“Fidelio es la única ópera de Beethoven”. Esta
afirmación, hecha tan a menudo, no es del todo exacta, pues podría hablarse
también de tres versiones de la misma obra, las dos primeras con el título de Leonore.
¿Se trata de una obra que fue progresando, o de dos o tres
obras con suficientes diferencias entre sí? Beethoven, tan presto en la
composición de la mayoría de sus obras de aquellos años, sudó tinta hasta dar
forma final y quedar satisfecho de su ópera, y quizá nunca lo llegó a estar del
todo. ¿Falta de experiencia en el género teatral, carencias en su escritura
para la voz? Aun así, en varias ocasiones afirmó que era su obra más querida.
Las versiones de la ópera
1ª versión:
Comenzada a finales de 1804 (si bien al
parecer los primeros esbozos se remontan a 1803) y concluida el verano de 1805,
se estrenó el 20 de noviembre de ese año, con el título Leonore. La
acogida fue muy fría y sólo se representó tres noches. Debido, en parte, a
circunstancias extramusicales: Viena estaba siendo conquistada por las tropas
de Napoleón. Muchos nobles y gentes acomodadas estaban huyendo de Viena, entre
ellos los amigos y protectores de Beethoven, y el teatro, semivacío, estaba en
buena parte ocupado por oficiales franceses poco preparados para degustar una
música tan densa y difícil. También tuvo buena parte de culpa, según el propio
Beethoven, la muy deficiente interpretación, tanto del director como de la
orquesta. Doce días después del estreno Bonaparte aplastaba al ejército
austro-ruso en Austerlitz.
Un grupo de amigos instó al compositor a que abreviase la
ópera, refundiendo los tres actos en dos. Beethoven se resistía, y no cedió
hasta que la princesa Lichnowsky le suplicó, en una patética escena, con estas
palabras: “¡No, Beethoven, vuestra obra maestra no puede desaparecer, vos no lo
permitiréis! ¡Dios no lo quiere, Él, que ha depositado en vuestra alma los cantos
de la belleza más pura! ¡El espíritu de vuestra madre tampoco lo quiere; es
ella la que os suplica a través de mis labios! ¡Beethoven, es preciso, ceded,
hacedlo por vuestra madre y por mí, vuestra más querida amiga!”
2ª versión:
Sólo mediante un duro esfuerzo ultimó Beethoven la segunda
versión, abreviada y modificada, de su ópera, que volvió a subir a los
escenarios el 29 de marzo de 1806, en el Theater an der Wien. El libreto había
sido readaptado por su amigo Stephan von Breuning. Se presentó con el título El
triunfo del amor conyugal. Las circunstancias políticas habían mejorado (se
había restablecido la paz) y ello permitió que fuese acogida más
favorablemente, pero no tanto como Beethoven esperaba, ni tampoco, quizá, según
sus merecimientos. Tras dos representaciones hubo de ser retirada de cartel.
3ª versión:
Seis o siete años después, en 1812 y 1813, cuando Beethoven
se hallaba en la cima de su popularidad, varios amigos le pidieron que
repusiera su ópera. Aceptó, con la condición de que le diesen tiempo para
retocarla de nuevo. Las dudas e indecisiones sobre ella se prolongaron hasta el
último momento, hasta la víspera misma de la primera representación: la
obertura definitiva, la cuarta de las que escribió para su ópera, la denominada
Fidelio, fue compuesta el día anterior al del estreno, en un
restaurante, y orquestada esa misma noche, por lo que no hubo tiempo de
ensayarla: la primera ejecución de la versión definitiva de la ópera, titulada
ya Fidelio, tuvo lugar en el Kärtnertortheater de Viena el 23 de mayo de
1814, pero la obertura Fidelio no pudo tocarse hasta el día 26. La ópera
obtuvo, por fin, el éxito deseado en su versión definitiva.
Algunos de los grandes logros de Fidelio
estaban ya presentes en Leonore; pero en general, en conjunto, resulta
excéntrico preferir la primera versión (o la segunda) a la definitiva. En ésta,
algo más breve (y en dos actos en lugar de en tres), se suprimieron algunas
páginas de mucho interés del material anterior, pero la definitiva es más
concentrada, hay menos “paja”; todo está muy bien condensado y nada sobra. En Fidelio
todo, salvo algunas páginas de la primera mitad del acto I, es excelente.
Desde el punto de vista dramático, casi
nada sobra en Fidelio; si acaso el aria del dinero de Rocco. En Leonore,
en cambio, dramáticamente visto, podrían sobrar varias escenas, incluidas
alguna muy bella en lo musical, como el dúo Marzelline-Leonore; algunos amigos
le pidieron a Beethoven que no lo retirase, pero, con buen criterio teatral, no
les hizo caso. A veces se interpretan versiones mixtas, que forman ciertas
páginas de las dos versiones inciciales.
El hecho cierto es que tanto Leonore
como esas versiones mixtas se representan rara vez y se han grabado muy pocas
veces, mientras no hay gran director de orquesta que no haya grabado, o al
menos dirigido, Fidelio. Por algo será.
Las Oberturas
La obertura de Fidelio, la definitiva, fue compuesta
tras la Leonora II,
la Leonora III y la Leonora I. Es una pieza
breve, que condensa bien la acción de la ópera y le sirve adecuadamente de
pórtico.
Leonora II, preparada para la segunda versión, es una página magnífica, pero
quizá demasiado extensa, pues dura unos 15 minutos. Aun así, algunos directores
la prefieren a Fidelio; Barenboim, entre ellos.
Leonora III, finalmente, es la página orquestal más formidable de las cuatro
oberturas, pero es casi un poema sinfónico. Dura también casi un cuarto de hora
y condensa la acción de la ópera hasta el punto de convertirse en un rival de
la misma, a pequeña escala.
Leonore I fue, casi con seguridad, compuesta para una representación en
Praga que no tuvo lugar. Es la menos interesante de las cuatro y nunca se tocó
en vida del compositor.
Su obra más querida
Beethoven manifestó en varias ocasiones que Fidelio
era su obra más querida. Esto se debe en parte, probablemente, a que fue la que
más trabajo le costó gestar. No obstante, no es fácil compartir esta opinión:
aun siendo una obra que atesora múltiples bellezas y hallazgos de gran
originalidad y envergadura, y que transmite conmovedoramente intensas
emociones, no es una composición redonda de principio a fin.
La dificultad de cantarla
Se ha dicho en muchas ocasiones que son tan difíciles de
cantar muchas obras de Beethoven “porque no sabía escribir para la voz”. Esto
es absurdo: tampoco sabría componer para el piano, dada la enorme dificultad de
ciertas sonatas o de las Variaciones Diabelli. O para cuarteto de
cuerda, con no pocos ejemplos de pavorosa dificultad de ejecución.
El hecho de llevar las voces hasta sus límites (como ocurre
en Fidelio, en la Misa Solemne o en la Novena Sinfonía, es
decir justamente en sus mayores obras vocales) es deliberado. Como escribe
Paolo Petazzi, “es como si la realidad física de las voces fuera insuficiente
para albergar la altura de pensamiento y la urgencia de la tensión expresiva,
la tendencia de la tensión beethoveniana a apoderarse de las estructuras de la
ópera para plegarlas a la comunicación de un mensaje ético. Los personajes
protagonistas hablan un lenguaje de intensidad desconocida, nunca antes oído,
conquistado en una situación al límite que lleva a logros irrepetibles”. Por su
parte, Barenboim afirma que “esa tensión y ese esfuerzo extremos a los que
Beethoven somete a las voces (y a menudo a los instrumentos) forma parte misma
de la expresión que pretende conseguir, una expresión límite”.
Mientras el segundo acto es prácticamente magnífico de
principio a fin, en el primero hallamos altibajos considerables: el primer gran
momento no llega hasta el maravilloso cuarteto; lo anterior es algo
convencional y parece más bien de primera época de Beethoven, no tan moderno y
avanzado como las páginas verdaderamente grandes de la ópera y otras obras
suyas ya compuestas, sobre todo las sonatas para piano. Tras el cuarteto,
todavía el aria de Rocco y el trío que le sigue son relativamente endebles.
Argumento
Acto I. Interior de una prisión-fortaleza del Estado, en las cercanías de
Sevilla, en el siglo XVII. En el patio de la prisión. Marzelline, hija del
maestro carcelero Rocco, aunque está prometida a Jaquino, de quien está en
verdad enamorada es de Fidelio, un joven recientemente empleado por Rocco como
ayudante. Fidelio es en realidad Leonore disfrazada de muchacho; ha logrado
entrar a trabajar en la prisión para averiguar si se encuentra allí preso su
esposo Florestan, desaparecido dos años atrás. Podría haber ha sido
injustamente encarcelado por su enemigo don Pizarro, gobernador de la prisión.
Marzelline fantasea sobre la felicidad que le depararía vivir unida a Fidelio.
Pero Jaquino la incomoda exigiéndole una fidelidad que ella nunca le ha jurado.
También Rocco, que encuentra muy juicioso y diligente a Fidelio, lo prefiere a
Jaquino. Leonore ruega a Rocco que le permita ayudarle en sus más duras tareas,
con el inconfesado deseo de bajar a las mazmorras donde podría hallarse su
esposo. Rocco le habla entonces del preso –cuyo nombre desconoce– que
languidece en los subterráneos y al que, por orden de Pizarro, está reduciendo
poco a poco su ración de agua y pan. Leonore convence a Rocco de que pida
permiso al gobernador para que le pueda acompañar a las mazmorras.
Aquel mismo día descubre Pizarro que han
llegado a oídos del ministro don Fernando rumores según los cuales en la
prisión de Sevilla hay presos injustamente encerrados, y que va a hacer por
sorpresa una visita de inspección. Pizarro decide que hay que acabar de
inmediato con la vida de Florestan; pide al capitán que sitúe en lo más alto de
la fortaleza a un vigía para que, tan pronto vea llegar una carroza con
caballos, le avise con un toque de trompeta, y a Rocco que cave una fosa para
enterrar a Florestán; le quiere pagar para que lo asesine, pero Rocco se
resiste a aceptar esta última orden. Leonore maldice al cruel Pizarro y pide a
Rocco que deje salir a los presos a tomar el sol en el patio de la fortaleza.
Rocco accede y los encarcelados dan conmovidos las gracias por el favor
concedido. Llega Rocco y comunica a Fidelio que Pizarro le ha dado permiso para
que se case con Marzelline y para que lo acompañe ese mismo día a las
mazmorras. Le hace saber que juntos han de cavar la tumba para enterrar al
preso al que están dejando morir de hambre y que va a ser ejecutado por el
propio Pizarro. Llega corriendo Marzelline para comunicar a su padre que
Pizarro ha montado en cólera al ver que se ha dejado salir de sus celdas a los
presos sin su permiso. Rocco trata de calmar al gobernador explicándole que lo
ha hecho por ser ese día la onomástica del Rey. Mientras los presos vuelven
desolados a sus celdas, Pizarro ordena a Rocco que baje inmediatamente al
subterráneo para cumplir sus órdenes.
Acto II. Cuadro I. En una sombría mazmorra Florestan, encadenado, lamenta su
amarga suerte; en su delirio cree ver a su esposa que viene a liberarlo. Llegan
Rocco y Leonore, que comienzan a cavar la fosa. Sin revelar su identidad,
Leonore conforta al preso aun antes de reconocer en él a su esposo. Florestan
pregunta quién es el gobernador de la prisión y, al enterarse de que es
Pizarro, pide a Rocco que mande a preguntar en Sevilla por Leonore, pero el
carcelero le hace saber que le es imposible hacerlo. Llega Pizarro y, cuando se
dispone a apuñalar a Florestan, Leonore se interpone entre ambos y apunta a
Pizarro con una pistola, dando a conocer su verdadera identidad ante el asombro
de los tres hombres. Pizarro se dispone a matar ahora a la pareja; en ese
instante se oye desde lo alto de la torre el toque de trompeta que anuncia la
llegada del ministro. Don Pizarro, enfurecido, huye, y los esposos se abrazan
con el mayor ardor.
Cuadro II. En el patio de armas. Los presos y
el pueblo aclaman al ministro don Fernando. Éste anuncia por orden del Rey la
liberación de los presos políticos. Llegan, procedentes de los subterráneos,
Rocco, Leonore y Florestan. El carcelero reclama justicia para los esposos. El
ministro reconoce con gran alegría a Florestan, al que daba por muerto, y Rocco
le hace saber que Pizarro ha estado a punto de asesinarlo. Don Fernando ordena
detener a Pizarro y pide a Leonore que sea ella quien libere a Florestan de las
cadenas que aún lleva puestas. Todos ensalzan el amor de Leonore, que ha hecho
posible el triunfo de la justicia.
Momentos escogidos de Fidelio
1) El cuarteto “Mir ist so wunderbar” (Marcelina,
Leonora, Rocco y Jaquino) es bellísimo; como Verdi años más tarde en el de Rigoletto,
Beethoven aquí logra magistralmente que cada personaje desvele sus
sentimientos, superponiendo las cuatro líneas vocales con enorme acierto.
Marcelina está inmensamente ilusionada creyendo que Fidelio
la ama; ésta se queja para sí misma de lo que se ve obligada a fingir para
intentar llegar hasta su esposo; Rocco también está feliz viendo cómo su hija ama
ahora a un joven que le gusta mucho también a él; y el pobre Jaquino está
asustado viendo cómo puede perder a su querida Marcelina.
2) “Ha! Welch ein Augenblick!” Con esta aria, con coro, del cruel Pizarro dispuesto a matar a
Florestán, entramos de lleno en el meollo de la ópera; es cuando se desencadena
la acción dramática.
3) “Abscheulicher!” En su aria, Leonore da rienda suelta a sus sentimientos hacia
Pizarro, y luego apela a la esperanza de salvar a su esposo, esperanza que no
pierde.
4) El coro de presos, “O welche
Lust!”, es de una belleza y una espiritualidad
excelsas; con unos medios muy simples se logra una expresividad verdaderamente
lacerante.
5) Introducción del Acto II: la introducción orquestal es una de las páginas más misteriosas,
sórdidas, inquietantes y modernas no sólo de Fidelio, sino de toda la
producción beethoveniana. Crea el ambiente ideal para el aria de Florestán, que
se halla solo y convencido de que va a morir. Más tarde tiene la alucinación de
que Leonore va a venir a salvarlo, pero finalmente repara en que es eso lo que
ha tenido, una alucinación. También el aria, nada convencional, es una página
genial.
6) Cuarteto “Er sterbe!”
Pizarro se dispone a dar muerte a
Florestán. La llamada de la trompeta, que se oye a lo lejos, alertándole de la
llegada del ministro, es de un efecto escalofriante.
7) Dúo “O namenlose Freude!”
Describe la ebriedad del amor, la dulzura
del reencuentro, y bascula entre la exaltación sensual y la dicha más
espiritual.
Antes del cuadro final, algunos
directores emplazan la Obertura Leonora III. Costumbre que implantó
Gustav Mahler.
8) Cuadro final
Guarda un parentesco indudable con la Oda
a la Alegría (en origen, a la
Libertad) de la Novena Sinfonía.
Conclusión
¿Por qué Beethoven no compuso más
óperas? Pues cultivó prácticamente todos los demás géneros musicales. Según él
mismo, porque no hallaba libretos que estimularan su inspiración. Es probable
que sea cierto, pero también es posible que reconociera en su interior que no
estaba igualmente capacitado para la ópera que para la sinfonía, el concierto,
el cuarteto o la sonata. Porque se planteó varias veces a lo largo de su vida
hacer óperas sobre dos temas tan estimulantes como Macbeth de
Shakespeare o Fausto de Goethe. ¿Acaso estos asuntos no le animaban lo
suficiente? Lo cierto es que estos proyectos fueron aplazados una y otra vez, y
nunca llegaron a realizarse.
Aunque no tenga que ver con Fidelio, no quiero dejar de señalar que ayer Deutsche Grammophon, a las 7 de la tarde como en estas ocasiones, difundió gratis (y está disponible para volverlo a ver durante 72 horas) un minirrecital Chopin (36 minutos) de Barenboim desde la Sala Pierre Boulez de Berlín sin público. Fue interesantísimo, el pianista sigue en muy buena forma de dedos y puede que mejor que nunca de mente. Tocó además varios Estudios que nunca le habíamos escuchado, destacando las impresionantes interpretaciones de los opp. 25/7, 10/6 y 10/8. Luego un admirable Nocturno op. 15/2 y una excelsa Balada No. 1.
ResponderEliminarEl viernes 24 DG ofrecerá otro recital del mismo pianista, dedicado esta vez a Schumann. (Les predecieron unas asombrosas Variaciones Diabelli y dos sesiones de Sonatas y Variaciones para violín y piano de Mozart, junto a su hijo Michael).
Acaba de anunciarse el contenido del programa Schumann: tres de las Piezas fantásticas op. 12 (Des Abends, Warum? y Traumes-Wirren) y el maravilloso Quinteto para piano y cuerda, op. 44, junto a miembros de la Staatskapelle Berlin).
EliminarHola, escuchando ahora mismo tu seleccion propuesta.
ResponderEliminarVersion: EMI-Furtwangler-Filarmonica de Viena-Festival Salzburgo 1950-Flagstad/Patzak/Greindl/Schwarzkopf.
Saludos
¡Buena idea! Me gusta algo más aún, y suena mejor, la grabación de Furtwängler en estudio de EMI. Pero mis versiones favoritas son la de Klemperer (la de estudio) y Barenboim.
EliminarHola Ángel, siguiendo con los anuncios, esta mañana se ha hecho pública la programación de la temporada 20/21 de la Filarmónica de Berlín. En general no me entusiasma mucho, pero hay que reseñar que Barenboim dirige dos conciertos que, desde ya, espero con gran interés (y eso que no me considero un gran admirador suyo). En octubre, Mi patria (o Mi País como prefieres) de Smetana y en noviembre, el Concierto para orquesta de Lutoslawski y la Fantástica de Berlioz. No sé cuántas veces ha interpretado la obra del checo la orquesta berlinesa pero no creo que hayan sido muchas.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesante. El ciclo Ma Vlast de Smetana que Barenboim dirigió a la Filarmónica de Viena en Praga fue imponente y, como era lógico esperar, no muy ortodoxa. Yo la tengo con sonido espléndido en CD (no sé de dónde salió). También una toma videográfica en Viena con la misma orquesta, algo menos extraordinaria. Y para su reaparición, el año pasado, al frente de la Sinfónica de Chicago, también escogió el ciclo de seis poemas sinfónicos de Smetana.
EliminarSi no me equivoco, la Filarmónica de Berlín no tiene ninguna grabación completa; del Moldava, sí, claro, varias veces.
Ojalá esas previsiones de conciertos se puedan llevar a cabo... Me temo que la pandemia va a dificultar el retorno a la normalidad en ese ámbito ¡como en tantos otros! Si es así, será un motivo de enorme celebración, por poder disfrutar de esa música y porque significará que una vacuna ha sido encontrada o bien que el virus está controlado. Saludos
Eliminar¡Sí, ojalá!
EliminarBueno, dentro de lo interesante de la programación (Barenboim aparte) está Lahav Shani, quien dirigirá el Pelleas und Melisande de Schönberg; Nelsons, que tiene a su cargo el Offertorium de Gubaidulina; y Petrenko, que dirige la Francesca de Rimini de Rachmaninov y Mazeppa de Tchaikovsky: ojalá todos se anoten grandes triunfos.
EliminarPues grabación comercial por parte de Barenboim no hay que yo sepa. A ver si alguna de esas que has mencionado (seguro que la de Praga se emitió por tv) o la de Berlín sale a la venta. Por lo menos la de octubre en Berlín podré disfrutarla (con permiso del coronavirus) en la Digital Concert Hall.
ResponderEliminarUn saludo.
No, no hay grabación comercial. Pero alguien me la pasó. Fue el concierto inaugural del Festival de Primavera de Praga 2017.
Eliminarhola Angel que tal version de fidelio que grabo Harnoncourt para Teldec, gracias y saludos desde Chile
ResponderEliminarGrabación a ignorar, en mi opinión. Aparte Furtwängler, Klemperer y Barenboim, apenas me entusiasma ninguna otra versión grabada o filmada.
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