Venera Gimadieva sustituyó a Diana Damrau
Sin duda alguna Los Puritanos, la última ópera de
Bellini, se interpreta y se graba mucho menos de lo que merece, y ello es
debido con seguridad a la extrema dificultad de cantarla, sobre todo en lo que
respecta a Elvira y, más aún, a Arturo, papel escrito expresamente para la voz
de Giovanni Battista Rubini, excepcionalmente extensa (en la última escena hay
¡un Fa4! que, por supuesto, ningún tenor puede alcanzar). La ópera es desigual
y no posee la garra dramática de Norma,
pero ello se debe en buena parte a la pobreza del libreto, firmado por el Conde
Pepoli, que es tal vez uno de los peores entre las óperas italianas
importantes. El propio Bellini fue consciente de ello, y se quejó amargamente.
Pese a lo cuidado de la escritura musical y de la orquestación, Puritani tarda en despertar interés
desde su insulso comienzo; con la aparición de Arturo la inspiración se dispara
y apenas cesa de aportar melodía tras melodía, a cuál más hermosa y
conmovedora.
Pues bien, anoche, 20 de
julio, asistí a una de esas funciones operísticas que dejan fuerte huella en la
memoria, y eso que hubo elementos que no pasaron de la medianía. De entrada, me
encontré al llegar con que la sensacional soprano Diana Damrau cancelaba la
función por enfermedad. Por suerte, la cantante con la que se alternaba, Venera
Gimadieva, es más que notable. Soprano rusa lírico-ligera de agradable timbre,
depurada técnica y apreciable personalidad, convenció en tan comprometido
papel, aun sin llegar a entusiasmar. Estoy seguro, sin embargo, de que la
alemana habría sido (habrá sido, en otras funciones) superior, por su voz más
bella y brillante, su canto excepcional y su extraordinaria efusividad. Pero la
actuación del mexicano Javier Camarena llenó,
por así decirlo, la representación. Dotado de una voz lírico-ligera de volumen
anormalmente grande para las de este tipo, posee un registro agudo y sobreagudo
asombroso por lo hermoso, timbrado, firme, seguro y hasta fácil. El Re de
"A te, o cara" fue sencilla y literalmente
escalofriante: algo así nunca lo había sentido en un teatro. Con todo, esta
insólita cualidad, que lo convierte en un prodigio de la naturaleza, no fue lo
más importante. Dotado de un buen gusto musical fuera de lo normal, de una
técnica para el legato y la
regulación del volumen que ha logrado llevar recientemente hasta una altura
extraordinaria, Camarena logró una intensidad expresiva y una veracidad en
extremo emocionantes. Aunque más de uno se lleve las manos a la cabeza, debo
decir lo que pienso: Camarena deja fuera de combate a Alfredo Kraus,
elegantísimo y perfecto pero mucho menos efusivo, apenas capaz de conmover.
Por desgracia, ayer tampoco
cantó el espléndido barítono Ludovic Tézier, el Riccardo del estreno, sino
Damiano Salerno, en posesión de un instrumento lírico, aunque muy timbrado, de color
poco grato y técnica bastante tasada, sobre todo para las agilidades. Correcto,
de emisión un poco engolada, el bajo Nicolas Testé como Sir Giorgio, un papel
nada fácil pero no muy lucido. Bien la mezzo Annalisa Stroppa como la Reina
Enrichetta di Francia, y más flojos los papeles menores. La puesta en escena es la que más me ha gustado de las que le he visto a Emilio Sagi: es sobria, acertada y con unos efectos muy logrados en la iluminación.
Encontré al Coro algo más
gritón de la cuenta, y la Orquesta me parece que rindió un poco por debajo de
su nivel medio (creo que la Sinfónica de Madrid es especialmente sensible a las
batutas, y por eso sus altibajos son llamativos: del lamentable Lohengrin de López Cobos a la
sensacional Mujer sin sombra de Pinchas
Steinberg medió un abismo). Porque, la verdad, esperaba más de Evelino Pidò, un
director al que, dentro del Bel canto,
le he escuchado maravillas (Anna Bolena
en Blu-ray, DG 2011, con Netrebko y Garanca) y tremendos fiascos (L'elisir d'amore en CD, Decca 2002, acon
Alagna y Gheorghiu). Ayer no se llegó ni a un extremo ni a otro, aunque sí hubo
apreciables desigualdades en su labor, de trazo algo grueso y bastante efectiva
en los momentos más dramáticos. Pero creo que miró en exceso al Verdi juvenil,
cuando Bellini es algo bien distinto, como supo demostrar en su magnífica
grabación el joven Muti (EMI 1980, con Caballé y Kraus). Esta es, por cierto,
la interpretación grabada más recomendable, por encima de la de Sutherland, Pavarotti y Bonynge (Decca 1975), de la de Sills, Gedda
(algo mayores, aunque fenomenales artistas) y Rudel (Westminster, ¿mediados de
los 70?). Me gusta poco la de Callas, Di Stefano/Serafin (EMI 1953) y es digna
de conocerse una piratada de Great Opera Performances con Deutekom, un Gedda ¡increíble!
y Muti (Florencia, 1970). Esta última, lo mismo que la de Callas, están
sustancialmente abreviadas, mientras que no lo están las otras; creo que la de
ayer en Real se ofreció rigurosamente completa, lo que es muy de agradecer,
sobre todo tratándose de una función en público, agotadora para los dos principales
protagonistas. Y la situación en DVD no es muy allá: una versión algo floja, en
la que solo sobresale Anna Netrebko (DG), y otra notable a secas: Machaidze,
Flórez/M. Mariotti (Decca). De modo que como el sello BelAir ha filmado para su
publicación en DVD y Blu-ray una función con Damrau, Camarena y Tézier en el
Real, creo que, cuando salga, habrá que abalanzarse sobre ella.
No me extraña el éxito de Camarena; desde sus comienzos ha ido creciendo en seguridad, y muy especialmente, en gusto. Creo que has tenido suerte con la cancelación de Damrau y que pudieras disfrutar de Gimadieva. La alemana ya no está para esos trotes, y, para mi gusto, creo que la Elvira ya se le ha escapado del repertorio. De Pido no me extraña lo que cuentas. Ultimamente sus intervenciones están en esa línea. Tengo descargado el streaming para verlo uno de estos días, para mi desgracia sí es con Damrau ;)
ResponderEliminarDe acuerdo con lo que dices Camarena y en que Gimadieva es más que buena. Pero, aunque yo no la haya podido escuchar, algún amigo de fiar me ha dicho que Damrau ha estado sensacional. El DVD/Blu-ray nos sacará de dudas. ¡Decir que es una desgracia que esté Damrau en esa versión me parece muy fuerte!
EliminarAh, por cierto, un amigo me dice que la versión con Sills fue grabada en Londres en agosto de 1973.
Unicamente puede hablarte de lo que he visto. Su Lucia, Traviata y Leila son para olvidar, bajo mi punto de vista. Así que entre Gimadieva y Damrau, te aseguro que es una desgracia que el streaming sea con la alemana. Me gusta en otros roles, pero no precisamente en estos que he podido escucharle recientemente. Hay otros Puritanos en DVD/Blu Ray con Mariola Cantarero y John Osborn. Es una ópera con muy pocos registros. Lástima que para aquella primera incursión discográfica de la Sutherland no se contara con el entonces joven Kraus en vez de Pierre Duval.
EliminarAcabo de terminar el vídeo de esos Puritanos. Y la verdad es que no, no comparto tu entusiasmo querido Ángel. Cierto que la dirección de Pidó es un horror, pero a Camarena le falta mucho recorrido para acercarse algo a Kraus, paradigma de la elegancia. Y le sigue faltando ese puntito de buen gusto en el "decir" como tiene Juan Diego Flórez. Lo de Damrau, como ya me había imaginado, es de bochorno. A estas alturas ya no sé si es que me estoy volviendo demasiado exquisito, quizás en exceso. ¡Quién sabe! Por cierto, te gustará poco la de Callas, pero le da sopas con honda a la Damrau.
ResponderEliminarLamento no compartir contigo que la elegancia sea lo más importante. La capacidad de transmitir los sentimientos de los personajes es para mí primordial. Pero no todos tenemos las mismas escalas de valores.
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