Vaughan
Williams
Pinchas Zukerman fue uno de
los dos o tres mejores violinistas del mundo desde mediados de los años 60
hasta principios de los 80. También grabó en aquellos años como director,
logrando interpretaciones soberbias de música del XVIII: Bach, Haydn o Mozart,
incluso Vivaldi. Pero como solista me temo que más tarde atravesó una larga
crisis, técnica y artística: no hay más que comparar sus grabaciones de
conciertos y de obras de cámara realizadas en su primera etapa con las
siguientes (casi todas para RCA): las primeras eran, casi invariablemente,
superiores. Ya en el siglo XX, en algunas ocasiones en que le escuché encontré
en él incluso problemas de afinación, pese a que se sobreponía el estupendo
músico.
Por todo ello, cuando vi en
una tienda el disco que Decca ha publicado recientemente, en que toca y sobre
todo dirige obras de Elgar y Vaughan Williams con la Royal Philharmonic Orchestra,
dudé, pero no me decidí a comprarlo. Pero hete aquí que un amigo me lo ha
pasado, en alta resolución, y me quedado ¡pasmado! Es para mí, sin la menor
duda, uno de los mejores discos de los últimos meses, incluso años. De entrada,
es una grabación técnicamente sensacional, sin duda una de las más perfectas de
orquesta de cuerda que haya escuchado hasta la fecha.
Pero las interpretaciones son
igualmente literalmente sensacionales: causan sensación. Siguiendo el orden en
que vienen grabadas, comienza con dos páginas extraordinariamente bellas de
Vaughan Williams, mis favoritas de todo lo que conozco de este autor: la
romanza para violín y orquesta La alondra
elevándose y la Fantasía sobre un
tema de Thomas Tallis. De la primera mi versión de cabecera era, y sigue
siendo, la que Zukerman grabase en 1973 para DG con la English Chamber y
Barenboim; pues bien, esta de ahora apenas le va a la zaga a aquella joya, y
por supuesto suena bastante mejor. Son bastante similares en el carácter, y el
lirismo y la poesía que las envuelve persisten en el más alto grado. El violín
vuelve a ser etéreo y a la vez corpóreo, con un fraseo bellísimo y una gran
riqueza de matices en la dinámica y el color. De la Fantasía sobre Tallis no faltan precisamente las interpretaciones admirables
(Barbirolli, Boult, Haitink, Previn...), pero juraría que no recuerdo ninguna
tan hermosa y tan conmovedora como esta. Y ninguna orquesta la ha tocado mejor,
con esos contrastes dinámicos entre plenitudes dinámicas y pianos de sonoridades mágicas. Creo que es la cima de este
extraordinario disco, junto con la obra que lo cierra.
Edward Elgar
El resto es Elgar: una de las
versiones referenciales, sin duda -aunque no me atrevería a señalar mi
favorita- de la Serenata para cuerda,
una convenientemente decadente y elegante Salut
d'amour con violín solista (puede que aún superior a la suya para Philips,
1985, no con orquesta sino con piano: Marc Neikrug). Las dos Canciones de la noche y la mañana, op. 15
son también de libro, y sigue la primera grabación mundial de una pieza
preciosa, En el claro de luna (In Moonlight), para viola y orquesta, en
la que el propio Zukerman empuña el instrumento solista con precioso sonido y
su magistral fraseo. Se trata de una transcripción realizada por Julian Milone
de la tercera parte, titulada Canto
popolare, de la partitura orquestal In
the South, op. 50. El disco
termina con una interpretación antológica -creo no exagerar si digo que la más
impresionante que haya escuchado- de la Introducción
y allegro, op. 47, para cuarteto de cuerda y orquesta también de cuerda. La
tremenda, intensísima versión de Zukerman puede ser para muchos melómanos un
auténtico descubrimiento.
La Royal Philharmonic está en
todo el programa absolutamente sensacional. Queremos más grabaciones de
Zukerman dirigiendo: es un músico excepcional con un oficio de batuta ya
consumado.
Me dice mi amigo Miguel Ángel de las Heras que en el comentario del libretillo del CD (que yo no tengo, sino la descarga en alta resolución) cuenta Zukerman que un domingo por la noche de 1973 le telefoneó Barenboim para decirle que al día siguiente tenía reservada sesión en un estudio de grabación londinense y que si conocía "La alondra elevándose". No, no la conocía, pero la preparó en pocas horas ¡para grabarla al día siguiente! ¿Quién lo diría escuchando la interpretación? ¡Qué capacidad la de Zukerman para llegar al fondo de esa música en tan poco tiempo!
ResponderEliminarAcabo de escucharlo y me he quedado pasmado. Definitivamente no me ponía así desde hace mucho con algún disco nuevo en mi biblioteca. Y a propósito de Vaughan Williams ¿qué opinión le merece como compositor? siento que es infravalorado; y si tiene alguna recomendación de su integral sinfónica. Gracias de antemano, Ángel.
ResponderEliminarMe alegro. Todos los amigos que conozco se han quedado asombrados al escucharlo. ¡Y ha pasado casi inadvertido!
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