Mozart 36 y Mahler 5
El viernes 13 de noviembre, a las 22.30, mientras en París ocurrían los terribles atentados terroristas al grito de "¡Alá es grande!" [en pleno siglo XXI siguen siendo las religiones una abultadísima causa de sufrimiento en el mundo], el letón Andris Nelsons volvía a dejar patentes dos cosas: que es el director menor de 50 años musicalmente más dotado del mundo, y que la Orquesta Filarmónica de Berlín es profundamente estúpida al no haberlo elegido su próximo titular (habiendo estado a punto de hacerlo). El dilatado programa del concierto concluyó ¡a la una menos diez!, con la inestimable ayuda de quienes, en el intermedio, no daban pie con bola colocando las sillas de los músicos y sus atriles.
La Sinfonía 36 "Linz" de Mozart que ocupaba la primera parte no fue una versión más, sino una muy enérgica y casi contundente realización de su Allegro spiritoso, un Andante ligeramente apresurado (para mí, la única leve pega que le pondría) o un finale de extraordinaria vivacidad y vitalidad. Todo ello aderezado con una enorme transparencia y un muy sutil juego de dinámicas. Imprescindible citar al maravilloso oboe Lucas Macías (antes en la Concertgebouw) y al atentísimo timbalero Raymond Curfs (de la Radio Bávara), con un instrumento de acertada sequedad. Por lo demás, y pese a las peculiaridades citadas, este Mozart se inserta en la mejor tradición, ajena a las versiones que se hacen llamar a sí mismas historicistas.
La Quinta Sinfonía de Mahler, de la que ya existían dos versiones anteriores con Nelsons más o menos divulgadas en imágenes, fue apabullante. A veces hasta el exceso, pues creo que el director no calibró del todo al principio que la acústica del Auditorio Nacional no soporta bien tal cantidad de decibelios: el primer movimiento sonó aquí y allá algo emborronado por tamaño despliegue. Creo que Nelsons debió de percatarse de ello, pues no volvió a aparecer ese problema. Toda la interpretación, muy personal en multitud de pasajes, generalmente esclarecidos hasta resultar aquí y allá reveladores, fue apasionante y no cayó jamás en la rutina. A mí me gustaron sobre todo los movimientos 2º y 5º, y reconozco que el scherzo fue también toda una creación, pero opino que es un episodio demasiado estirado, un tanto fallido por parte de Mahler (¡que nadie me crucifique, por favor!). Pero en todos los movimientos, salvo quizá en el finale, hubo algunas frases -pocas, por fortuna- para mi gusto algo excesivamente melosas o decadentes, y en el Adagietto abusó un poco de los reguladores dinámicos. Pero aunque yo discrepe un tanto de ese enfoque (mi ideal en esta obra sigue siendo Barbirolli), reconozco que el talento de Nelsons es abrumador. Y la técnica, pues la inmensa mayor parte de la obra fue expuesta, en su tremenda complejidad, con una claridad pasmosa.
Capítulo aparte merece la Orquesta (cuyo sonido, más alemán, me agrada mucho más que el que solía extraerle Abbado), formada a base de músicos de primera o primerísima categoría de orquestas muy diversas, casi todas alemanas y ¡curioso! italianas. Es una de las mejores agrupaciones del mundo, pese a no tener quizá la personalidad de las cuatro o cinco cimeras. Ayer asombraron unos cuantos componentes de fábula: además de los citados, el trompeta Reinhold Friedrich, el flauta Jacques Zoon (antes en la Concertgebouw), el clarinete Alessandro Carbonare (de la Academia Santa Cecilia), el fagot Guilhaume Santana (de la Radio del Sarre) o el tuba Thomas Keller (de la Staatskapelle Berlin). Éxito arrollador.
No le crucifico, sólo un simple "tirón de orejas". Ud. se lo pierde.
ResponderEliminarEse movimiento se puede calificar de estirado y algo fallido pero, con esos calificativos, se puede juzgar casi toda la obra de Mahler, atendiendo a criterios "ortodoxos"
Pero cabe considerar que en esa desmesura está presente el mejor espíritu de Mahler. Siempre que oigo esa pieza me pregunto el esquema que sigue, no le encuentro solución; pero siempre me sorprende.
Un saludo y gracias por su trabajo.
Sí, Bruno, dame los tirones de orejas que quieras. Pero sigo pensando que Mahler está sobrevalorado y que es, entre los grandes compositores, uno de los que mayores altibajos presenta, incluso dentro de una misma obra. Y te doy la razón en que la desmesura es una de sus cualidades, como otras que no me hacen especial gracia: la sobreactuación. Pero todo esto se entremezcla con pasajes de una belleza turbadora y, casi siempre, de una orquestación sensacional.
EliminarNo es raro que esté muy valorado-interpretado. Ahora, hace 50 años ya, las orquestas pueden con él y se puede grabar con resultados. Aparte de la orquestación, de los temas o melodías y de que es comprensible a la primera o a la segunda, su lenguaje tiene una cualidad especial a medio camino entre la abstracción musical y la parla hablada de conversación trascendente. Ese lenguaje le atrae al oyente en general porque cree que alguien le cuenta sus problemas o vivencias al oído. . Un poema sinfónico casi verbal. Música con "mensaje".
ResponderEliminarA mí no me extraña que tenga reservas respecto a este músico. Lo que me extraña es que precisamente se acentúen en ese concreto movimiento donde el pensamiento de Mahler se hace, para mí, mas abstracto.
Y alguien tendrá que escribir sobre el acople del público a esa música. Yo lo primero que escuché de Mahler fué la 1ª con Spiteri y la Nacional y a Horenstein con las Canciones del Camarada. Y me acuerdo de lo mucho que me chocó la sinfonía por sus aspectos banales. Aunque hubo muchos momentos en que me gustó mucho. Fui a la grabación de Solti, una recién rareza en el mercado, y me habitué.
Y años más tarde Inbal interpretó la 5ª y luego la 9ª en Valencia con la O. Frankfurt y volvió a incidir en la rusticidad y el primitivismo del autor. Nada que ver con el actual Abbado, por ejemplo. Pero no sé si es que lo interpretan ya en general suavizado o es que somos nosotros los que nos hemos suavizado.
Mire a ver de escuchar ese movimiento aisladamente, a ver si le gusta un poco más.