Con motivo de su reciente
lanzamiento en Blu-ray de esta versión filmada por Decca el año 2009 en la
Ópera de Zúrich, he vuelto a verla y escucharla. No me duelen prendas en
admitir que ahora me ha gustado bastante más que cuando la escuché en DVD en su
día. De entrada, debo decir claramente que la intérprete del papel titular,
Emily Magee, me parece muy superior a Angela Gheorghiu en la versión que
recomendé en este blog como la más lograda en conjunto (con Kaufmann, Terfel y
Pappano, Blu-ray EMI de 2012). Magee me resulta bastante más creíble y sincera
-musical y actoralmente-, además de poseer una voz más adecuada, bastante más
carnosa y dramática. ¡Hay que ver cómo, con qué inteligencia, ha ido evolucionando
esta soprano neoyorkina (nuera, por cierto, de Luana DeVol) desde que en 1997
grabase la Elsa del Lohengrin con
Barenboim!: entonces era una lírica un poco ancha, y ahora es una dramática
que, creo, podría cantar sin problema Isolda. Y en este proceso no ha perdido
belleza o brillo, ni firmeza en el registro agudo, que, por descontado, es
ahora más poderoso. Así se aprecia en esta Tosca
y, más reciente aún, en la Rusalka
que he comentado hace poco (junto a la Fleming). La considero una de las
mejores cantantes de la actualidad, y es una pena que no se meta de lleno en Verdi,
de cuyos papeles dramáticos (tal vez no de los dramáticos de agilidad) creo que
podría ser una gran intérprete.
Jonas Kaufmann será, de
seguro, el mejor Mario de nuestros días, y me resultan admirables su
musicalidad y su talento interpretativo. Pero no me suena muy italiano, la verdad (lo que son, en su
modo más elogiable, dos españoles: Domingo y Carreras -con C.Davis-), si bien
su refinado canto, sus medias voces, su legato
casi liederístico, no me parecen fuera de lugar como opinan algunos. Porque
quizá estamos demasiado acostumbrados a los latinos
que deslumbran por su timbre pero no matizan mucho que digamos (Del Monaco, Di
Stefano, Corelli, Pavarotti, Alagna...)
Comprendo que el
interesantísimo personaje que es Scarpia haya tentado a Thomas Hampson, pero es
evidente que su voz de barítono lírico (sí, de color lírico, pese a su
considerable volumen y espléndida proyección: hay que escucharlo en directo
para darse cuenta de cuánto) no es la ideal para un papel de barítono-bajo. Aun
así, recordemos que uno de los más reconocidos Scarpias, Tito Gobbi, era
también un barítono lírico. Aparte de la voz, la interpretación de Hampson no
me convence todo el tiempo, sino que le encuentro altibajos; ahora bien, su
clase de gran cantante y de artista de alto nivel me parecen indiscutibles.
El no muy conocido Paolo
Carignani lleva a cabo con la batuta un espléndido trabajo, sobre todo por la
sorprendente clarificación de la compleja escritura orquestal pucciniana, en la
que escuchamos multitud de texturas nuevas.
Encuentro que esto es lo más meritorio de su labor, porque a veces se echa de
menos un poco más de pulso dramático. Y tanto el coro como la orquesta, que no
son del otro mundo, le rinden mejor que de ordinario (mucho mejor que al
habitual en ese foso Welser-Möst).
Finalmente, la escena de
Robert Carsen es, como de era de esperar, muy interesante, pero también
controvertida. Apartándose de la tradición figurativa
y con una gran economía de medios escenográficos, no cae en extravagancias,
pero propone alguna cosa poco comprensible, como el ultimísimo plano del Acto I
(que prefiero no revelar a quienes no lo hayan visto). Muchos detalles sí me
parecen muy acertados y bien traídos (por ejemplo, cuando Scarpia aplaude
irónicamente tras escuchar a Tosca preguntarle retóricamente a Dios por qué se
porta tan mal con ella, ¡con lo buena que siempre ha sido!). Puntos fuertes son
también, sin duda, la actuación escénica de los personajes y la iluminación. Y
del Blu-ray, la perfección técnica de imagen y sonido, así como el hecho de que
tenga subtítulos en español.
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