domingo, 13 de septiembre de 2020

De aquí y de allá: John Williams, Mutter, Lang Lang, Leonskaja


Los solistas y sus directores

Hay grandes instrumentistas que, cuando tocan con orquesta, resultan particularmente variables en función de quién les dirija. Así, Anne-Sophie Mutter es una violinista colosal, con un asombroso dominio de su instrumento y dotada de un sonido excelso. Sin embargo, junto a interpretaciones suyas maravillosas, le hemos escuchado otras francamente detestables, como por ejemplo cuando se pone en plan creativo de modo arbitrario, o cuando resulta terriblemente empalagosa, algo a lo que tiene a veces irrefrenable tendencia. Compárese su modélico Concierto de Beethoven con Karajan (la primera grabación, de 1980, cuando tenía 16 o 17 años) con el que filmó con Ozawa (EuroArts 2008), compendio de arbitrariedades y blanduras diversas. O sea, que el de Mutter es un caso muy claro de un intérprete del que se puede esperar, según las ocasiones, lo mejor o algo que, si no es lo peor, es al menos muy decepcionante.

Los directores de orquesta tienen, o pueden tener, mucho papel en los resultados musicales de los solistas a los que dirigen. Hay algunos que intervienen poco en ponerse de acuerdo con ellos o de decirles lo que según ellos deben hacer, dejándolos a su aire. Otras batutas son, por el contrario, muy persuasivas y convencen a los solistas de que deben interpretar de determinado modo. En ocasiones, algunos solistas (y cantantes) se resisten a ser tan encauzados, pues sienten que su propia personalidad es anulada. Lo ideal, por supuesto, es que se llegue a un buen entendimiento entre ellos, independientemente de quién haya tenido que ceder más. Bien conocido es el caso del Primer Concierto de Brahms en el que se encontraron Glenn Gould y Bernstein (6-IV-1962). En los ensayos no se pusieron de acuerdo y, antes de comenzar la actuación, Bernstein se dirigió al público para revelar ese desencuentro. Aun así, aceptaron tocarlo.

Alguna vez he oído decir a un conocido crítico (no bueno, en mi opinión) que “la gracia está en que la obra no la vean solista y director del mismo modo, sino que haya una cierta oposición entre ellos”. Sinceramente, no estoy de acuerdo; podría darse algún caso donde esa tensión entre ambos produzca una cierta sensación de espontaneidad y sorpresa, pero no creo que sea lo ideal… para la Música. Por eso, concluía este crítico, “tocar y dirigir a la vez no me parece buena idea”. Los hechos desmienten en ocasiones, tajantemente, que esto sea un problema (claro, que ya sabemos que no todos los instrumentistas famosos son buenos directores…)

Otro ejemplo bien documentado: los principales cantantes de la grabación de La Bohème dirigida por Solti (Caballé, Domingo y Milnes) han declarado que no estaban de acuerdo con lo que les pidió el director húngaro, pero que siguieron, a regañadientes, sus indicaciones. Y afirman que, sin esas imposiciones, lo habrían hecho mejor. Mi opinión es que, en este caso, ellos, a su aire, lo habrían hecho peor, pues los resultados son más que óptimos. Deberían esos cantantes haber aceptado que Solti tenía más razón que ellos. Pero cuando se produce un choque de egos…

Todo esto me ha venido a la mente tras haber visto y escuchado el reciente lanzamiento por DG de un blu-ray (de calidad técnica asombrosa) con música fílmica de John Williams, a cargo del compositor dirigiendo a la Filarmónica de Viena, y con la Mutter de solista en varias de las páginas. En este concierto en público en la Musikverein vienesa la Mutter creo que ha ido muy a su aire, que Williams no ha debido de controlarla. Pues en la introducción del Tema de Hedwig en Harry Potter y la piedra filosofal está insoportablemente empalagosa, para luego dar una lección de virtuosismo deslumbrante. También me produce rechazo en el Tema de Sabrina, en “Nice to be around” de Cinderella Liberty y en “Remembrances” de La lista de Schindler (compáresela con Perlman en la banda sonora original).

Creo que debo dar mi opinión, breve y sintética, sobre la música para el cine de John Williams: no dudo que asociada a las imágenes pueda ser eficaz y hasta elocuente, pero desprovista de ellas me parece que pierde mucho: es poco original, efectista e inconsistente, incluso, a veces, banal. Ya sé que esta opinión muchos no la comparten, pero creo que tampoco debía ocultarla. Como curiosidad: el inefable Norman Lebrecht ha dicho pestes de esta publicación porque no le gusta un pelo su música; en todo caso, el hecho de que un tipo tan poco fiable la haya puesto verde no convierte en buenas estas partituras. Lo que me ha llamado la atención es que no haya dicho ni pío de la actuación de la Mutter, que es para mí lo más llamativo de esta publicación.


Bach por Lang Lang y Schumann por Elisabeth Leonskaja

Dos palabras sobre dos grabaciones recién aparecidas. De Lang Lang (DG) las Variaciones Goldberg de Bach, que me han gustado poquísimo. Reaparecido tras su retiro por un grave problema en el brazo izquierdo, el famoso pianista chino parece hallarse en muy buena forma… de dedos. Pero no me gusta un pelo lo que hace con la genial partitura de Johann Sebastian: un Aria de fraseo muy libre y de aire enormemente dulzón. Las variaciones transparentan una total falta de sintonía con el autor: suenan amaneradas, preciosistas e irremediablemente banales, tratándose como se trata de una música excelsa, riquísima en su trasfondo. Confieso que me han irritado tanto que, pasado el ecuador, no he tenido ánimo para llegar hasta el final: no estoy para perder el tiempo pasándolo mal.

Casi al mismo tiempo, el raro sello eaSonus, para el que ya había grabado las Sonatas de Schubert (memorables interpretaciones), ha lanzado un doble CD Schumann por la misma pianista,  Elisabeth Leonskaja (Tiflis, 1945), la ausencia más clamorosa de la colección “Grandes pianistas del siglo XX” (colección en la que, dicho sea de paso, me parece que sobran unos cuantos, sobre todo antiguos). Pues bien, el programa -adelanto, quizá, y esperemos, de una amplia serie- contiene la versión que más me ha gustado, de cuantas recuerdo, de las Variaciones Abegg, y recreaciones todas ellas admirables de Papillons, de los Estudios sinfónicos (completos), de las Geistervariationen y de las dos primeras Sonatas. Con un sonido un poco menos extraordinario que el de los discos Schubert, estas grabaciones -en las que Leonskaja me recuerda bastante al mayor de los schumannianos, Claudio Arrau- me parecen imprescindibles para todos los admiradores del autor de la Sinfonía “Renana”. ¡Ojalá tengan continuación!

6 comentarios:

  1. Me está gustando mucho su blog, que he conocido hace poco.
    Hoy viene una entrevista con Barenboim en el País semanal, y entre otras cosas muy acertadas revela que Angela Merkel, que escucha muchos conciertos de música clásica y óperas se paga siempre las entradas de su bolsillo. ¡¡Igualito que en España!!. V.V.V.

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    1. Gracias. Y sí, son otras costumbres muy distintas de las de los países mediterráneos. Aunque tal vez no seamos los únicos, y los máximos dirigentes políticos sean también invitados en muchos otros países.

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  2. Aun no he leído esa entrevista a Barenboim pero hace un rato Jesús Trujillo ha emitido en RC algo de Elgar por el, afirmando que el inglés es una de sus especialidades.

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    1. Sí que lo es, desde hace muchos años, cuando hizo el Concierto de cello con Du Pré y bastantes obras orquestales con la London Philharmonic y la English Chamber. Tras un largo paréntesis ha vuelto a Elgar, grabando cinco CDs con la Staatskapelle Berlin.

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  3. ES lamentable que la obra de Schumann, por Arrau, no se encuentre en una caja al efecto. Salió publicada hace años, a un precio bastante caro y ya no se encuentra.Y claro, comprar toda la obra de Arrau (que empieza a ser incontrable) sólo por su Schumann, no tiene mucho sentido.

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    1. Acabo de ver que en Amazon está la caja de 8 CDs por 65 €. No es barata, pero tampoco muy cara. Y, la verdad, me parece absolutamente esencial.

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