jueves, 31 de octubre de 2013

“La forza del destino” y “Nabucco” por James Levine en DVD



           

La casualidad ha hecho que escuchase casi seguidas dos óperas de Verdi filmadas en el Met y dirigidas por James Levine: la primera en 1984 y la segunda en 2002. Lo que más me ha llamado la atención es que parecen dos directores diferentes: en La forza tenemos al Levine de tantas filmaciones de su teatro neoyorkino, con una dirección muy nerviosa, que hace sonar la orquesta al modo toscaniniano, seca y cortante, cuidando poco el fraseo y dejando a los solistas de la misma tocar a su aire (es decir, bastante mal o de forma vulgar). También hay que decir que sentido teatral no le falta, aunque sí suele escasear el verdaderamente dramático. En conjunto, una labor de batuta tirando a patatera (¡qué chabacana la obertura!), superficial, y ruidosa aun cuando no viene a cuento. También es cierto que muy desigual: no carece de buenos momentos.
Poco que ver con el Levine, sorprendentemente maduro, de Nabucco: el sonido que produce se parece muy poco a aquél, ahora es más redondo, más cuidado, sin aquellos ataques repentinos (a veces, histéricos) y secos –la orquesta le suena mucho mejor, ni siquiera parece la misma–, y es capaz de cantar con delectación y un sentido del fraseo bello y hasta entrañable. Carece, sin embargo, de la tremenda garra y la fuerza con que hace sonar al joven Verdi Riccardo Muti en su grabación de audio para EMI: un enfoque, para mí, absolutamente ideal. Extraño en un director siempre tan vehemente como el de Cincinnati, que aquí, incluso, modifica la orquestación (¡dulcificándola!) de la cabaletta de Abigaille “Salgo già del trono aurato”, algo para mí incomprensible y que le hace perder gran parte de su intensidad dramática. Pero alcanza momentos de una emotividad y reflexión que no le escuchaba hacía años, desde aquellas primeras grabaciones suyas (en audio) de óperas verdianas o veristas.
¿Y los cantantes y la escena en uno y otro caso? En La forza, Leontyne Price tiene a sus 57 años la voz hecha cisco, y sólo mantiene destellos de la maravillosa soprano que fue; Giuseppe Giacomini es un tenor de voz dramática que casi no sabe cantar y cuya interpretación se limita a reclamar exagerada y angustiosamente el aplauso al final de cada intervención; Leo Nucci, barítono lírico ya con esos vicios que nunca le faltaron, parece hasta bueno frente a los dos referidos colegas. Bonaldo Giaiotti, aun sin ser un Padre Superior refinado, luce una hermosa voz de bajo-bajo y una línea de canto notable: es, con diferencia, el mejor del elenco. Absolutamente insufrible el Melitón de Enrico Fissori, de voz grande y fea, técnica inexistente y grotesco intérprete muy, muy pasado de rosca (¡Fernando Corena es sobrio a su lado!)tanto en lo musical como en lo escénico. Correcta la Preziosilla de Isola Jones, de registro alto bastante metálico, y malos de solemnidad casi todos los papeles menores, empezando por el Marqués de Calatrava de un tal Richard Vernon. La escena (¿responsabilidad de John Dexter?: no lo dice claramente el libretillo) es de pesadilla: horrendos decorados e inexistente dirección de actores (que tampoco se afanan por suplirla ellos mismos).
También en esto ha mejorado, por fortuna, el Met en los últimos tiempos: en Nabucco es más que aceptable lo ideado por el tradicional Elijah Moshinsky y cómo maneja a los actores. El coro, no sólo la orquesta, también suena ahora mucho más empastado (muy emotivo el famosísimo “Va, pensiero”, que repiten). Juan Pons es un Nabucco ya no en su mejor momento vocal (aun así, el centro sigue siendo suntuoso), pero que conmueve hondamente por su sincera y comunicativa vivencia del personaje, cuya evolución traza con gran credibilidad. Le hemos escuchado Abigailles más dominadoras (antes) a Maria Guleghina: aun así, impone y se impone en un personaje casi imposible y que casi nadie puede (antes o ahora) cantar con plena suficiencia. Muy tremolante ya, a sus sesenta años, Samuel Ramey; con todo, es una gloria contemplar su encarnación de Zaccaria. Y correctos tanto el tenor Gwyn Hughes Jones (Ismaele algo más lírico de la cuenta) como la mezzo Wendy White (Fenena). Resumiendo: si a La forza no le concedería más de un 3 (sobre 10), Nabucco tal vez merezca un 7. (Todo ello sin tener en cuenta la calidad técnica, deplorable en aquélla y espléndida en ésta).


2 comentarios:

  1. Un extraordinario director por mucho que se empecinen en calificarlo de mediocre, de una

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  2. Lo siento, tu comentario se corta abruptamente, no ha llegado completo. Repítelo, si quieres.

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