15 CDs con tomas de entre 1916 y 2012
Deutsche Grammophon ha publicado un álbum de 15 CDs que ilustra la larga trayectoria de esta agrupación, que en más de una ocasión ha sido elegida en los últimos años como la mejor orquesta alemana (¡). No solo los ilustra con sonidos, sino también con un libreto de 184 páginas que es un raro ejemplo de hacer las cosas no ya bien, sino en grado de excelencia: artículos, detallada cronología, fotografías... La labor de búsqueda y recopilación de grabaciones ha sido realizada con gran acierto por el musicólogo Detlef Giese y el primer clarinete actual de la Orquesta (¡desde 1985!), Matthias Glander. Desde 1916 hasta 2012 figuran registros realizados por las batutas más destacadas que han desfilado por la Orquesta Estatal de la capital alemana: una gran parte de ellas aparecen en CD por vez primera. Los (re)procesados de las tomas antiguas suelen sonar bastante bien para su época; en ocasiones, sorprendentemente bien.
El primer disco está dedicado a Richard Strauss, que dirige una interesante, austera pero dramática, Sinfonía 40 (1927) de Mozart, un notable Till Eulenspiegel (1929) y un espléndido Don Quijote (1933), con Enrico Mainardi.
Leo Blech (1871-1958) ofrece varias apreciables (para su época) interpretaciones de piezas de Mozart, entre ellas una Sinfonía 34 (1930), una efervescente suite de Carmen (1927-28) y varias páginas wagnerianas que suenan en ocasiones anticuadas, entre ellas una nada mal dirigida escena final de La Walkiria, con un entonces famoso Friedrich Schorr que hoy, sin embargo, creo que no pasaría la ITV.
Las grabaciones más antiguas que conozco de Otto Klemperer no suelen gustarme; sin embargo, aquí han reunido al menos cuatro de alto valor: una tremenda, áspera, poderosa Obertura de Coriolano, una muy bella de El sueño de una noche de verano (1927; más adelante, Klemperer sería imbatible en esta excelsa página), una severa e implacable Primera Sinfonía (1928) de Brahms, con un Andante excepcional, una curiosa Danza de los siete velos de Salomé (1928) y una suite de la Dreigroschenoper (1931) de Kurt Weill que ya sonaba plenamente actual.
Muy características de su personal estilo -premura, dramatismo, tensión, esencialidad- son las tres obras seleccionadas de Erich Kleiber: el Moldava (1928) de Smetana, la Sinfonía “del Nuevo Mundo” (1929) y la Quinta Sinfonía de Beethoven (1955).
De Herbert von Karajan atinadas Oberturas de La flauta mágica y La forza del destino (1938), una espléndida Séptima (1941: la sinfonía de Beethoven que mejor se le ha dado siempre) y un soberbio finale de la Octava de Bruckner ya en 1944 (quizá pueda decirse de esta sinfonía lo mismo que en el caso de la anterior: es la que mejor ha solido hacer de la serie).
Wilhelm Furtwängler está representado por un admirable Acto II de Tristán e Isolda (en público, 1947), no tan contemplativo y excelso como en su posterior grabación de la ópera completa, pero sí más ardoroso. Bien Erna Schlüter (Isolda), muy bien un entonces pletórico Ludwig Suthaus (Tristán) y Margarete Klose (Brangania), y algo menos bien Gottlob Frick (Rey Marke: ¡qué dificilísimo es dar expresión a su monólogo!) y Jaro Prohaska (Kurwenal).
Joseph Keilberth dirige, también en público (1950), con claros excesos -efectismo y contundencia lindando con la brutalidad- los dos primeros actos de Macbeth, con un sobreactuado Josef Metternich en el papel titular y unos imponentes Martha Mödl (Lady Macbeth) y Theo Herrmann (Banco).
Soberbia dirección del Acto I de Los maestros cantores por el quizá infravalorado Franz Konwitschny (1901-1962), que ya arranca con un magnífico Preludio. El sólido reparto – Josef Herrmann (Sachs), Ruth Keplinger (Eva), Anneliese Müller (Magdalena), Gerhard Unger (David), Heinrich Pflanzl (Beckmesser), Theo Adam (Pogner)- está empañado por un tenor de bonita voz pero muy relamido: Erich Witte (Walther).
Un concierto completo de Sergiu Celibidache del año 1966 recoge el CD 9 del álbum: ejemplares interpretaciones de la Octava Danza eslava de Dvorák y de la Metamorfosis sinfónica sobre temas de Weber de Hindemith, y una admirable Cuarta Sinfonía de Brahms con un Andante hondamente sentido.
Otmar Suitner (1922-2010) ofrece la orquestación realizada por Paul Dessau (que no me ha gustado) del Quinteto K 614 (1975) de Mozart y espléndidas versiones tanto de las Variaciones sobre un tema de Mozart (1987) de Max Reger como de la Obertura y el Entreacto III de Rosamunda (1985).
Una apretada y muy dramática, sin concesiones Sexta Sinfonía “Trágica” de Mahler por Pierre Boulez (2009) constituye otro acierto más de esta selección.
Su actual director titular, Daniel Barenboim, está representado por la imponente Quinta Sinfonía de Bruckner filmada en la Philharmonie de Berlín el 25 de junio de 2010 y ya editada por DG en el álbum de las nueve y en DVD y blu-ray (junto a la Cuarta y a las cuatro últimas) por Accentus.
El penúltimo disco recoge el concierto en la Phiharmonie del 15 de noviembre de 2012, día del 70º cumpleaños de Barenboim, en el que tocó (junto a Dialogues II de Elliott Carter, que no habría cabido en el CD) el Tercer Concierto de Beethoven (¡sensacional!) y el Primero (espléndido) de Tchaikovsky bajo la aquí sabia y atentísima batuta de Zubin Mehta. Esta actuación, publicada en DVD por DG, no había aparecido hasta ahora en CD.
A modo de bonus, se ha añadido un décimoquinto CD con curiosas y dispares grabaciones extraídas de lacas: una discreta Obertura de El holandés errante (1927) por Max von Schillings; la Obertura de Le maschere (página que vale bien poco) de Pietro Mascagni dirigida en 1927 por el autor; el Preludio I de Palestrina (1931) de Hans Pfitzner a cargo también del compositor (que fue un destacado director); el Idilio de Sigfrido (1929) por Karl Muck, asiduo de Bayreuth y quien dirigió el estreno de la Tetralogía en Moscú y San Petersburgo; una demencialmente veloz Obertura de Las alegres comadres de Windsor (1929) de Nicolai por un tal Selmar Meyrowitz, las Oberturas de El secreto de Susana de Wolf-Ferrari y de Donna Diana de Reznicek (1936) correctamente recreadas por Robert Heger, lo mismo que los Preludios de La Traviata (1940) por Johannes Schüler y la Obertura de Der Freischütz (1939) de Weber por Paul van Kempen.
No debemos engañarnos: productos como este son bastante minoritarios. Esa debe de ser la principal razón por la que este álbum ha ido bajando de precio en Amazon hasta hacerlo verdaderamente tentador.
Cuánta razón tiene con lo que dice del monólogo de Marke en el acto II: recuerdo haberle leído a Angel Mayo que la mayoría de los bajos "se aburren" cantándolo...
ResponderEliminarPBayreuth
Sí, yo también se lo oí (quizá no leído) decir. Y es muy cierto, aunque hay que decir que en verdad al menos cuatro bajos lo han interpretado divinamente, dándole a sus palabras pleno sentido: Martti Talvela, Kurt Moll, Matti Salminen y René Pape. Por desgracia, no ocurre lo mismo en la genial grabación completa de Furtwängler: Josef Greindl es lo que menos me gusta de ella.
EliminarPor lo que dice, lo que se ha seleccionado de Keilberth es la principal excepción: Macbeth no ha sido una buena idea. Lástima, porque fue un director muy potente.
ResponderEliminarPIEDRA.
Lo que pasa es que no sabemos qué grabaciones habría de Keilberth con esta orquesta; quizá no habría mucho donde escoger... Y sí, lo de "potente" le cuadra bien. En dos sentidos: mucho potencial musical, y también cierta propensión al estruendo (recuerdo, sobre todo, su Tetralogía).
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