Hacía tiempo que no me las escuchaba, y ahora he vuelto a hacerlo. Pero, por lo que recordaba, mi opinión no ha cambiado demasiado sobre ellas. Me recuerdan demasiado a Toscanini, aunque me gustan mucho más que las de éste y, además, están mucho mejor tocadas. Pero sí, sus tempi los encuentro casi siempre algo más veloces de la cuenta, los golpes fuertes tienden a ser secos y cortantes, y parece guiarse ante todo por el afán de objetividad (ese afán que, en mi opinión, ha matado muchas interpretaciones beethovenianas, de sinfonías u otras obras. No es que sea malo ser objetivo, claro está, es que cuando prima ese propósito parecen muchas veces olvidarse otros aspectos más importantes, en primer lugar el contenido dramático, psicológico y emocional de la música: su humanismo, en suma). Y el afán de ser objetivo a ultranza -que muchas veces se confunde con el prurito de no añadir nada a las notas de la partitura, cuando ya sabemos que muchos compositores han recalcado que lo más importante no está en las notas, sino entre ellas- y, a la vez, no olvidar el contenido no se alcanza sino raramente (para Friedrich Hertzfeld sería Igor Markevitch un ejemplo de ello), y creo que Szell en Beethoven no lo es (tampoco en sus decepcionantes 5 Conciertos con Gilels, desde luego).
Lo que más me admira de Szell es su claridad y la extraordinaria precisión que logra de la magnífica Orquesta de Cleveland, cuyas cuerdas articulan con una perfección sencillamente asombrosa. No me parece suficiente para ser uno de los grandes ciclos sinfónicos de Beethoven. No hace falta hacer comparaciones, pero me pasa un poco como con algunos pianistas, que tocan muy bien, incluso prodigiosamente bien las Sonatas, pero no por ello me parecen grandes intérpretes de Beethoven.
Otros males (menores) que achaco a este ciclo de Szell es ser un poco trompetero (suenan a menudo demasiado fuerte) y abusar a veces del sonido bronco de las trompas: un punto me gusta, pero sin pasarse. En uno y otro aspecto hay que admitir que Szell se adelantó a algunos directores de instrumentos originales (Harnoncourt, sin ir más lejos. A mí personalmente no me parece un mérito).
Ahora bien, hay que hacer muchas matizaciones: la Primera, muy haydniana, me ha parecido sensacional, una de las más grandes. Sobre la Sexta, la Séptima y la Novena, en cambio, tengo serios reparos: la “Pastoral” me parece inconvenientemente grandota, enfática y hasta altisonante; en la 7ª la introducción es muy rápida, el Allegretto pierde su profundidad por lo mismo (estoy convencido de que Beethoven se equivocó con ese tempo: jamás me ha convencido así, y aquí tenemos una prueba fehaciente; como mucho debería ser un andante) y, en cambio, el finale (que tanto se presta a lo orgiástico) da la sensación de ser relativamente moderado tras los tres trepidantes movimientos anteriores.
Y en cuanto a la Novena, me resulta muy insípida, impersonal y hasta superficial; sólo me gusta, y mucho, el scherzo. De los cantantes, poco que admirar: la soprano, una tal Adele Addison, es una pesadilla; muy flojo el barítono Donald Bell, y el tantas veces estupendo tenor Richard Lewis no pasa de correcto. Las grabaciones, de entre 1958 y 1968, son muy buenas para la época (¡bravo por CBS!): destacan, más que por su fidelidad tímbrica, por su transparencia (que no es sólo mérito de la batuta).
(Mis calificaciones: 9,5 para la 1ª, 8 para la 2ª, 8,5 para la 3ª, 9 para la 4ª, 7,5 para la 5ª, 7 para la 6ª, 6 para la 7ª, 9 para la 8ª y 7 para la 9ª ).
Creo que es una opinión seria donde más que una crítica musical (difícil realizársela a Szell/Cleveland)expresa cierta disconformidad con el criterio interpretativo, y aquí nada que objetar: los gustos son para eso.
ResponderEliminarQueda por lo tanto la valoración del ciclo limitada al gusto musical de cada oyente.
En base a lo anterior permítame señalar:
Primera.- Perfecta por equilibrio, sonido, matices, pero para mi gusto, dentro de la línea objetiva de Szell, un pelín lento y algo falto de intensidad el primer movimiento. Puntuación: 9
Segunda.- Pocas objeciones. Si acaso un poco lineal la regulación dinámica del sonido, echándose en falta un poco más de transcendencia. Puntuación: 9
Tercera: Una de las cumbres o referencias de esta obra. El equilibrio entre intensidad y lirismo, matices, refinamiento tímbrico, tensión y distensión, sazonado todo con una belleza sonora deslumbrante hacen de esta interpretación algo único. Particularidad: La tensión surge de las entrañas de la obra, no del caparazón externo, por eso al escucharla nos parece que adolece de cierta regulación dinámica a lo Erich Kleiber/Concertgebouw (DECCA). Simplemente es un concepto interpretativo distinto.Puntuación 9,90.
Cuarta.- Referencia absoluta de la obra. Dentro de los tempi de Carlos Kleiber se perfecciona el sonido hasta límites difíciles de igualar. Es seguramente la interpretación más virtuosística que se haya realizado de obra alguna. Puntuación: 11 sobre 10.
Quinta.- Todas las virtudes de Szell, pero no entiendo como baja el listón con respecto a la cuarta y también con respecto a las famosas interpretaciones con el Concertgebouw y Filarmónica de Viena. No obstante, ¡ojo!, en mi opinión, este sonido supera al que consigue con aquellas excepcionales orquestas.Puntuación: 8.
Sexta: Muy bella interpretación pero no me termina de convencer. Tal vez usted lo haya expresado. La tormenta, más bien parece una pequeña brisa.Pero suena todo tan bonito...Puntuación: 8.
Séptima.- Una de las cumbres del ciclo. Muy original. Consigue Szell una sonoridad muy particular de la orquesta. La prefiero a la de Carlos Kleiber/WPO (DG).Puntuación: 9,5
Octava.- Una de las referencias de la obra. Vuelve aquí el virtuosismo de la cuarta. Belleza sonora, ritmo embriagador, equilibrio perfecto. El espíritu de Haydn vuelve a aparecer.Puntuación: 10.
Novena.- No me interesa. Una supuesta novena de campanillas que no me interesa nada. La veo, rara, rara....Puntuación: 7.
En conjunto, no obstante, sigue siendo uno de los 4 ó cinco ciclos de referencia.
jmfurtwangler
A mi me encantan las sinfonías clásicas de este ciclo, por su exactitud y energía (2, 4, 8). La Tercera me parece grande y la Sexta muy hermosa. Los puntos más bajos son la Quinta y Novena. La primera, por debajo de otras de Szell (Amsterdam, Philips), y la segunda por resultar algo extraña y contar con un cuarteto vocal sólo pasable. En promedio, un gran ciclo, muy homogéneo. Aunque Szell es un director "objetivista", está claro que tiene sus propios criterios y una aproximación muy personal. No es un ciclo aséptico, ni en enfoque ni en sonido (orquestal).
ResponderEliminar