Emmanuel Pahud: flauta en todas las obras
Warner acaba de publicar el enésimo disco dedicado a Beethoven de este año (por cierto ¿no iban a desaparecer ¡de inmediato! los discos físicos?... lo llevo oyendo decir desde más de diez años). El protagonista absoluto del mismo es el flautista franco-suizo Emmanuel Pahud (n. 1970), miembro de la Filarmónica de Berlín que acaso es el más importante de nuestros días, o al menos el de mayor proyección internacional. Ha tenido la feliz idea de rodearse para esta grabación, realizada en la Sala Pierre Boulez de Berlín en junio de 2020, de Daniel Barenboim, de compañeros de su orquesta -el violín concertino japonés Daishin Kashimoto (n. 1979) y el viola israelí Amihai Grosz (n. 1979), anteriormente en el Cuarteto de Jerusalén- y de colegas de la gran rival europea, la Filarmónica de Viena: la flautista italiana Silvia Careddu (n. 1977) y la fagotista Sophie Dervaux (n. 1991).
Nuevo encuentro de Filarmónicos de Berlín y Viena
El extenso programa, que roza los 80 minutos, comienza con la obra que menos interés me ha suscitado: una transcripción para flauta y piano de la Octava Sonata para violín (Op. 30/3, de 1802) que, aunque no queda mal, yo habría situado al final del disco, como relleno. La interpretación es espléndida, por supuesto, pero en el primer movimiento el piano suena un poco emborronado; parece que no está tocado con la esperable limpieza.
La Serenata para flauta, violín y viola op. 25 (1802) es una preciosidad sin pretensiones a la que se suele prestar escasa atención. Seguro que si hubiese sido firmada por Mozart sería mucho más conocida, pero a menudo a Beethoven no se le perdonan estas debilidades sin mayores pretensiones. De ella ha escrito con acierto Carli Ballola: “Esta pequeña música nocturna beethoveniana, que conjuga ligereza e intimidad expresiva, es el paraíso perdido del autor”. Los tres solistas bordan de modo excepcional esta pieza en siete movimientos que dura unos 25 minutos.
El breve (menos de 7 minutos) Dúo de flautas, WoO 26 (1792) “fluye con la amable ligereza de la brisa nocturna” (Ballola). Parece inimaginable tocarlo mejor que Pahud y Careddu.
Y el Trío para piano, flauta y fagot, WoO 37, escrito en fecha dudosa entre los 15 y los 19 años de edad, es una página de cierta envergadura (dura unos 27 minutos) cuyo Adagio central bien podría haber sido escrito, como tantas obras suyas sin especiales ambiciones, por un joven Mozart. Curiosamente, esta composición tan poco transitada ya la había grabado Barenboim anteriormente (DG 1980), junto a dos magníficos solistas de la Orquesta de París: Michel Debost y André Sennedat. Aquí el pianista se supera a sí mismo -no se toma la composición a la ligera, sino todo lo contrario- y se entiende a las mil maravillas con Pahud y Dervaux. Una joya, pequeña, sí, pero joya de disco.
Parece haber quedado claro que los tempos prescritos por Beethoven a través del dichoso metrónomo eran un disparate, por el error de lectura que hacía el compositor (leís donde no era). Todos los que se empeñaban en tocar su música a todo correr han quedado en evidencia. Pero nuestro Heras Casado sigue erre que erre... será para justificar sus horrorosas ejecuciones de sus beethoven (sí, con minúscula en este caso). MOSCA C.
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