Tristan und Isolde
En febrero de 2018 representaron en
la Ópera Estatal de Berlín el enésimo Tristán
e Isolda dirigido por Barenboim. En esta ocasión, en lugar de deciros qué
me pareció la dirección musical, transcribo las palabras escritas (y publicadas
en internet) por Alejandro Martínez, comentario que suscribo: "Daniel Barenboim ha hecho de su orquesta, la Staatskapelle de Berlín, un músculo
flexible capaz de adaptarse cada velada a un pathos distinto. Es más, se diría que Barenboim 'improvisa' cada noche un Tristán diverso, fruto de la más pura inspiración, con la seguridad de que su
orquesta le sigue y le secunda hasta donde vaya. Eso es hacer música, por
descontado, más allá de la pura ejecución mecánica de una partitura. De hecho
me atrevería a decir que la representación, en realidad, sucedió en el foso, al
margen de la propuesta de Tcherniakov sobre las tablas. Tal fue el grado de
narratividad que Barenboim consiguió extraer de su orquesta. Desbordado y
desbordante, desolado y desolador, sin refrenarse un ápice, Barenboim exhibió
de nuevo su extraordinaria afinidad con esta partitura, que hoy en día dirige
como nadie". Solo añado que no solo "hoy dirige como nadie": que
más bien nadie la ha dirigido con tanto conocimiento, tan profunda apropiación
de la partitura, y que cada vez hace algo diferente (escúchense sus cuatro
grabaciones). Esta ha sido, posiblemente, la interpretación más incandescente
que le he escuchado hasta ahora. La maleabilidad de la Staatskapelle Berlin es
de no dar crédito.
Barenboim ha contado
en esta ópera con varios de los directores de escena más importantes de las
últimas décadas: Jean-Pierre Ponnelle, Heiner Müller, Harry Kupfer, Patrice
Chéreau y, ahora, Dmitri Tcherniakov (Dieter Dorn fue el responsable de su
producción en el Met, que desconozco). Esta de 2018 es la más discutible. Pero
el talentoso y desigual régisseur ruso
ha arriesgado mucho y ha aportado no menos, aunque pueda ser muy objetable. El
amor ha sido des-idealizado, desmitificado de un modo radical: ya cuando los
protagonistas beben el filtro, nada más darse cuenta de que no se mueren, sino
que se atraen, experimentan un ataque de risa. En coherencia, todo el dúo de
amor del Acto II es una muestra de amor sosegado y burgués. Es todo ello muy
curioso, pero puede ser -aunque la sublime música lo desmienta- porque desde el
punto de vista teatral funciona como una posibilidad, con coherencia. Y, desde
luego, la interacción entre los personajes es siempre sutil, matizada y muy verosímil
y creíble. Es, me parece, una concepción tan heterodoxa como interesante. Lo
que más me ha chirriado, o parecido innecesario, es la aparición en el Acto III
de los padres de Tristán. Claro que no es lo único de la propuesta de
Tcherniakov que no he comprendido. A saber...
El reparto ha sido
casi en todo un gran acierto: Anja Kampe, con una voz lírico-dramática de
primera, es una cantante consumada y una gran artista. La verdad es que
Barenboim ha encontrado una dignísima sucesora de su Waltraud Meier. Quien más me ha llamado la atención ha sido, sin
embargo, Andreas Schager. Es, vocalmente, el mejor Tristán de las últimas seis
o siete décadas. Asombrosamente, además, llega intacto al final, sin el menor
síntoma de agotamiento... ¡y sin haberse reservado
en un solo momento! Si sigue así y profundiza un poco más en los pliegues del personaje,
será el Tristán más completo desde hace mucho tiempo (no puedo sino sonreír al
recordar que un crítico musical ¡¡muy wagneriano!! escribió, tras escucharle en
Madrid un soberbio Acto I de La Walkiria,
que no era en absoluto para Siegmund, pues poseía, como mucho, la voz de
Mime...). Stephen Milling posee una espléndida voz de bajo y su encarnación del
Rey Marke está realmente muy matizada, si bien flaquea algo en los extremos de
la tesitura (la ausencia de René Pape ¿se deberá a que no estaba disponible?:
es rara). Boaz Daniel, barítono de robusta voz, es un correcto Kurwenal. Pero
queda aún una gratísima sorpresa: ¡la mezzo Ekaterina Gubanova es la Brangäne
más admirable que he escuchado hasta la fecha! Su intervención, fuera de
escena, en el dúo del Acto II advirtiendo a los amantes que se acerca el
amanecer, es absolutamente antológica, excelsa. Muy bien Stephan Rügamer como
Melot y el muy joven Linard Vrielink como Joven marinero y Pastor: un tenor a
seguir. El también jovencísimo corno inglés del Acto III, que actúa en escena,
es un fuera de serie: se llama Florian
Hanspach-Torkildsen. Grabado el sonido por los Estudios Teldex de la capital
alemana y filmado por Andy Sommer, podría ser que fuese publicado por BelAir. ¡Ojalá!
Solo tendrán que corregir un estrepitoso fallo de una trompeta, al comienzo del
encuentro entre los dos protagonistas. Por cierto, parece que el foso de la
orquesta lo han hundido más de como estaba antes de la reforma del teatro;
seguramente solo para Wagner, siguiendo el ejemplo de Bayreuth. Así la orquesta
no tiene que atenuar su potencia.
Médée con Sonya Yoncheva
Medea, la obra cumbre de Luigi Cherubini, que el mismísimo
Beethoven admiraba, es una obra maestra, en la mejor tradición de Gluck, que
apenas se representa debido a la dificultad extrema del rol titular, que
precisa una soprano dramática vocalmente superdotada y a la vez una espléndida
actriz. Desde Maria Callas son muy pocas las cantantes que se han atrevido con
este endemoniado y magnífico personaje terriblemente trágico. Barenboim, que
fuera de Verdi ha dirigido pocas óperas de autores italianos, ha escogido la versión
del estreno, en francés (París, 1797). Hace solo un par de semanas metí la pata,
hasta el fondo, en este blog comentando Iolanta
de Tchaikovsky protagonizada por Sonya Yoncheva: criticaba que cantase
Norma o Medea, como si se creyese Anna Netrebko, cuya evolución vocal ha sido
insólita y espectacular. Pues bien: me retracto. Porque me he quedado de piedra
al escuchar a Yoncheva en esta Médée, con una voz ya, pocos años después de ser
una lírica, absolutamente dramática, timbradísima e impresionante que solo
acusa como defecto un cierto trémolo, algo que puede desagradar poco o mucho (a
mí, no mucho, en este caso). Pues bien, esta Medea suya es, de lejos, lo mejor
que le he escuchado (que tampoco ha sido mucho, entre otras su algo
decepcionante Norma en el Covent Garden, 2016). En la ópera de Cherubini su
intensidad dramática, vocal, musical y escénicamente, es tremenda: no me lo
podía esperar, y me parece digna de la mayor admiración. Sobrecogió con toda
razón al público berlinés. Me ha gustado mucho más que Gwyneth Jones o Sylvia
Sass, las dos intérpretes discográficas que conozco después de la furibunda
Callas (no soy especialmente callista,
pero su Leonora de Il Trovatore, su
Tosca, su Gioconda, su Santuzza o su Medea me parecen impresionantes).
Junto a Yoncheva estuvieron Charles
Castronovo como Jason: voz interesante de tenor lírico ancho, que canta
correctamente pero no siempre proyecta bien. Soberbia la mezzosoprano Marina
Prudenskaja como Neris (todo lo que le he escuchado a esta mujer, sea Wagner o
Verdi, me ha encantado). En cuanto a Elsa Dreisig como Glauce, me he encontrado
con una destacada soprano lírica a la que no conocía: una cantante a seguir. En
cambio, el barítono-bajo escocés Iain Paterson (Créon) me ha decepcionado por
completo: sin ser muy mayor (55 años), da la impresión de estar acabado,
fatigado, sin fuelle. No lo comprendo: es un señor que se dedica a cantar, no
hace tiempo sino aún hoy, Wotan o el Holandés: ¡madre mía! ¿Será que tuvo una
mala noche en esta Médée? No es eso
lo que parece...
La escena de Andrea Breth, en unos
escenarios escuetos, feos, claustrofóbicos, desagradables (la terrible tragedia
puede justificarlos) no me parece muy inteligible, aunque creo que tiene más
que destellos de gran inteligencia. La dirección musical ha sido, por el contrario,
reveladora: lejos de confundir a Cherubini con Verdi, parece acercarlo más a su
antecedente Gluck. No hay más que escuchar la estupenda Obertura o el
sensacional Preludio del Acto III para apreciar la impresionante creatividad y
fuerza expresiva de este director, cuyo repertorio cada vez posee menos
límites.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarEscuché un segundo acto del "Tristán" por Barenboim con la WEDO en el Palacio de Carlos V de Granada, en compañía de Antonio Fuentes, y realmente el argentino no tiene parangón a día de hoy en esta obra... ¿Tienes traducidos libretos de ópera? En Kareol hay lagunas (la operística de Janácek), siendo una página excelente.
Y sí, Gluck y Cherubini trazan una tradición prerromántica: oyendo "Alcestes" o las "Ifigenias" a veces parece uno escuchar a Beethoven.
Saludos cordiales.
Sí, traduje los libretos de algunas óperas: Fidelio, Salomé, Ariadna en Naxos, varios Wagner, sobre todo en los años en que trabajé en el Teatro Real. Saludos.
EliminarHablando de Wagner, en la biblioteca está la walkiria de Furtwangler, es en la colección de ópera de tapas blancas, larga, que vino con el país, quizá la asesoraste tú...¿qué te parece en general esa colección?..está entera, me he traído el cazador furtivo por Sawalisch...todo lo que he visto tiene una pinta estupenda...
ResponderEliminarEn esa colección no intervine yo, aunque sí en otras de El País. No recuerdo ya los títulos de las óperas que contiene, pero las dos que citas son más que interesantes.
EliminarCuáles son las óperas italianas no de Verdi que ha dirigido Barenboim?, no recuerdo ninguna. Carlos J. G.
EliminarPues en 1976 grabó para D.G. Il matrimonio segreto de Cimarosa (con Varady, Auger, Fischer-Dieskau, Davies, Hamari, Alberto Rinaldi y la English Chamber), una ópera bufa no muy conocida que es una delicia. Y sé que ha dirigido también Il barbiere di Siviglia de Rossini. No sé si alguna otra (podría ser que se me olvide). También ha hecho Orfeo y Eurídice de Gluck, no sé si en italiano o en francés; en cualquier caso, no se la puede considerar una ópera "italiana", ni siquiera si se canta en esa lengua. Lo mismo que las óperas en italiano de Mozart: ¿son óperas italianas? Más bien no... Por supuesto, ha hecho muchas veces las tres de Da Ponte.
ResponderEliminarY ya puestos ¿cuáles son las óperas francesas que ha dirigido?, me gustaría saberlo. Carlos J.G. (Bueno, y si puede ser también las rusas)
EliminarQuiero dejar claro que no estoy al tanto de "todas", es posible por tanto que se me escape alguna.
EliminarFrancesas: Sansón y Dalila de Saint-Saëns y Manon de Massenet, ambas grabadas (la primera en CD, la segunda en DVD/Blu-ray), Carmen y Los pescadores de perlas de Bizet y Pelléas et Mélisande de Debussy.
Rusas: Eugenio Oneguin y La dama de picas de Tchaikovsky (la primera, en DVD), Boris Godunov de Mussorgsky, La novia del zar de Rimsky-Korsakov (grabada en DVD/Blu-ray), El jugador (en DVD/Blu-ray) y Esponsales en el monasterio de Prokofiev. No recuerdo ahora si alguna más.
Oneguin también está en CD, D.G., en una recopilación de grabaciones en el Festival de Salzburgo.
EliminarA lo mejor hay algún lector que lo entiende (espero que hable de música...)
ResponderEliminar¿Sería posible saber quien es ese crítico "wagneriano" que dijo eso de Schager?. Es para mantenerlo bien lejos. Gonzalo.
ResponderEliminarNo, lo siento, prefiero no revelarlo.
ResponderEliminarVarios músicos hicieron una selección de los mejores 250 discos, para Gramophone. Barenboim aparece 2 veces. ¿Qué Le parece la selección de grabaciones? Un saludo. https://www.gramophone.co.uk/features/focus/greatest-recordings-of-all-time-chosen-by-leading-musicians
ResponderEliminarLa crítica británica ha solido ser muy poco comprensiva con Barenboim; hay quien dice que debido a que supuestamente no se ocupó lo suficiente de su esposa Jacqueline Du Pré en su enfermedad final.
EliminarY gracias, pero no voy a consultar la lista que me envías. Yo trabajé en la industria discográfica bastantes años, y una de las compañías era británica; allí todo el mundo sabía cómo Gramophone era especialmente "comprable". Gracias por enviarme esa lista, pero casi me la sé, no voy a consultarla. ¿Cuántas veces aparece Beecham? Seguro que bastantes más. Y la guía Penguin es útil para estar casi siempre seguro de que los discos que más elogian son malos, y viceversa.
Aparte de la crítica inglesa, he visto mil veces que muchas personas no están dispuestas a aceptar que alguien sea uno de los mayores pianistas y de los mayores directores de su tiempo. Simplemente, se niegan, sin necesidad de escuchar.
Efectivamente, una selección algo discutible. En todo caso, Barenboim aparece una vez como director (segundo concierto de Beethoven con Rubinstein), y una como pianista (sonata de Franck con du Pré).
ResponderEliminareso que dices de Barenboim y la Du Pré se ve en la peli Jackie y Hillary, una buena peli, no sé si la has visto, basada en el libro de la hermana de jackeline, a genius in the family...Barenboim sale en ambos muy malparado como persona.....
ResponderEliminarHilary y Jackie es, además de una película mala, un panfleto en toda regla, que levantó indignación en el Reino Unido cuando se estrenó. Cuando yo trabajaba en DG, fui a recoger a Barenboim al aeropuerto de Barajas y, nada más llegar al hotel, en la planta baja del Ritz, lo primero que hizo fue llamar a Jacqueline para ver cómo se encontraba. Permíteme que dude de que no se ocupaba de ella.
Eliminar¿Y qué opina del maltrato sicológico del que algunos músicos están acusando a Barenboim?. Amador.
EliminarPues parece que es cierto, porque el propio Barenboim ha reconocido que su carácter a veces es malo. Yo lo he visto ensayando muchas veces, y aunque se enfada, a veces muy seriamente, no me pareció que "despreciase" a ningún músico, pero ya se sabe que hay gente que tiene la piel muy fina. En todo caso, es una larga tradición: Toscanini, el supuestamente "paternal" Bruno Walter, Reiner, Celibidache y muchos otros grandes directores podían tener muy mal carácter.
EliminarSeñor Carrascosa: ¿cuántas veces ha escuchado a Barenboim en directo? ¿Y a du Pré? Saludos.
ResponderEliminarA Barenboim unas cien veces; a Du Pré nunca la escuché en directo, aunque sí la vi y me firmó un autógrafo, en una ocasión en que acompañó a su marido en una visita a Madrid con la English Chamber Orchestra.
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