RICHARD STRAUSS: Sinfonía Alpina, op. 64
Noche – Salida del sol – El sol asciende – Entrada en
el bosque – Siguiendo el curso del arroyo – Junto a la cascada – Aparición – En
los prados floridos – En los pastos alpinos – Pérdida del sendero entre la
espesura y la maleza – Sobre el glaciar – Momentos de peligro – En la cima –
Visión – La niebla se levanta – El sol se oscurece poco a poco – Elegía – Calma
antes de la tormenta – Tormenta, descenso – Puesta de sol – Epílogo – Noche
Richard Strauss fue siempre un gran amante de la
naturaleza, y en particular de las montañas. Se hizo construir una villa en las
cercanías de Garmisch, desde la que se divisaban el pico Zugspitze y los
Wettersteingebirge. Cuando contaba 14 años hizo su primera excursión por la
alta montaña, subiendo con un grupo de montañeros al Heimgarten, en su nativa
Baviera. Al menos un par de hechos ocurridos en aquella ocasión –su pérdida de
orientación durante un tiempo y la tormenta que se desencadenó y que les obligó
a refugiarse en una cabaña– aparecerían reflejados en su Sinfonía Alpina.
Aunque algunos esbozos se remontan a comienzos del
siglo XX, no fue hasta principios de 1911 cuando se puso manos a la obra para
componer el más extenso y ambicioso de sus poemas sinfónicos, al que sin
embargo no llamó así, sino sinfonía, que en un principio pensó titular “El
Anticristo”, “porque hay en ella una purificación moral proveniente de su
propia fuerza, una liberación que pasa a través de la obra, una alabanza a la
naturaleza gloriosa y eterna”, escribió en su Diario el 18 de mayo de 1911, tras
recibir la noticia de la muerte de Gustav Mahler. Pronto dejó de lado la
partitura para enfrascarse en la composición de Ariadna en Naxos, del
ballet La leyenda de José y del primer acto de La mujer sin sombra.
Tras ello retornó a la Alpina, terminándola en febrero de 1915.
Hacía ya años que había completado su gloriosa serie
de poemas sinfónicos (Vida de héroe, de 1898 era el último), al que
había seguido como única obra orquestal la Sinfonía Doméstica en 1903.
La Alpina, op. 64, está por su naturaleza, por su carácter programático,
tal vez más cerca de aquéllos que de ésa, que a fin de cuentas se ajusta de
algún modo al esquema tradicional de sinfonía en cuatro movimientos, con el scherzo
en segundo lugar y el movimiento lento en el tercero. También en la Alpina
algunos comentaristas han creído ver un esquema de sinfonía más o menos oculto,
consistente en introducción, exposición, desarrollo, scherzo, movimiento
lento, recapitulación y coda (a la que retorna la “Noche” con la que daba
comienzo la Sinfonía). Pero en la Sinfonía Alpina, como en otras
obras orquestales de Strauss, no hay contradicción entre la música programática
–Liszt, Berlioz, Wagner– y la música absoluta –Beethoven o Brahms–, pues logró
combinar ambas. Sin embargo, Strauss no se propuso seguir la senda de Beethoven
en la Sinfonía “Pastoral”, todo un himno a la comunión del hombre con la
naturaleza, sino plantear una especie de credo pagano: una música más apegada a
la tierra y más descriptiva, que no desdeña incluso la imitación. Enfoque que
no le impide detenerse a reflexionar en ciertos momentos (“Visión” –punto
central de la Sinfonía, vivencia metafísica que parece un sueño–
“Elegía”, “Epílogo”) y en la que es difícil no ver una parábola de la vida:
noche (nacimiento), salida del sol, ascenso, placeres y contrariedades, llegada
a la cumbre, descenso, puesta de sol, noche (muerte).
Una curiosa afirmación de Strauss sobre la Sinfonía
Alpina fue la de que “quería componerla con la naturalidad con que una vaca
da leche”. A este respecto, Kent Nagano afirma: “es como si su arte de componer
fuese algo innato e instintivo. Sus ideas y sus pensamientos musicales parecen
fluir como la cosa más natural”.
La obra se divide en 22 secciones, con sus
correspondientes títulos, que se tocan sin interrupción (algunas, incluso, se
solapan, siendo prácticamente imposible determinar el punto exacto en que acaba
una y comienza la siguiente). Largo, fascinante y también inquietante,
abrumador viaje de un solo día que se erige como una de las obras orquestales
más imponentes y fascinantes del primer cuarto del siglo XX.
La partitura, que requiere una enorme orquesta, con no
menos de 137 músicos, incluyendo una nutrida sección de percusión, máquina de
viento, máquina de truenos, heckelfón, 4 tubas tenor, órgano y una banda fuera
de escena de 16 músicos, estaba destinada a la Orquesta de la Corte de Dresde
(la actual Staatskapelle), que iba a estrenarla bajo la dirección de Ernst von
Schuch. Pero su muerte (el 10 de mayo de 1914) lo impidió, por lo cual el
propio Strauss asumió la batuta, dándola a conocer con la Orquesta sajona el 28
de octubre de 1915 en Berlín. Al terminar los ensayos para el estreno, Strauss
–que había tardado exactamente cien días en orquestarla, desde el 1 de
noviembre de 1814 al 8 de febrero de 1915– comentó a los miembros de la
orquesta: “¡por fin he aprendido a orquestar!”. Llamativa afirmación en boca
del acaso mayor virtuoso de la orquestación de todos los tiempos: probablemente
irónica, pero que en cualquier caso reconoce que en esta obra había ido más
lejos que nunca hasta entonces en ese arte. Con las cuerdas divididas hasta en
veinte partes, Strauss domina con maestría incomparable una amplia paleta de
sonoridades, tanto las más poderosas (que se producen sólo en contadas
ocasiones) como las más delicadas y sutiles. Contra lo que pudiera sugerir el
enorme contingente orquestal movilizado, no se trata de una composición
retórica ni grandilocuente, que además comienza y concluye suavemente, en un
ambiente de recogimiento e introspección. Sí constituye una especie de
compendio de toda la enorme sabiduría orquestal straussiana. La partitura está
dedicada al intendente de la Ópera de Dresde, el Conde Nicolaus von Seebach, y
a la Orquesta de la misma, “con gratitud”.
DISCOGRAFÍA
Sinfonía
Alpina, op. 64 (1915)
1936 Music&A Strauss/ReichssendersOrchester 48’47
1953 Urania Knappertsbusch/OFilViena 47’13 8/5
195? Orfeo Mitropoulos/OFilViena 44’47 7/4
1958 DG Böhm/StaatskapelleDresden 52’00 8/6
1966 RCA Kempe/ORoyalPhilharmonic 48’49 7/7
1972 EMI Kempe/StaatskapelleDresden 49’45 8/7
1976 Decca Mehta/OFilLosAngeles 48’05 7,5/7,5
1980 Decca Solti/OSinfRadioBávara/Solti 44’19 7/7,5
1981 DG Karajan/OFilBerlín 50’51 9,5/8
1983 EMI Previn/OFiladelfia 48’54 8/8,5
*1983-87 Sony Karajan/OFilBerlín 50’24 9,5/7
1985 Philips Haitink/OConcertgebouw 49’32 8,5/8
1987 Chandos Neeme Järvi/ORealNacEscocia 49’14 7,5/8
*1988 Arthaus Sinopoli/StaatskapelleDresden 53’10 9/8
1989 Decca Ashkenazy/OdeCleveland 50’05 8/8,5
1990 Sony Mehta/OFilBerlín 52’18 8/8
1993 Philips Masur/OGewandhaus 50’09 7/7,5
1993 Erato Barenboim/OSinfChicago 49’32 9,5/8
1994 DG Sinopoli/StaatskapelleDresden 50’17 9/9
199? Hännsler Frühbeck/OSinfViena 48’35 7,5/7
1997 Philips Ozawa/OFilViena 50’30 8/9
1999 Accord Kazimierz
Kord/OFilVarsovia 43’15 5/7
1999 RCA Maazel/OSinfRBávara 50’29 9,5/9
2001 DG Thielemann/OFilViena 52’56 7,5/8
2002 ArteNova Zinman/OTonhalleZúrich 52’16 7,5/8,5
2005 Warner Welser-Möst/OJuvenilGMahler 44’42 6/9
2006 Naxos Antoni
Witt/StaatskapelleWeimar 54’00 7/7
*2006 Arthaus Nagano/DeutschesSymphBerlin 51’20 9/9
2007 Sony Luisi/StaatskapelleDresden 50’10 8,5/10
2008 RCO Jansons/OConcertgebouw 52’09 8/8,5
2009 Hänssler Bychkov/OSinfRadioColonia 47’35 7,5/8,5
2009 Pentatone Janowski/OSinfPittsburgh 49’42 8/9
2010 LSO Haitink/OSinfLondres 50’15 8,5/8
2010 Naïve Philippe
Jordan/ONacÓperaParís 52’25 8,5/7,5
2011 Orfeo Nelsons/OSinfCBirmingham 51’28 9,5/8,5
*2011 OpusArte Thielemann/OFilViena 51’54 7,5/8
2011 Decca Blomstedt/OSinfSanFrancisco 52’24 8,5/9
*2014 C Major Thielemann/StaatskapelleDresden 53’00 8,5/9
2014 Decca Harding/OSaitoKinen 51’56 9/9,5
*2015 DCHall Nelsons/OFilBerlín 54’18 9,5/7,5
2016 BR Jansons/OSinfRadioBávara 50’59 7,5/7
2016 Farao Nagano/OSinfGotemburgo 50’45 8/8,5
2016 Oehms Sebastian Weigle/OÓperaFrankfurt 50’20 7,5/7,5
2018 ABC Andrew
Davis/OSinfMelbourne 50’25 7/8
2018 Pentatone Orozco-Estrada/OSinfRFrankfurt 55’21 9,5/10
2020 Lawo Vasily
Petrenko/OFilOslo 51’25 6/8
2021 Pentatone Jurowski/OSinfRadioBerlín 48’48 7/8
2022 DG Nelsons/OSinfBoston 53’05 9,5/9
*2022 DCHall Philippe
Jordan/OFilBerlín 50’17 9/8,5
2023 Signum Santtu
M.Rouvali/OPhilharmonia 55’49 9/9
*2025 DCHall Mäkelä/OFilBerlín 48’33 8/8,5
A la Sinfonía Alpina la ubico, según mi modesto gusto musical, entre las diez primeras Obras Maestras de todos los tiempos.
ResponderEliminarTengo curiosidad -y seguro que también muchos lectores- sobre cuál es su lista de las 9 restantes.
EliminarPerdona, Ángel, por exagerar y/o hacer mal la cuenta. No podría excluir a las muchas Obras Maestras que, por ejemplo, nos ofrecen Beethoven, Brahms o Bruckner, por sólo citar a tres genios. Pero ahora sí digo de que la Alpina se encuentra en la punta de la pirámide junto a otras geniales composiciones.
EliminarAún no conozco las de Orozco Estrada en Pentatone y Nelsons en DG.
ResponderEliminarÁngel, te faltó poner la puntuación en la primera grabación de la lista, es decir, la del propio Strauss.
ResponderEliminarSe debe a que encuentro esa grabación. Pero me parecía importante que figurase.
EliminarEn lo que es Idagio, que es la aplicación de streaming que utilizo para la música clásica, esa versión de Richard Strauss no aparece, pero sí un par de grabaciones algo posteriores. Más allá de la curiosidad que muchos puedan tener por la dirección del compositor, (su estilo de dirección ha sido realmente influyente pero en esta obra no realizó seguramente su mejor trabajo), lo cierto es que sus versiones no “compiten” para quienes no aprecien el sonido histórico, porque además la calidad de ejecución no es comparable a las grabaciones que llegaron después. Es un problema bastante común que afecta también a las versiones de Knappertsbusch y las dos de Böhm, y en general a todas las anteriores a la primera grabación de Zubin Mehta.
ResponderEliminarPor otro lado, tengo que localizar la grabación de Daniel Barenboim. Es una lástima que el argentino no haya grabado la obra en estos últimos diez años. Si lo hubiera hecho, podría haber sido la versión del siglo, (ahí está su Vida de héroe). Y digo esto porque, al menos a mi entender, Barenboim no encontraba el espíritu de Richard Strauss en aquel período.
Por último, evidentemente Una sinfonía alpina de Richard Strauss no es una de las diez mejores obras de la Historia de la Música, (ni tampoco el mejor poema sinfónico de Richard Strauss, para empezar), pero tampoco merece el trato tan condescendiente que le da Tranchefort en la Guía de la música sinfónica…
Sobre eso último: me resulta sorprendente la opinión de Tranchefort sobre esta obra capital, si no "el mejor" de sus grandes poemas sinfónicos (difícil decidirse entre este, Don Quijote y Vida de héroe), sí es seguramente el más elaborado y con el que su arte de la orquestación llega a lo más alto.
EliminarY no quiero dejar de decir que, si no me equivoco, la interpretación más colosal que recuerdo de esta obra -en vivo o grabada- fue la que hizo, poco antes su muerte, Lorin Maazel con la Radio Bávara en Madrid.