La Segunda y la Tercera
Me refiero a las dos últimas, la Segunda, en Si bemol menor, op. 35 (1839) y la Tercera, en Si menor, op. 58 (1844), pues la Primera, que rara vez se graba, es una composición bisoña de 1828. Algunos todavía tuercen el gesto cuando son citadas las Sonatas (también la de violonchelo y piano) o los Conciertos de Chopin, considerando que son géneros musicales en los que el polaco-francés no se desenvolvía con comodidad. Cómodo o no tanto, lo cierto es que tanto los unos como las otras son obras muy considerables; no hay más que ver la gran cantidad de importantísimos pianistas (y hasta de violonchelistas y directores) que se han ocupado de interpretarlas y grabarlas. Como en el caso de las de Schubert, tampoco -y aún en menor medida- las Sonatas de Chopin deben ser vistas con las de Beethoven en el recuerdo, pues son otra cosa, y ni siquiera parecen pretender emular a las del genio de las 32.
Llevamos algunos años diciendo que Javier Perianes es “uno de los mejores pianistas de su generación”. Creo que es hora de que retiremos “de su generación”: es simplemente uno de los mejores pianistas del mundo. De cualquier edad, máxime porque hace años que no parece un intérprete joven -con las carencias que este adjetivo suele llevar aparejadas-. Pues es un músico plenamente maduro. Lo mismo -o más aún- que en sus discos con música de Schubert, Mendelssohn o Grieg, escuchándolos solo nos viene a la cabeza la sensatez, el equilibrio y la profundidad de un Músico, con mayúscula, en plena madurez artística. El Chopin de este disco me parece aún superior al de su anterior programa “…Les sons et les parfums” (Chopin y Debussy), de hace solo siete años, y más aún a la Tercera Sonata que en 2005 le grabó Radio Nacional de España. Realmente, lo digo ya abiertamente: no conozco grabación alguna de las Sonatas 2 y 3 que me gusten más que las que Perianes ha grabado en abril de 2019 (la Tercera) y 24 meses después, a causa de la maldita pandemia. Como suele últimamente, en los Estudios Teldex de Berlín, con una limpieza y veracidad de sonido que superan a cualquier otra grabación que yo haya escuchado.
Y las Mazurcas op. 63
Me resulta un poco difícil tratar de explicar por qué me han gustado tantísimo estas interpretaciones; aun así, intentaré sintetizar: concentración, planificación, naturalidad, fluidez, hondura, recurso discreto pero certero y nunca forzado al rubato, cantabilidad excelsa -en este sentido las secciones centrales del scherzo y la Marcha fúnebre de la Segunda y el Largo de la Tercera son, literalmente, el no va más-, sonido bellísimo, limpieza digital absoluta -incluso en el peligroso Presto final de la Segunda, en el que, con un legato increíble, se pueden distinguir a la perfección todas las notas-, ausencia de la menor traza de exhibicionismo… En fin, a qué seguir: este disco, que nos regala además las tres Mazurcas op. 63 (1846-47), maravillosamente expuestas, colocadas al principio, entre las dos Sonatas y al final, me parece imprescindible.
Cuidada presentación, notas también en castellano de Yvan Nommick, solo me voy a permitir discrepar de este eminente musicólogo en un detalle: afirma que “los primeros compases de la Sonata en Si bemol menor, sin ser una cita, evocan claramente la introducción lenta de la Sonata op. 111 de Beethoven”. Aparte de que la similitud es muy discutible, sería muy raro que Chopin lo hiciera con esa intención, porque no admiraba -no entendió, es de suponer: algo nada raro por entonces- las últimas Sonatas de Beethoven, y nunca les propuso estudiarlas a sus discípulos.
Ángel:
ResponderEliminarEntonces, ¿qué puntaje le dejas a la sonata 2, 9,5 o 10? Muchas gracias.
He vuelto a escuchar atentamente, dos veces más, la Segunda Sonata y me inclino por un 10/10. Lo mismo que la Tercera.
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