Sorprende que, con la crónica
escasez de música de cámara española que hemos padecido, hayan estado
marginadas, olvidadas, dos partituras tan destacadas en este género como las
dos principales de este disco. Hay que agradecer efusivamente a Harmonia Mundi
que haya publicado este disco (HMC 902226), grabado con extraordinario acierto,
y perfecto equilibrio entre el piano y el cuarteto de cuerda, en, una vez más,
los Estudios Teldex berlineses.
El Quinteto para piano y cuerda en Sol menor, op. 49 de Enrique
Granados, data de 1894. Es una concisa partitura (dura unos 16') en tres
movimientos en la que apenas hallaríamos referencias hispanas; suena más a Fauré, a Saint-Saëns o a
otro compositor de esos años, francés desde luego. Pero también podrían
hallarse en él ecos de Grieg, quizá el compositor con el que Granados, por su expresión, tiene, en conjunto, más
puntos de contacto. Más, creo yo, que con Chopin, al que más frecuentemente se
le asocia. Es una obra melódicamente hermosa, fluida y admirablemente bien escrita;
anuncia, sin duda, al que pronto se confirmaría como gran compositor.
El Quinteto de Joaquín Turina también está en Sol menor y, tras su
escucha, uno se queda pasmado al comprobar que lleva el 1 como número de opus.
Data, en efecto, de 1907, cuando el compositor sevillano contaba 25 años y se
hallaba en París estudiando en la Schola Cantorum. Hay, sí, en este Quinteto algo o bastante la escuela de
César Franck, pero llama poderosamente la atención la ambición de la partitura,
en cuatro movimientos, una disposición inusual (comienza con una Fuga lenta, sigue un movimiento rápido,
un scherzo precedido de una introducción
lenta y concluye con otro indicado, de manera parecida, Lentement - Assez vif) y, sobre todo, la solidez estructural no
reñida con una considerable originalidad, y cómo Turina cuela discretamente
guiños andalucistas, nada evidentes ni literales, en los dos últimos
movimientos. En efecto, la obra parece poner de manifiesto su dilema interior
entre los férreos preceptos recibidos de la Schola y los consejos de Albéniz,
que le animaba a ser más espontáneo, más libre... y nacionalista. En todo caso,
me parece claro que se trata de una obra excelente incomprensiblemente olvidada,
que dura más de 31'.
El disco -no muy generoso:
51'20"- se completa con la preciosa pieza Calíope, para la misma combinación instrumental, perteneciente a la
admirable colección titulada Las musas de
Andalucía, op. 93, de instrumentación muy variada y de plena madurez (1942),
seguramente una de las cimas de su extenso catálogo, en la que se aprecian,
estupendamente integradas, huellas de la Schola, de Albéniz y del Impresionismo
francés.
El Cuarteto Quiroga, el más
pujante grupo camerístico español de los últimos años, y Javier Perianes, en
estrecho entendimiento, ofrecen unas interpretaciones sencillamente pasmosas
por su belleza sonora, su impecable empaste, su hondo entendimiento de las
obras. Hasta tal punto que tiene uno la impresión de que existiera una gran
jurisprudencia interpretativa sobre ellas (que no hay) y que llevasen años y
años tocándolas juntos y profundizando en ellas. Servir unas músicas casi
ignotas con tal clarividencia es algo a lo que, por desgracia, no asistimos con
frecuencia.
El cuarteto Quiroga y Javier Perianes interpretarán estas obras en el Auditorio Nacional en martes, 26 de enero, dentro del ciclo Liceo de Cámara XXI.
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