Una omnipresencia excesiva frente a un incomprensible orillamiento
Cada vez son más voces
ilustres del mundo de la música que afirman que Joseph Haydn es tan
grande como Wolfgang Amadeus Mozart. Pues bien, la proporción de la
presencia de uno y otro en la vida musical es tal vez de uno a cinco, y, en
Radio Clásica, como de uno a diez.
De entre los compositores
que podríamos considerar gigantescos, sin duda es Haydn el más olvidado. Y es
incomprensible la cantidad de melómanos que ignora una enormidad de sus tesoros.
Vamos a hacer un balance
sucinto del legado de ambos: Mozart es muy superior a Haydn en el campo del
concierto para piano y en el de la ópera. Haydn es superior en el género
sinfonía y en el del cuarteto de cuerda, aunque no porque tenga obras maestras
superiores, sino por la enorme cantidad de ellas: por ejemplo, Mozart compuso
media docena de sinfonías geniales, pero Haydn no menos de cincuenta. También
en el ámbito del cuarteto ocurre algo similar. Otras composiciones de cámara:
Mozart desbanca a Haydn con sus Quintetos de cuerda K 515 y 516
y con el de clarinete.
Haydn no tiene una misa
tan genial como la de Requiem de Mozart, pero a cambio tiene unas siete
u ocho misas superiores a las de Mozart, exceptuado ese citado Requiem y
la Misa en Do menor. Y en el campo del oratorio, dos a cero a favor de
Haydn: La Creación y Las estaciones: los más admirables desde
Haendel hasta hoy.
En el ámbito de la sonata
para piano la superioridad de Mozart no es tan grande como se suele pensar. Y
algo similar ocurre con los tríos de piano.
Fuera de los conciertos
para piano, en los que la primacía del salzburgués es abrumadora, en Mozart
solo es excepcional el de clarinete, así como la Sinfonía concertante
para violín y viola (los conciertos de violín, el de oboe, fagot, los de
trompa o el de flauta y arpa no son del otro jueves).
De las óperas no hay discutir:
Mozart atesora cinco o seis títulos capitales, mientras que unos cuantos de
Haydn realmente preciosos son ignorados sistemáticamente. Sin embargo, hay más
grabaciones y representaciones de las óperas primerizas de Mozart que de las
maduras de Haydn, bastante más interesantes.
El de Salzburgo compuso
un número enorme de obras, pero el de Rohrau no menos, o sea que no es esa la
razón de la superpresencia del primero.
En Radio Clásica, uno de
los presentadores estelares, venga o no a cuento, salpica cada dos por tres sus
intervenciones con un “¡Viva Mozart!”. Nunca se le ha oído decir “¡Viva Bach!”
o “¡Viva Beethoven!”. Si en una ocasión se le oye proclamar “¡Viva Haydn!”, y
no digamos “¡Viva Bruckner!” es que el mundo se acaba ese mismo día.
Lo cierto es que nuestra
radio clásica pública programa más música de Mozart que de ningún otro
compositor, y que ¡busque usted cuándo fue la última vez que sonó en ella una
misa, una sonata para piano o un trío de Haydn!
¡Por descontado, Mozart
tenía en mucha más consideración a Haydn que Radio Clásica o los programadores
de los conciertos!
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