Como pianista grabó a cuatro manos junto a Dinu Lipatti y Jean Françaix, y como directora, entre otras obras, Madrigales de Monteverdi, el Requiem de Fauré o Médée de M. A. Charpentier.
Monsaingeon, autor de admirables documentales sobre varios músicos (algunos están publicados en DVD: Yehudi Menuhin, David Oistrakh, Mstislav Rostropovich, Sviatoslav Richter, Glenn Gould, Julia Varady), mantuvo conversaciones con la gran pedagoga que pueden leerse en este interesante libro. De ellas extraigo algunas frases que me parecen de especial interés (no siempre he respetado al pie de la letra las traducciones):
En una ocasión, Gabriel Fauré le dijo: "No estoy seguro de que haya hecho bien en abandonar la composición". A lo que ella le respondió: "Estoy segura de que componía una música inútil; soy bastante despiadada con los demás, de modo que también tengo que serlo conmigo misma".
En la clase de Fauré, Boulanger se encontró un día con Ravel como alumno de contrapunto. "Pasados unos años me di cuenta de que por entonces Ravel ya había escrito el Cuarteto de cuerda, así que le pregunté por qué seguía estudiando contrapunto. 'Bueno, de vez en cuando hay que hacer limpieza en casa', me contestó".
"No me gusta I Pagliacci. ¡No hay nada que hacer! Pero reconozco que quien compuso esa música la sentía: eso es lo que sentía y tanto da que no coincida con mis gustos. Y es que, como dijo Apollinaire, 'por Dios, hay que tener buen gusto'!" (Coincido con esa opinión de Mademoiselle y con la de Apollinaire). "Mi obra es mejor, pero también más insignificante, porque en ella no hay nada, carece de personalidad".
"Creo que existen condiciones sin las cuales no es posible crear una obra maestra, pero también creo que lo que constituye una obra maestra se nos escapa". "En arte llamamos inspiración al momento en que una persona logra captar su pensamiento profundo, el momento en que se nos revela la verdad, en que se experimenta una comunión".
"Hable usted con grandes intérpretes y le dirán que cada vez tocan una obra que han interpretado toda la vida se produce un redescubrimiento. Ese es el privilegio de las emociones: si yo sé prestarle atención me asombrará una y otra vez. En cambio, si me acostumbro a verle, sin advertir que la luz cambia constantemente, se convertirá usted en un mueble al que ni siquiera presto atención".
"Hace poco alguien ha realizado un curioso estudio, contar cuántas notas había escrito Schubert. Simplemente para escribirlas -no ya para pensarlas- calculó que se necesitarían unos 25 años. Sin embargo lo hizo en unos 15. ¿En qué consiste esa capacidad?"
"Beethoven no alcanzó la auténtica libertad hasta que dejó de oír y se atrevió a concebir todo lo que pasaba por su mente. Es triste decirlo, porque es muy cruel, pero verse privado de un sentido agudiza los demás".
Según Mademoiselle, los músicos de los que sabe a ciencia cierta que poseen una memoria portentosa son Georges Enescu, Dimitri Mitropoulos, Alfredo Casella, Olivier Messiaen, Pierre Boulez, Émile Naumoff o Idil Biret.
"Todos los músicos que han aprendido a escuchar tocan de un modo diferente, más lúcido. ¡Se nota a la legua! Si al director de orquesta le dieran el tiempo necesario, su papel, reducido a lo esencial, consistiría en hacer cobrar conciencia a los músicos de las partes de los demás".
"En la vida de Mozart está la presencia maravillosa y tan injustamente juzgada de su padre, que le hizo ganar tantos años gracias al apoyo que le dio, a las exigencias a que lo sometió. Consentir los caprichos de un niño no es amarlo; amarlo es sacar lo mejor de él, enseñarle a amar lo difícil. Leopold Mozart enseñó a su hijo a superar lo imposible: tan solo le pidió que hiciera lo que podía, ¡pero lo podía todo!"
"A mi entender, es una combinación de obediencia y
libertad lo que hace que una obra sea completa. Esta satisface tanto al
entendimiento como a la emoción artística, es algo curioso. Stravinsky decía:
'Si todo me estuviera permitido, me perdería en ese abismo de libertad'. Por
una parte conoce los límites, y por otra se los salta sin cesar".
-"¿Por qué toma como objeto de análisis en sus clases
las fugas de Bach y no las fugas escolásticas o académicas?"-"Porque
estas últimas me parecen vacías, formas con apariencia de forma, y las otras
repletas de un tesoro inagotable. Creo que es fundamental distinguir el ámbito
que se puede analizar -el oficio- del que escapa a nuestras especulaciones y
forja a los santos, los héroes, los genios. Todas ellas pertenecen a otra raza
humana". "En toda obra de un artista digno de tal nombre está el
oficio, y luego el resto, que no se aprende. Una obra académica puede estar
perfectamente construida; la conocemos, la admiramos, pero no podemos amarla
porque no contiene ese elemento que no puedo definir; que marca la diferencia
entre una música bien hecha y una sencilla melodía de Schubert, tan simple que
no vemos en ella sino la inocencia y el irresistible impulso espontáneo que
define lo que es una obra maestra. Hace poco me leyeron una carta de un amigo
de Schubert que escribió: 'Lo queríamos, era para nosotros un compañero
buenísimo, pero no teníamos ni idea, no nos dábamos cuenta de que fuese
semejante genio'".
"En la obra de todo gran compositor existen rasgos
distintivos que reaparecen; son probablemente los rasgos involuntarios del ser
que se expresa".
En una ocasión, Manuel de Falla y Mademoiselle coincidieron en un recital del jovencísimo Yehudi
Menuhin. Al terminar, Falla le dijo: "Sí, me ha impresionado este niño
prodigio. Pero lo que me impresiona aún más es un anciano prodigio. Verdi
escribiendo Falstaff a los ochenta
años me sorprende más que Mozart componiendo a los veinte sus obras
maestras".
Tras escucharle los Preludios
de Chopin a Alfred Cortot, fue a verlo al camerino y le dijo: "Muchos me
preguntan cómo valoro su interpretación y me piden que la describa. No tengo la
menor idea. Lo que sí sé es que nunca me habían parecido tan hermosos los Preludios". (¡Eso exactamente es lo
que ocurre! Me acuerdo de haber leído hace muchos años, antes de haberle
escuchado nada a Klemperer, a un importante crítico británico que decía:
"Con Klemperer, Beethoven es aún más grande". ¡Cuánta razón tenía!).
"Ferruccio Busoni era genial. Recuerdo un recital en el
que tocó San Francisco de Asís predicando
a los pájaros de Liszt de modo que revelaba una profunda comprensión de la
obra. Mientras lo escuchaba cavilaba para intentar precisar qué hacía que
aquello me pareciera tan extraordinario. Por encima de todo se percibía en sus
interpretaciones una unidad. Y por otra parte poseía el don de la
invención".
"Cuando alguien me dice, como una crítica, que los
compositores modernos hacen cálculos, me sonrío. Sencillamente creo que muchas
personas no tienen nada que decir y buscan apoyo en un sistema para ocultarse a
sí mismas que no tienen nada que decir. Pero el sistema no ha impedido nunca a
nadie expresarse, ni poseer genio. Y si uno no tiene nada que decir, poco importa
el sistema".
Las declaraciones de Mademoiselle
terminan con esta frase: "Me sé todas las notas, Do, Mi, Sol, Re..., las dobles
corcheas, todo eso puedo analizarlo. Pero cuando se trata de una página, de un
pasaje, de un compás de Schubert, la verdad es que no sé..."
Este libro, como otros, también muy esmerados, de la
Editorial Acantilado (ya he hablado de varios de ellos, aunque no del
interesantísimo de Barenboim y Chéreau hablando sobre Tristán: a quien le interese el asunto no debe perdérselo), es muy
recomendable. Pero le pongo un pero no menor: carece de índice de nombres.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarDe los compositores que citas, Copland me parece una delicia, está muy infravalorado (la "escuela de los Apalaches" lo llamaba Stravinski), y los discos que le ha dedicado Leonard Slatkin son una maravilla.
Busoni me parece, por su parte, uno de los más grandes compositores de la historia, un genio sin paliativos. Creo que su antirromanticismo, como el de Reger, influyó grandemente en Schoenberg... Son excelentes las grabaciones de Jascha Horenstein, que no sé si están comercializadas pero sí colgadas en Youtube por su hijo Mischa:
https://www.youtube.com/watch?v=O1wpC10u8fA
¿Qué opinará Barenboim de su concierto para piano? ¿O de la "Fantasía contrapuntística? Nos haría falta un nuevo Egon Petri...
Saludos cordiales.
Barenboim, lo mismo que Brendel, hablan siempre maravillas de Busoni. El de Buenos Aires ha grabado el Concierto para violín (con Jaime Laredo, Intaglio), la Obertura Lustspiel (OSChicago, CSO) y la ópera Die Brautwahl (Teldec). También ha dirigido la magnífica ópera Doctor Fausto (hay una toma pirata). Y como pianista, la Pieza Op. 11/2 de Schoenberg en arreglo de Busoni (Teldec). Y sí, también me gustan mucho varias composiciones de Copland.
EliminarSí, imagino que no lo graban más porque no es música de mucho tirón comercial... Pero haría falta un John Ogdon redivivo. También estaría bien que el bonaerense grabara sus óperas "Turandot" y "Arlecchino", para no dejar solas las grabaciones de Ackermann o Pritchard... Aunque compruebo que Nagano las ha vuelto a grabar.
EliminarSaludos cordiales.
El libro es impecable: ya sé que es hacer historia ficción, pero, ¿crees que Lily podría haber estado a la altura de los grandes de su época, digamos Berg, Stravinsky, Poulenc?..era tan fina...acabo de escucharle a Paavo Jarvi desde Berlín unas seven early songs de Berg y una segunda de Bruckner de primera categoría. Este hombre ha alcanzado una madurez envidiable.
ResponderEliminarPor lo que parece, Lili Boulanger (1893-1918) tenía un talento extraordinario para la composición. Es muy probable que hubiese llegado a ser la gran compositora (mujer) de la primera mitad del siglo XX. ¡Morirse a los 25 años!...
EliminarMe alegro de que Paavo Järvi estuviese muy bien.