Por primera vez se pudo escuchar a los concursantes en Quintetos
Hacía años que no acudía al
Premio de Piano de Jaén, mi ciudad natal. En los tiempos de mi adolescencia
aprendí mucho escuchando, desde la primera prueba eliminatoria a la final, a
multitud de pianistas: comencé a distinguir, por ejemplo, entre los ejecutantes
impecables y quienes eran además intérpretes,
fuesen o no impecables.
Esta 60ª edición de 2018 ha
contado con una novedad que me parece acertadísima: la inclusión de una
penúltima prueba en la que se exigía a los seis prefinalistas intervenir en la
interpretación de una importante composición camerística, lo que obliga a los
pianistas a dialogar con otros pocos solistas: dialogar, la esencia de la
música de cámara. Campo en el que quizá hay más música maravillosa que en
ningún otro; sí, puede que más incluso que en la música orquestal o en la de
piano solo. Intervenir, participar en la interpretación de este tipo de obras
exige al pianista unas cualidades especiales que no todos los buenos
instrumentistas tienen. Así que quien, además de tocar en solitario y de saber integrarse
con una orquesta en conciertos (la prueba final), haga con cabeza música de
cámara, será un músico más completo (al que le faltaría, si acaso, actuar junto
a un cantante en la interpretación de lieder:
colaboración que, en el fondo, es de algún modo, también, música de cámara).
Para esta primera edición camerística se han escogido los cuatro
Quintetos para piano y cuerda más destacados de la historia de la música: los
de Schumann, Brahms, Dvorák (el No. 2,
op. 81) y César Franck. Se ha contado con la colaboración del Cuarteto
Bretón. Ha dado la casualidad -no tan extraña- de que, de los seis
concursantes, cuatro escogieron el de Schumann (¡en otra edición los tres
finalistas escogieron el Tercer Concierto
de Beethoven!) Uno se decantó por Brahms y otro por Dvorák. Ninguno (¡lástima!)
por Franck (lo habían escogido nueve pianistas, pero ninguno de ellos llegó
hasta esa prueba). Por cierto que en ediciones sucesivas no habría por qué
mantener exclusivamente esta disposición instrumental; se podría optar por
Cuartetos con piano y cuerdas: se cuenta con obras maestras de Mozart (dos),
Schumann, Brahms (tres), Fauré (dos), etc. O incluso con Tríos para piano,
violín y violonchelo: género abundantísimo.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarMe alegra que vuelvas por Jaén (yo soy de Úbeda).
Precisamente estuve repasando la discografía del quinteto de Brahms: Rubinstein/Guarneri, Fleisher/Juilliard, Pollini/Italiano, Virsaladze/Borodin... ¿Alguna predilección o sugerencia?
Saludos cordiales.
No conozco la versión de Fleisher con el Juilliard, un cuarteto que considero algo sobrevalorado. Las otras tres me parecen muy buenas. La que más me gusta es, sin embargo, la de Barry Douglas con el Cuarteto de Tokio (RCA 1987).
EliminarSí, además Douglas tiene una interesante integral pianística de Brahms en Chandos. En referencia a otras obras que citas, escuché hace poco la orquestación de Schoenberg del cuarteto con piano de Brahms (por Robert Craft) y la transcripción para dos pianos del quinteto de Schumann por su esposa Clara.
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