Boulez, Mozart, Schubert, Berg y Widmann
Los días 4 y 5 de marzo ha
tenido lugar la inauguración de la Sala Pierre Boulez de Berlín (muy próxima a la Konzerthaus y a la Staatsoper Unter den Linden): una sala de cámara grande, de
tamaño intermedio entre las habituales de cámara y las sinfónicas; de hecho, en
ella se van a interpretar próximamente las ocho Sinfonías de Schubert, las dos últimas de las cuales requieren,
como se sabe, conjuntos orquestales no pequeños. El edificio es histórico por
fuera, pero su interior, en forma más o menos ovalada, ha sido rehecho
completamente siguiendo un proyecto de Frank Gehry, quien por cierto no ha
cobrado por este trabajo (parece que fue Daniel Barenboim quien convenció al
gran arquitecto, amigo suyo, para hacerlo). La sala, a juzgar por la transmisión
de la cadena de televisión francoalemana Arte, posee una acústica magnífica (la
calidad de la imagen y del sonido, a cargo este -cómo no- de los ingenieros del
Estudio Teldex, es altísima. Aprovecho para dar las gracias a mi querido y bendito
amigo Fernando Gil Olalla, que tantas grabaciones de conciertos excelentes me
consigue).
El concierto inaugural, que
con su pausa alcanzó casi las tres horas y media de duración, constó del
siguiente programa: comenzó con la fanfarria para dos grupos de metal de 3 y 4
instrumentos Initiale (1987) de
Boulez (soberbia pieza de unos cinco minutos que, por cierto, no incluye la
"Integral Boulez" publicada en caja de 13 CDs por Deutsche
Grammophon), grupos que fueron situados a cierta distancia uno de otro y en lo
más alto de la sala. El Pierre Boulez Ensemble, encargado de tocarlo, bajo la
dirección de Barenboim, se nutre de instrumentistas de las dos orquestas del argentino: la Staatskapelle Berlin y
la West-Eastern Divan Orchestra.
Siguió el extenso lied de Schubert Der Hirt auf dem Felsen a cargo de la soprano Anna Prohaska, dotada
de una voz no especialmente seductora, pero que canta la página con admirable
línea y conmovedora expresividad. Barenboim al piano y Jörg Widmann al
clarinete fueron acompañantes de gran
lujo.
A continuación Barenboim, su
hijo Michael (violín), Yulia Deyneka (viola de la Staatskapelle Berlin) y Kian Soltani
(cellista iraní-austríaco de la Orquesta del Diván) dieron vida al Cuarteto con piano en Mi bemol mayor, K 493
de Mozart, una versión excelente, con un piano elástico, fluido, hondo y
también lúdico, y tres instrumentistas de arco en estrecha sintonía. (Ignoro,
me cuesta explicarme cómo un crítico musical tan excelente y bien informado como
Luis Gago escribía el 6 de marzo en "El País", en una crónica por lo
demás modélica, que "fue lo menos conseguido y lo más desangelado del
concierto". Solo se me ocurre pensar que está negativamente influido por
su conocido entusiasmo a favor de las interpretaciones historicistas, habiendo
perdido por ello el gusto para las que no lo son). Pues dudo que haya todavía
hoy un solo pianista tan lúcido y extraordinario para Mozart como el de Buenos
Aires.
Barenboim utilizó, tanto para Schubert como para Mozart, el nuevo piano que lleva su nombre, y a fe mía que suena estupendamente en ambos compositores.
Barenboim utilizó, tanto para Schubert como para Mozart, el nuevo piano que lleva su nombre, y a fe mía que suena estupendamente en ambos compositores.
Aun así, lo mejor de la
velada fue quizá el Concierto de cámara
de Alban Berg, obra difícil de escuchar y asimilar y que el pianista jordano
Karim Said, el violinista Michael Barenboim y los 13 solistas de las dos
referidas orquestas interpretaron bajo la batuta de su director de un modo que
la tornó más comprensible y más llena de vida que nunca la haya escuchado. Para
confirmar lo que digo, la comparación con dos clásicos de la discografía -la
versión para Sony (1968) de nada menos que Barenboim, Saschko Gavrilow y Boulez
y la de Deutsche Grammophon (1978) con Zukerman junto al mismo pianista y la
misma batuta- no me parecen tan lúcidas ni, en definitiva, tan logradas. En lo
alto de la sala y en completa oscuridad, Widmann tocó con asombroso despliegue
de medios y recursos su Fantasie (2006)
para clarinete solo. Widmann (Múnich, 1973) es no solo uno de los mejores
clarinetistas de nuestro tiempo, sino -al decir de los más expertos- uno de los
más destacados compositores actuales.
El programa concluyó con la
interpretación de una de las partituras más importantes y fascinantes de
Boulez, Sur Incises, en su segunda
versión (1998), muy ampliada (casi 40 minutos desde los 12 de la versión
inicial, dos años anterior, compuesta para festejar el 90º cumpleaños del
director Paul Sacher), para tres pianos, tres arpas y tres percusionistas. A
todas luces la clarividencia de la batuta y la competencia de los solistas
fueron del más alto nivel.
Sí, el mayor logro de los
intérpretes de la velada fue convencer a los oyentes (entre los que se contaban
numerosas personalidades del mundo de la música, de las instituciones alemanas
y de otros ámbitos) que ciertas piezas de música contemporánea de vanguardia pueden ser tan asimilables
y situarse sin menoscabo junto a títulos inmortales de Mozart o de Schubert.
Actuaciones de Barenboim entre el 4 de marzo y el 28
de abril
La actividad de este hombre
es maratoniana. En su official site
puede verse lo que ha tocado y dirigido y lo que va a hacer de aquí al 28 de
abril. En 55 días he aquí los conciertos que ofrece: tras los dos días
inaugurales de la Sala Pierre Boulez con el enorme programa que he comentado, el
día 8 han hecho Radu Lupu y él un programa Schubert a cuatro manos, con la Sonata D 617, la Fantasía D 940 y el Divertimento
sobre temas franceses, D 823. Los días 10 y 12, Viaje de invierno junto al barítono Christian Gerhaher. El día
siguiente, una obra estreno de Widmann encargada por el propio Barenboim más la
Serenata "Gran Partita" de
Mozart con el Boulez Ensemble. El día 15 un recital de piano (programa no
anunciado) en Wuppertal.
Los días 18, 19, 22, 23, 26,
27, 30 y 31 hará, también en la Sala Boulez, dos series con todas las Sonatas para piano completadas de
Schubert. El 7 de abril, concierto en la Philharmonie de Berlín en el que
dirigirá a la Orquesta Filarmónica de Viena las Sinfonías "Haffner" y "Júpiter"
de Mozart y, entre una y otra, la Sinfonía
de cámara No. 1 de Schoenberg. Los días 15 y 18 hará sendos recitales junto
a Martha Argerich en los que tocarán a cuatro manos (o dos pianos) las Variaciones Haydn de Brahms, las 5 Piezas para orquesta op. 16 de
Schoenberg transcritas por Webern, y, de Franz Liszt, el Concierto Patético y Reminiscencias
de Don Juan.
El día 22 dirigirá a la
Staatskapelle Berlin las tres primeras Sinfonías
de Schubert (comienzo de un ciclo de las ocho en tres días), y a continuación
una gira por Escandinavia con la West-Eastern Divan Orchestra: el día 25 en
Aarhus dirigirá la Sinfonía No. 40 de
Mozart, el 27 en Helsinki la No. 39 y el 28 en Estocolmo la No. 41,
seguidas en las tres ocasiones por Don
Quijote de Richard Strauss, poema sinfónico en el que actuarán como
solistas un joven miembro de la Orquesta del Diván -el ya citado joven cellista
Kian Soltani- y la también referida violista de la Staatskapelle Yulia Deyneka.
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