El concierto de Ibermúsica de ayer, 19 de mayo, me dejó un sabor agridulce, pero, en conjunto, me satisfizo menos de lo que yo esperaba. Me explicaré brevemente:
La Música fúnebre (in memoriam Béla Bartók) de Lutoslawski con que comenzó la velada fue, para mí, lo más acertadamente interpretado. Salonen conoce muy bien la música del gran compositor polaco y expuso con tremenda lucidez esta obra maestra compuesta entre 1955 y 1958 que es, seguramente, una de las cimas de la música orquestal de aquellos años. Menos romántica que la también magnífica y sobrecogedora versión que Bernard Haitink dirigió a la Filarmónica de Berlín a raíz del tsunami que azotó Japón (gesto que les honra: sustituyeron a toda prisa Im Sommerwind de Webern programado originalmente), Salonen acentuó la modernidad de la pieza, sonando a la vez más bartokiana y más expresionista. Las cuerdas de la Philharmonia londinense fueron una gloria.
Para la Séptima Sinfonía de Beethoven que siguió sacaron a la palestra tres trompetas naturales (mientras mantenían las 4 trompas modernas, lo que no deja de parecerme un poco incoherente), que sonaron a menudo bastante gritonas y no bien empastadas con el resto (casi siempre tocaron demasiado fuerte y fallaron no poco, sobre todo cuando debían tocar en piano). Fue una forma de acercarse un poco a las grabaciones con instrumentos originales, y un poco también a sus presupuestos: golpes violentos, secos y cortantes (sobre todo en la introducción y en todo el scherzo), tempi muy ágiles, escasa presencia (salvo en momentos aislados de especial protagonismo) de la cuerda grave, figuras convertidas en rápidos y banales adornos (insistentemente, en el 2º mov.). A ello se sumó un notable envaramiento, falta de flexibilidad en el tempo y en la agógica, ausencia de personalidad en la opinión sobre la obra. El finale fue tan veloz que la soberbia orquesta tuvo problemas varios para seguir a la batuta. Velocísimo, pero sin la suficiente tensión y energía (¡tantas veces confunden algunos directores lo uno con lo otro!) En fin, que en mi opinión fue un error programar ese autor, por lo oído ayer muy alejado de las especialidades del director finlandés nacido en 1958.
Sí es Stravinsky especialidad de la casa, pero sin embargo La consagración de la primavera no resultó todo lo redonda que yo esperaba de una orquesta y un director tan afines. Quiero aclarar de entrada que me gustan las versiones salvajes y agresivas, siempre que no se conviertan en meramente exhibicionistas. Pues me temo que algo de esto hubo ayer: falta de sentido de la medida en todos los pasajes con dos o más efes: en multitud de ellos los metales y la percusión ocultaron a todo el resto de la orquesta (de nuevo pobre en la cuerda grave), con estridencias pasadas de rosca. “La adoración de la tierra” le duró menos de quince minutos (puede que sea la primera vez que recuerdo tal velocidad); “El sacrificio” estuvo más controlado y hubo incluso detalles originales y para mi gusto bien traídos; pero volvió a cometer excesos decibélicos, en los que la orquesta suena menos bien de lo que debe. Lo mejor fue, quizá, la “Danza sacra. La elegida” que cierra la obra.
De la Philharmonia debo decir que, ayer, no me pareció, ni mucho menos, la orquesta de los mejores días de Sinopoli, de Muti ¡y no digamos de Klemperer! Pero es muy posible que ayer no tuviera su mejor día, a juzgar por las otras veces que la he escuchado en los últimos años (con Salonen, su actual titular, y otros directores). Ayer sobresalieron algunos de sus solistas, en particular los fagotes y los clarinetes. Pero hubo más de un desliz (las cuerdas en el finale y las trompetas naturales en la Séptima), una tuba que se quedó sonando sola tras el último acorde de la primera parte de Le sacre, y algún otro accidente.
No sé si conoce la versión de la Consagración de Salonen con LA en youtube. (¿Coincide con su grabación en CD?)
ResponderEliminarNo estuve en Madrid y no sé cómo se movió. El LA parece el bailarín y aunque da muchas entradas es increíble que no se pierdan varias veces. Debieron ensayar mucho. Fuerte contraste cuando se ve a Boulez dirigir lo mismo. Pero me quedo con la versión de Salonen. Fuerza y vigor a todo trapo. Salvajismo. No me extraña que se pusieran como se pusieron en el estreno.
No conozco su grabación. Pero le aseguro que si fuera similar a la que le escuché no me entusiasmaría. Procuraré escucharla, en todo caso. El salvajismo está muy bien, pero no basta, y además y sobre todo, debe ser controlado.
EliminarPerdón por hacer propaganda de mi blog, pero cuando hice una comparativa discográfica dije algo así de la versión de Salonen:
ResponderEliminarhttp://flvargasmachuca.blogspot.com.es/2012/01/la-consagracion-de-la-primavera.html
Por otra parte, en esta crítica del concierto de Madrid se dicen cosas bastante parecidas a las que tú has escrito, Ángel.
http://www.mundoclasico.com/ed/documentos/doc-ver.aspx?id=d4cf98ff-1811-44e4-bc13-cc2f2c9d5647
Únicamente constatar que el Sr. Arturo Reverter, en la página 27 del último número de Scherzo, de junio, dice exactamente lo contrario, ensalzando el concierto, con el título de "PRECISIÓN Y CALOR INTERIOR".
ResponderEliminarYo no sé nada.
No me sorprende: es la millonésima vez que discrepo de las opiniones de mi amigo Arturo Reverter, al que respeto mucho pero con el que multitud de veces estoy en desacuerdo.
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