Hace unos días, una señora o señorita, anunciando un programa de Radio Clásica que se emitiría unos días después, decía algo así: “Dentro de unos años parecerá INCREÍBLE que haya habido un tiempo en que la música del pasado se tocaba con instrumentos que en el momento de ser compuesta no existían”.
Yo le contestaría: ¿A usted también le parece INCREÍBLE que, incluso los más acérrimos partidarios del historicismo “bien informado”, suelan aceptar que se toquen Sonatas de Scarlatti o las Variaciones Goldberg y El clave bien temperado de Bach en pianos que no existían en tiempos de esos dos compositores?
Y yo diría más: podría alegar que me pareciese INCREÍBLE que hoy se representen dramas y comedias de Shakespeare o de Lope de Vega con actores vestidos con tejidos que no existían en aquellas épocas, y que fuese en escenarios iluminados con artilugios que ya no eran velas o candiles. O también óperas de hace tiempo en que los decorados sean hoy solo proyecciones, o que esos se muevan mediante máquinas eléctricas. E incluso me indignaría hasta rasgarme las vestiduras por el hecho de El Mesías o La coronación de Popea se puedan “meter” en CDs o en Blu-rays. Etc., etc. Algo que no previeron en absoluto Monteverdi o Haendel.
Así que le pediría a aquella señora o señorita que no sea tan fundamentalista y que no se indigne porque un piano de cola suplante a un clavecín, un trombón a un sacabuche, una trompa moderna a una natural, una trompeta actual con llaves a una antigua, un órgano de aire movido por electricidad en lugar de accionado por tracción muscular, etc., etc.
Sí, la moda de lo “históricamente [bien] informado” es eso, estoy convencido: una moda. Costará que pase de moda esa moda porque está basada principalmente en el ahorro de costes. Y esa moda ha conseguido que quienes no quieran ser tachados de “antiguos” no la pongan en tela de juicio: todos sus partidarios se consideran muy “modernos”, cuando hay razones evidentes para considerarlos justamente “antiguos”.
Y un apunte final: cada
día que escucho un cuarto de hora de Radio Clásica o me asomo a Qobuz u otros lugares, me
encuentro con varios grupos de instrumentos antiguos recién aparecidos (muchos
de ellos con nombres muy ingeniosos): ya hay cientos y cientos de estos grupos,
y según muchos críticos dóciles y complacientes, todos ellos hacen aportaciones
a la interpretación, son estupendos, reveladores, etc., etc. Es algo así como
asegurar que cada mes se hacen en el mundo 50 o 100 películas magistrales. ¡Ya
será menos, ¿no?! En cualquier caso, no cuenten conmigo para que comulgue con
ruedas de molino. Así lo veo yo: las aportaciones sustanciales de este
movimiento son escasas, y el daño que están haciendo es, en mi opinión, muy
superior.
Aquí, Ángel, hay varias cuestiones a considerar:
ResponderEliminarPrimera: el tema de los “integristas historicistas”, las personas a las que les parece increíble que alguna vez se interpretaran las obras musicales en instrumentos no previstos por los compositores. Esto es, ciertamente, un disparate. Para empezar, porque si no se hubiesen interpretado esas obras con instrumentos posteriores, jamás habríamos oído hablar de la Pasión según San Mateo o de El clave bien temperado de Bach, por poner dos ejemplos (esos clarinetes en lugar de los oboes d’amore en el arreglo de Mendelssohn de la BWV 244). De hecho, la Historia interpretativa de Bach al piano es mucho más larga, si lo pensamos, que la de Bach al clave.
Segundo: tampoco podemos obviar las aportaciones de los intérpretes históricamente informados, que nos han permitido descubrir muchos repertorios que si no estarían olvidados, y también reevaluar los posteriores. Sin los historicistas, Purcell sólo sería un autor “local” descubierto por iluminados como Britten o Barbirolli; de Monteverdi y sus contemporáneos apenas se oiría nada y de Telemann o los hijos de Bach, otro tanto. Y comprender cómo sonaban los pianos de la época de Mozart, Beethoven o Chopin debería servirnos para imaginar qué tipo de sonoridades tenían esos instrumentos en la época, no para sentar cátedra necesariamente. Así que el historicismo no es una moda; de hecho, ya ha sido bastante duradero para ser una moda. Otra cosa son los excesos…
Xavier: el hecho de descubrir nuevas músicas es una aportación, qué duda cabe, pero tiene más que ver con los musicólogos e investigadores que los intérpretes.
EliminarOtra cosa: no es cuestión de oponer Hogwood y Herreweghe a Beecham y Sargent; estos fueron, con toda la razón, arrinconados por una generación posterior a la suya.
El principal exceso es llegar a degradar a Beethoven, Schubert, Mendelssohn o Schumann y llegar hasta la Tetralogía. Por ahora: ¿para cuándo Bartók, Stravinsky o Messiaen?
Yo siempre digo, y nadie me contesta: si las interpretaciones del enorme pianista Rachmaninov de su propia música son hoy bastante intragables, ¿por qué hay que intentar hacer a Bach, a Mozart o a Beethoven como se supone -malamente- que los hacían en su época?
El ejemplo que pone de Rachmaninov es definitivo. Por no mencionar la adopción de instrumentos mejorados por parte de compositores a lo largo de sus propias vidas, o las revisiones de muchas de sus obras para adaptarlas no sólo a reconsideraciones sino también a nuevos contextos para su interpretación.
EliminarAh, vaya: que ahora hay consenso en que Rachmaninov era un pésimo pianista...
EliminarEn mi opinión, interpretaba mucho mejor a Chopin -por ejemplo- que a sí mismo.
EliminarMucho me temo, Ángel, que la locutora de Radio Clásica puede tener razón. La especialización en el campo de la música Antigua alcanza niveles inimaginables desde hace algunos años. Ya no solo únicamente en la elección de los instrumentos de época; trompa - trompa natural, piano - clavicémbalo, cuerda de tripa - metálica. El tema parece mucho más complejo y dar con la tecla exacta en los parámetros de los medios instrumentales en interpretación históricamente informada requiere no poco tiento. Observen el panorama: https://www.oboeclassics.com/HandeVriesObs.htm
ResponderEliminarIndependientemente del mérito de las interpretaciones con criterios historicistas, e independientemente también de cuánto acierten en su intento de recrear el pasado, es -en mi opinión- un gran error menospreciar las que llevaron a cabo músicos como Karl Richter, Neville Marriner o Raymond Leppard. A ellos entiendo que se refiere Ángel al hablar de la generación posterior a Beecham y Sargent. Pero tampoco olvidemos que de la misma generación de estos dos directores británicos fue Klemperer, cuyas interpretaciones de El Mesías o la Pasión según San Mateo continúan estando entre las mejores.
ResponderEliminarSí, Klemperer es un caso aparte. Aunque compartía generación con Beecham o Sargent, fue bien diferente: sus grandes obras corales barrocas no son "románticas", sino, ante todo, intemporales. ¡Además de geniales!
EliminarSoy un gran admirador del Bach de Karl Richter; algo menos del de Marriner y Leppard, pero en todo caso creo que son intérpretes más que válidos de la música barroca. Pero sí creo que los Herreweghe, Hogwood, etc., también son directores realmente importantes en la música barroca, y han aportado muchas cosas. En cuanto a lo de descubrir repertorios nuevos, por supuesto que los musicólogos tienen su tarea, pero al final la repercusión del público sólo se obtiene cuando hay versiones grabadas de las obras de los autores correspondientes.
ResponderEliminarQue el Historicismo ha llegado al siglo XX es un hecho. Hace ya tiempo que existen versiones con instrumentos de época de La consagración de la primavera y de las obras de Debussy o Ravel. Por cierto, en autores de los que sí tenemos a intérpretes que conocieron a los autores citados con sonido aceptable. Y eso sí me parece más cuestionable, y uno de los “excesos” que decía.
Atendiendo a criterios históricamente informados mucho me temo que podría hablarse de una recuperación histórica de la Consagración de la Primavera de Stravinski, ya que de alguna manera la orquesta de su estreno en 1913 no tocaba como lo hacen las orquestas en la actualidad. Los acérrimos del historicismo siempre defenderán que la música y todos los instrumentos tienen una evolución y que la interpretación histórica trata de intentar que la música suene como sonaba entonces dentro de su propio contexto histórico, sin las injerencias estéticas y técnicas de otras épocas que de alguna manera la pudieran contaminar. Cuestiones que nos llevan a unos niveles de extraordinaria complejidad. Ya en el Barroco, por ejemplo, no eran los mismos instrumentos ni la misma forma de tocar la que utilizaban Purcell en Londres, Corelli en Roma, Couperin en París o Bach en Leipzig: existían distintas afinaciones, diferentes arcos y distintos estilos. Sin embargo esto no ha sido considerado siempre así. Cuando Mozart arregla el Mesías de Haendel considera que hay que ponerlo al día, cambia instrumentos, modifica armonías y quita cosas. Mendelssohn hizo lo propio con La Pasión según San Mateo,. No obstante se podría reconstruir la Pasión de Mendelssohn con criterios históricos, la cual sonará distinta a la del estreno de Santo Tomás en 1729. Es un mundo de locos. Existen intérpretes internacionales que se mueven con solvencia en ambas vertientes, otros coquetean con la HIP. Hay solistas que son capaces de sustituir las cuerdas Mi y La de un violín moderno por otras de tripa y utilizando un buen arco barroco son capaces de tocar Bach sin abandonar la técnica moderna. Y les suena genial. Lo dicho, un mundo de locos.
ResponderEliminar“Dentro de unos años parecerá INCREÍBLE que haya habido un tiempo en que la música del pasado se tocaba con instrumentos que en el momento de ser compuesta no existían”.
ResponderEliminarBueno, a mí lo que me parece increíble es que después de haber dicho algo así esta señora se haya quedado tan ancha. Porque el hecho de que un instrumento no existiese no implica necesariamente que sea inadecuado para interpretar esa música. Y a veces puede que sea incluso más adecuado. En todo caso, depende de muchos factores, entre otros, que también puede ser que determinada composición incite a modificar, en el sentido de mejorar, uno o varios instrumentos. Sea como sea, la afirmación de la señora, como principio general, no funciona.
Lo más increíble de todo es que haya interpretaciones horribles en sí mismas que se transforman en maravillosas con sólo presentarlas adornadas con los colgantes de “auténticas”, “históricamente informadas”, “con instrumentos originales”, y bla, bla, bla.
Llegará un tiempo en que añoraremos las interpretaciones del pasado musicalmente auténticas y nos resultará increíble que haya habido otro tiempo en que aplaudíamos auténticos bodrios carentes de musicalidad.
Sobre la recuperación histórica de la Consagración de la Primavera, me gustaría saber por qué habría que recurrir a cómo sonó en su estreno de 1913 y no a como suena en la grabación de 1960 dirigida por el propio compositor. No creo que la versión de Stravinski sea “historicista”, sino todo lo contrario, es el resultado de casi 50 años de interpretaciones de la obra. Y puesto que las orquestas de 1913 no sonaban igual que las de 1960 ¿deberemos condenar la versión de Stravinski porque no es auténtica?
ResponderEliminar¿Cómo es el “sonido original” de la Consagración de la Primavera? Está claro que tendremos que esperar a que la dirija Jordi Savall para escucharlo.
Ja, ja, me muero de ganas de escucharle Le sacre a Savall...
EliminarPor cierto, el gran director que estrenó esa obra, Pierre Monteux, no me convence gran cosa en sus grabaciones de la misma. ¿Habría que tomarlo como modelo?
Absolutamente cierto todo esto. Pero es que creo que todavía hay más: ¿de verdad los intérpretes historicistas aspiran siempre a reconstruir todos los aspectos de cómo debía haber sonado la obra en la época en que fue compuesta? Cuando los pianistas de hoy tocan obras de Chopin en pianos de época, lo único que es “de época” es el sonido del piano, que eso es muy interesante. ¿Pero alguien se ha molestado en intentar reproducir el rubato de los pianistas de comienzos del siglo XX que conocieron directamente la tradición romántica; es decir, el rubato de los Busoni, Cortot, Pujno, etc.? Más bien los pianistas de hoy están muy influidos por la técnica y la interpretación moderna de la obra de Chopin. Y seguramente incluso es mejor así, (imitar a grandes artistas como éstos es siempre muy arriesgado), pero entonces lo de la “reconstrucción” no siempre se sostiene.
ResponderEliminarEstá muy bien conocer cómo han interpretado los grandes del pasado, para asimilarlo, pero no para copiarlo. Por otra parte, la sensibilidad de los oyentes va evolucionando con el tiempo, y las experiencias sobre muchos compositores influyen retrospectivamente sobre cómo interpretar músicas anteriores. A la luz de Beethoven puede matizarse la interpretación de muchas obras de Mozart, y lo mismo pasa con Liszt después de conocer la música de Debussy. Etc. Todo ello puede ser enriquecedor.
EliminarPor cierto: ¡qué pesadito se pone el Anónimo no tan anónimo! Cree, por lo visto, que van a hacerme mella sus insultos y descalificaciones. Un amigo mío tiene una teoría sobre él y por qué no se cansa de perseguirme, que es posible y hasta probable que sea acertada. Pero no la voy a revelar, porque podría incluso denunciarme y llevarme a los tribunales. Así que nada mejor que el desprecio...
ResponderEliminarUn caso en que un compositor necesita para su obra un instrumento que aún no existe, es el de la llamada Tuba-wagneriana, que tardó 22 años en construirse con un mínimo de calidad desde que Wagner la ideó y solicitó (1853). El Anillo no sonó con esta tuba (en realidad una trompa modificada) hasta 1875. Con todo, era entonces un instrumento imperfecto, difícil de tocar con buena afinación y articulación, y que se ha ido mejorando con el tiempo.
ResponderEliminarEntonces, cual es la interpretación auténtica del Anillo: ¿sin las tubas wagnerianas, que no existían cuando se compuso la obra, ni cuando se estrenaron el Oro del Rin y la Walkiria (1869-70)? ¿Con las tubas tal como eran en 1876 cuando se representó El Anillo en Bayreuth (1876)? ¿O con los instrumentos en su estado de perfección actual y que Wagner nunca escuchó?
A partir de un caso como éste, es fácil imaginar que muchos compositores habrán soñado con instrumentos que en su época no existían o tenían unas prestaciones y sonoridades que no les gustaban pero que tenían que soportar porque no había otros. Con solo oír algunos pianos de época se apercibe uno de por qué se trabajó tanto en modificar su sonido, y es que son simplemente insoportables. Si los contemporáneos los soportaban es porque no conocían los posteriores. Se da el caso de que a Bach el forte-piano Cristofori no le gustó. Pero si hubiese escuchado un piano actual, ¿no hubiese preferido que sus 48 Preludios y Fugas se interpretasen con un piano en vez de con un clavicémbalo, que al cabo de diez minutos de oírlo ya te ha puesto de los nervios? Lo cual no impide que la interpretación de esta obra por parte de Leonhardt al clave sea una maravilla.
En fin, que lo del historicismo está muy bien, pero siempre que se traduzca en resultados musicales y sonoros excelentes, y sobre todo sin que nos den gato por liebre. Desgraciadamente, en el campo HIP hay más gatos que liebres, aunque liebres haylas, por supuesto.
Creo que se ha opinado de manera coherente. Considero que quién hace buena música buen honra merece pero en esto del historicismo evidentemente hay mucha gratuidad. Tampoco la acústica de las salas actuales son las de antaño. Y como bien dice xabierarmendariz el fraseo de los Pugno, Hofmann, Paderewski, y demás podría ser el más cercano a los compositores que interpretaban pero desde luego sería inaceptable hacerlo así ahora. Además que técnicamente el nivel actual es superior en todos los sentidos. Tampoco las orquestas interpretan como a principios de siglo. En fin todo evoluciona y hoy leemos este estupendo blog en digital...pero igual debería D. Ángel escribirlo en papiro por aquello de la autenticidad informada
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