qué cuerdas las de la Filarmónica de Múnich!-, pero puso en práctica ciertas ocurrencias que como mínimo sonaron extrañas e innecesarias. También las hubo en una Quinta Sinfonía briosa y vibrante, pero fueron más contenidas y en parte más aceptables. En conjunto, diría que la Obertura mereció un notable alto, la Sinfonía un sobresaliente raspado, y el Concierto, sin duda, un sobresaliente alto. Porque en esta obra Maazel no se tomó la más mínima libertad, sino que se ajustó por completo a los mejores cánones establecidos –sólo faltó un punto de personalidad, lo que no suele faltarle a él–, logrando, eso sí, una transparencia excepcional y atendiendo al solista con extremo cuidado (¡cómo mandaba a la orquesta, sobre la marcha, apianar o ralentar cuando lo hacía el violín solista, para arroparle y seguirle con mimo!).

El hijo del gran director tocó no las habituales cadenzas de Kreisler, sino las de Joachim, con tanta soltura y seguridad como imaginación (tan bien como, por ejemplo, el gran Szeryng: las acabo de repasar).

Este irregular director (¡que ya tiene 82 años! Sólo se notan caminando, no en el podio), capaz de lo mejor y de lo mucho menos bueno, tuvo una noche bastante por encima de lo habitual que yo le haya escuchado en directo. (Por cierto, le lleva 55 años al solista de ayer).

Dos palabras sobre la orquesta, a juzgar por el concierto de ayer: magnífica la sonoridad, totalmente alemana, de la cuerda, con un timbalero estupendo, unas trompetas de primera (para empastar o destacar en Beethoven admirablemente), unas trompas no tan buenas (¡tímidas a veces en la Quinta!), y una madera en la que sobresalieron los clarinetes y, más aún, los fagotes. La flauta y los oboes, que tocan muy bien, me gustaron menos por su sonido algo neutro, y dulzón el de estos últimos. Me da la impresión de que la Filarmónica de Múnich (después de la edad de oro celibidachiana) se halla, en Alemania, y dejando al margen la Filarmónica de Berlín, algo por debajo de la Radio Bávara y de las Staatskapelle de Dresde y Berlín.

1 comentario:

  1. El Concierto de Violín estuvo bastante bien. El solista es bueno, puede que llegue a muy bueno... con tiempo.
    Maazel, antológico. De 10. La 5ª, extraordinaria. poder oír algo así es un privilegio. la orquesta, sensacional. Casi como con Celibidache.
    Así que, ¿ha oído usted el mismo concierto?
    Eso sí, yo lo escuché en Zaragoza.
    Por otro lado, parece que para usted la música sea cuestión de genética... No estoy de acuerdo. Violinistas mejores hoy en día, afortunadamente, muchos.

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