Europa riconosciuta de Salieri en La Scala, 126 años después
Precisamente con esta ópera, una de las numerosísimas de
Antonio Salieri (1750-1825), se inauguró el Teatro de La Scala, que entonces se
llamó Nuovo Regio Ducal Teatro di Milano, el 3 de agosto de 1778. Pues bien, la
temporada 2004-05 se abría, el 7 de diciembre, con este título, representado
por todo lo alto. Tras Les Danaïdes y
Falstaff, esta es la tercera ópera de
Salieri que conozco. Y, francamente, se me han quitado las ganas de conocer
alguna más. Pero, claro, al tener noticia de que Erato publicaba en DVD Europa riconosciuta con un reparto
espectacular, no me pude resistir a hacerme con ella. No es exactamente que me
arrepienta, pero ¡ya vale de Salieri! Oficio no le faltaba, claro. Pero lo que
solemos llamar inspiración, ¡toda! En estos 133 minutos de ópera, apenas hay
diez minutos de música que de verdad merezca pasar a la posteridad: un aria de
Semele y, mejor aún, otra de Asterio, ambas en el acto II. Es una música
totalmente convencional, que repite constantemente fórmulas manidas y que carece
de vida y de credibilidad; sigue sobre todo a Gluck, pero carece por entero de
su sentido dramático y de su hondura. Es música aparente, pero vacía. Y sucumbe de lleno al exhibicionismo vocal,
con agobiante presencia de acrobacias y, más aún, de sobreagudos, algunos tan
mal colocados y tan excesivos que incluso estos grandísimos cantantes se las
ven y se las desean con ellos. Ni qué decir tiene que no hay un solo personaje
con entidad y creíble, y casi ni una sola melodía que deje huella. En fin... el
tiempo, como dice mi buen amigo Miguel Ángel de las Heras, pone a cada uno en
su sitio. ¡Y pensar que en su tiempo rivalizó con Mozart!
Bueno, no creo que a Riccardo Muti le subyugue esta ópera;
tal vez hayan decidido programarla por ser la que abrió el famoso templo
operístico milanés. En todo caso, hay que señalar que el público (entre el que
se puede ver a varias celebridades, Sofia Loren entre ellos) reaccionó con
entusiasmo ante la calidad del espectáculo. Y aplaudió con especial intensidad
las arias de dificultad más peliaguda (¡en todas partes cuecen habas!). El
papel de Europa está defendido con enorme brillantez y entrega por la entonces
joven Diana Damrau, que, con todo, llega a gritar en algún agudo imposible, incluso para ella. Lo mismo
le ocurre a la también extraordinaria lírico-ligera Desirée Rancatore (Semele).
Algo más chicha tiene el rol de
Asterio, encomendado a la soprano puramente lírica Genia Kühmeier, que igualmente
da completamente la talla. También es un papel masculino, Isséo, el que canta
la mezzo Daniela Barcellona, especialista justamente en roles rossinianos de
hombre. De nuevo hay que decir que su desempeño no merece sino elogios. Y no
muchos menos el tenor lírico Giuseppe Sabbatini, una voz que no enamora pero
canta la mar de bien; aquí tiene que lidiar para su Egisto con una escritura
endemoniada por su profusión de coloratura y trufada de algunos agudos más bien
disparatados: es quizá lo mejor que le he escuchado a este cantante. Con una
respuesta espléndida de la Orquesta, y más todavía del Coro de La Scala, Muti
se entregó de lleno para intentar extraer todo lo posible de esta partitura
insulsa. No comprendo que recibiese al final, junto a muchos vítores, algunos
bufidos de desaprobación (¿serían por haber programado este título?...). Para
mi gusto también la realización escénica de Luca Ronconi, esencialista y esquemática,
muy suya, es muy meritoria. Gracias en buena parte a la escenografía y el
vestuario del excelente Pier Luigi Pizzi. La guinda la proporciona la coreografía, creo que muy atinada, del
bien conocido Heinz Spoerli, en la que se luce lo suyo -sobre una música
también muy sosa- el Cuerpo de Ballet del Teatro, con dos solistas estelares:
Alessandra Ferri y Roberto Bolle. El DVD (no ha salido en Blu-ray) ofrece buena
calidad técnica, pero, como se pueden imaginar, ni rastro de subtítulos en
castellano: en España estamos castigados por las discográficas debido a que aquí
somos campeones... ¡en piratería!
Cuando escuché esta ópera (no la vi, solo la escuché) anoté esto: "Ni una sola aria de Mozart, desde Idomeneo en adelante, o incluso desde Il Re Pastore en adelante, es tan inexpresiva como todas las de esta ópera de Salieri". Así que estoy muy de acuerdo con lo que dices. Sofía.
ResponderEliminarSr. Carrascosa, disculpe que utilice esta vía para una solicitud, ya que no tiene nada que ver con el artículo.
ResponderEliminarVd. es un enamorado de Barenboim y, gustándome, no llego a ese nivel de admiración ni por el pianista ni por el director.
Le quería pedir si, tal y como hace en algunos casos sobre óperas o sobre intérpretes, podría publicar en algún momento una relació de lo que para Vd es lo mejor de Barenboim en sus múltiples facetas de director, pianista, músico de cámara o acompañante de lied (en particular, su Winterreise con Fischer Dieskau lo encuentro maravilloso).
Agradeciéndoselo de antemano, reciba un cordial saludo.